Vecinos
Salí muy tarde del closet. De puro hueón. Todavía siento que me pesa el tiempo perdido. Estoy seguro que no soy el único. Ni que hubiese tenido una familia muy conservadora. No me atreví oportunamente de puro pollo e inseguro. Salí con mujeres hasta como los 21, la pasaba bien, no te voy a mentir, tuve pololas muy bacanes, algunas de ellas son mis amigos hasta le fecha, pero nunca me sentí cómodo, no lograba sentirme satisfecho, no al menos hasta que conocí al Mario en la U.
Mario era un mulato que venía de Costa Rica a pasar solo un semestre aquí. Arrendaba un depa cerca de la facultad, así que con los cabros nos íbamos allá a hacer los trabajos y pasar el rato. Fue en una de esas visitas, en la que involucramos un poco de ron que me besó en la cocina.
Ese día trabajamos mega apurados porque teníamos que entregar un trabajo con hora límite y se nos acababa el tiempo. Apenas terminamos, los otros compañeros se fueron corriendo, tenían que llegaron a un electivo, así que nos quedamos solos, aprovechamos de celebrar que terminamos el asunto a tiempo con un poco de ron. Se nos subió súper rápido a cabeza. nos quedamos tirados en la cama, hablando de cosas, fue un poco raro, nos miramos sin decir nada, escuchaba hasta su respiración, como si fuera a pasar algo, me dio miedo y fui a la cocina con la excusa de buscar más ron.
Fue allí dónde me pilló y me chantó un beso tan mojado, de 0 pasó a 100 de una. No supe cómo reaccionar, demasiadas tonterías pasaban por mi cabeza, primero lo tiré para atrás y luego me abalance para sentir sus labios carnosos nuevamente. Era la primera vez que besaba a un hombre y te juro que sentía como la primera vez que besaba a alguien. El tipo era muy intenso, ya veía que me comía la cara. Mientras, sus manos jugaban con mis caderas, rodeando mi poto, se me hizo agua la verdad, sus manos eran tan grandes y fuertes.
Estoy seguro que el ron me ayudo caleta a sacar perso, porque ya a los minutos lo tenía agarrado de sus cachetes, corriéndole mano por dentro como un enfermo despertado, cada vez que me acuerdo me da algo de vergüenza. Se me adelantó el cabro, bajó, se puso de rodillas, me desabrochó el pantalón rápidamente y me liberó la presa, la tenía tan re dura, el hueón se la comió de una, Mario culiao sabroso, tenía una forma de meterla en la boca tan distinta, jugaba con su lengua por dentro y me pasaba toda su cara por los cocos, me dolía tanto la guata, pero no ese típico dolor, era unas puntadas ricas, como cuando te hacen mil cosquillas.
Luego de un rato chupandomela en la cocina, se paró y se fue a su pieza, lo seguí. Me dijo que me acostara en la cama, me tiró un condón y se metió al baño un rato. Yo estaba súper caliente y algo curado, me saqué todo y me empecé a pajear, preparándome para lo que fuera. Salió del baño pilucho, mojado, con la media tula y el manso culo. Se me acercó con esa risa coqueta de “preparate”, se dio vuelta y me dejo su culo negro encima, creo que no sabía que era mi primera vez, no supe bien lo que quería que hiciera, esto era muy nuevo, pero amigo, el culo y su asterisco eran hermosos, no me resistí, por instinto solamente le pase toda la lengua por ahí, él gimió y me siguió chupando el pico. era un hermoso 69, parecíamos un Tuyo. Le seguí chupando el poto durante unos minutos, era un imán delicioso que no me dejaba escapar.

Al rato, se paró, sacó un poco de lubricante, se puso en el hoyo y en mi pico y se fue sentando, dándome la espalda hermosa, mi pico debe haber sido el más feliz, porque tenía a este hueón saltando encima como haciendo un twerking permanente. No me imaginaba así penetrar a un hombre, las vaginas se sentían distinto, no mal, esto se sentía normal para mí, más que una vagina, era un hombre el que estaba sintiendo. Se hincaba con sus rodillas, las flexaba e iba de arriba para abajo hasta el fondo. El conchesumadre era un traga picos expertos y gritaba tan rico, ronco, profundo, sentía que le gustaba sentir mi pico en su poto.
Lo puse en cuatro y lo seguí penetrando así, me gustaba ver como rebotaba su culo en mi pelvis, el sonido que hacía era maravilloso. Y es que te morís el tremendo poto que tenía, gigante, blandito y lo movía tan rico.

Debo reconocer que le acabé en un par de minutos, la saque, me retiré el condón y le deje un Jackson Pollock en su espalda, el hueón se dio vuelta y me acabo en el pecho, me llegó hasta la cara. El calor de su semen recorriendo mi mejilla era una marca que sabía que necesitaba hace mucho tiempo.
Nos tiramos en la cama, cagados de la risa, haciéndonos cosquillas, lanzándonos semen, riendo, riendo. Esa solo fue la primera de muchas, muchas otras.
Con Mario nos hicimos re amigos, no creo que ninguno de los dos creyera que era una relación, nos juntábamos harto y culiabamos harto, pero eso era y nada más. Siento que encontró en mí un apoyo durante su tiempo en un lugar que no conocía y yo encontré en él, esa escapatoria definitiva fuera del closet.
Fue duro cuando nos despedimos, seguimos en contacto por Facebook y todo. Él me comentó que quería volver, pero tenía que ver cómo podía hacerlo, no me hice ilusiones, porque sobre todo soy una persona muy racional. A pesar de todo, sí me dio mucha pena cuando partió, no sólo porque las culias salvajes que nos pegábamos hasta hacernos cagar los picos, sino porque era un partner bacán, para salir a tomar, salir a caminar, conversar, ver una película, para culiar, culiar y culiar.
Me pegó tanto su partida que no volví a salir con nadie más durante mucho, mucho tiempo. Onda, creo que hasta volvió mi virginidad.
Pero filo, igual tenía otras prioridades, salí de la U, comencé a trabajar y ganar mis lucas, así que me fui a vivir solo a un pequeño depa en Provi. La soledad se me acrecentó aún más, no tenía muchos amigos en el trabajo y mis amigos de toda la vida se habían ido a regiones.
La rutina me mataba, ir al super solo, volver a casa solo, pensé en tener un gato, pero qué paja. No me atrevía ni a abrir esas apps de citas, no señor. Además pasaba por un periodo súper extraño, en dónde me gustaba una compañera de la pega, ¿era bi? puta, no sé, quizás, no quería pensar más.
Llegué a un nivel tan extremo, que pedí vacaciones sin tener nada qué hacer, solo quedarme en la casa mirando el techo e ir quizás a la piscina de la azotea.
Mi suerte comenzó a cambiar un lunes. Regresaba a casa y me pillo a un cabro que vivía en el edificio, lo sabía porque me lo había cruzado varias veces en el ascensor y hasta en la piscina, tomando sol en zunga, era un chico de baja estatura, medio rubio (creo que teñido), linda sonrisa, siempre andaba con musculosas grandes, a pesar de que era bien flaquito, pero marcado. Se le desfondo la bolsa de papel del súper y se le habían caído muchas cosas, lo ayudé, saqué una bolsa de género que tenía y pasamos sus cosas ahí, me agradeció el gesto y nos fuimos caminando al depa, era muy lindo el pendejo, le dije que después me la devolvía que no había atado, pero no le di mi depa. Bruto.
Filo. Al día siguiente, eran como las 4pm y me tincó subir a la piscina, como era día de semana, nunca había nadie, excepto quizás este chico, así que me animé. Llegué y no estaba, decepción, era la excusa perfecta, pero bueno. Me tiré un rato a la piscina, nade unos 10 minutos. El asunto es que salí de la pisciona y bam, ahí estaba el pendejo, tomando sol de nuevo, en su zunga pequeña. Salí y lo saludé. Se sacó los lentes de sol y me saludó de vuelta muy efusivamente, me dijo que me quería devolver la bolsa, pero no sabía dónde vivía.
Nos reímos y conversamos un rato. Nos habremos quedado unos 40 minutos más ahí, hablando de puras hueás. Noté que no teníamos muchas cosas en común, pero era tan simpático y hablador que no me importó, fingía interés por todo lo que mencionaba, desde las polémicas con Taylor Swift y no sé qué más.
A la vuelta, pasamos a su depa, me devolvió la bolsa y nos despedimos. Fue extraño, yo juraba que pasaría algo, no sé. Idiota me sentí.
Esa semana fui todos los días arriba y todas esas veces me lo topé. Uno de esos días me comentó que trabajaba desde la casa y por eso se podía dar esos breaks. Ya estaba convencido de que no le había gustado y que no pasaría nada. Pero cómo me caía tan bien, me gustaba encontrarlo allí, además sabía que no podría encontrarlo en la piscina por siempre, en un momento tendría que volver a la pega.
El martes de la siguiente semana, me lo tope nuevamente. Estaba en la piscina nadando, se salió, nos saludamos y se tiró de espalda a una silla de playa. Al rato me preguntó si le podía ayudar con el bronceador, accedí. Partí por su espalda firme, llegue hasta arriba de su culo, era bien bonito, cachentocito, pero pequeñito y paradito. Lo comparaba sin sentido con el de Mario, que era grandote grandote, como era mi única mi experiencia. Luego comencé a esparcir el bronceador por sus piernas y terminé.

Fue en ese momento en qué me preguntó algo que no esperaba la verdad, aunque sí quería: me preguntó si no me molestaba que tomará sol desnudo, porque necesitaba broncearse de forma pareja, le dije que no, para nada, obvio, “sacate todo” pensaba.
Lo mejor pasó 10 segundos después cuando me pidió otro favor: que le esparciera un poco de bronceador por los cachetes, llegué a tartamudear mi respuesta, el se rió. Ahora, lo gracioso es que no se lo quitó él, me pidió ayuda para sacarse la zunga, así que lo hice. Mi corazón pegaba con fuerza. Se levantó unos centímetros y comencé a quitarselo despacio. Su culo era como pensaba, lampiño y blanquito. Llegue hasta la mitad, se dio vuelta y me dijo:
-Si le das un mordisco, no me enojo.
Quede pa’ la cagá ¿era una talla? ¿debía tomarlo literal? había pasado su tiempo desde que tenía un culo en la cara y no lo iba a desaprovechar. Agarré ese culo con mis dos manos, separé un poco sus cachetes para verle el hoyo, ese maravilloso hoyo sin ningún pelo y me tiré de una con la lengua.
–oh hueón, te dije muerde no… – y no dijo más, solo siguió gimiendo
Tenía tanta hambre de culo y no me había dado cuenta que le raspé todo el poto, le saqué brillo a su hoyo, y se veía hermoso con mi saliva, le acariciaba la espalda mientras mi lengua lo penetraba. Por otro lado sentí miedo por si alguien venía, pero pico.

Mi amigo solo le escuchaba un “qué rico”, “sigue así”, “dale, dale…” lo que me animaba a seguir con fuerza. Se paró un poco y se puso en cuatro, oportunidad ideal para agarrarle los cocos por abajo y sentir sus genitales, también estaba completamente depilado, eran tan suaves. Este cabro era lo opuesto a mí, yo era más tosco, con unos kilitos de más, algo peludo, de barba, un oso cualquiera. Hasta el pico lo tenía peludo, grueso y venoso.
Le tomé el pico y comencé a chuparsela por atrás, culo, huevo y pico.
Se dio vuelta, terminé de quitarle la zunga. La tenía grandota este cabro, no lo imaginé, porque tan chiquito que se veía, pero tan rico, te juro que su pichula sabía como a coco. Su cara de placer estaba para subirla a Instagram, lo acariciaba completamente mientras me comía su verga tan dura.
Pero quería más de su poto, así que lo di vuelta de nuevo con fuerza y le metí toda la lengua, me acordé de esa primera vez con el Mario, tan acelerado, tan bruto, tan necio, el cachó que estaba necesitado parece, porque de pronto me detuvo. Se puso de pie, la zunga, tomó su toalla y me pidió que lo acompañará, pensé que iríamos a su depa o al mío, pero en cambio se metió a las duchas, ese lugar dónde nadie va porque ¿para qué ibas a tomar una ducha en ese baño si podías bajar a tu departamento? la gracia es que no había nadie, pero si un calor de mierda. Dimos la llave de la ducha, como para hacer ruido, nos metimos debajo del chorro de agua, nos sacamos la ropa y nos frotamos los cuerpos, chocando nuestros sables con firmeza.
El calor que sentía en el pecho era pura pasión reservada. Oh dios, sentía que solo con ese roce iba acabar, no podía quedar en vergüenza así. En un momento cache que sacó algo de su bolso pequeño, era un condón y dos frasquitos, uno era un pequeño lubricante y el otro algo que inhaló, en ese momento no tenía idea que era, pensé que se trataba de coca, así de pavo po. La cosa es que me lo puse como pude, el se lubrico el potito y aplicamos, al lado de la ducha para que no se corriera el lubricante.
Hueón, ese poto lampiño, chiquito y paradito lo hice mierda. Le entraba tan fácilmente a mi compadre, se notaba que sabía lo hacia. Lo tomaba de la cintura, acomodando el pico mientras se lo sacaba y ponía. El se retorcía para conseguir un beso, le mordía su cuello, por abajo de su oreja, lo prendía más.

Al igual que la primera vez con el Mario, no aguante mucho. No pasó mucho rato y acabe, estuve a punto de rebalsar ese condón con tanta leche. Yo le pedí que me acabará en la boca, no se demoró nada en soltar la lechita, algunas gotas cayeron lejos, la mayoría en mi lengua. Demasiado porno, demasiado bueno para ser cierto.
Nos dimos un último beso mojado, nos vestimos bajamos. Ese viaje en el ascensor fue algo incomodo, él no hablaba, yo tampoco. Nos despedimos cómo súper distante y se fue bajó primero. Terminé como mal, como angustiado ¿lo habré hecho mal? ¿hice algo para molestarlo? ¿la tenía muy chica para el? ¿acabé muy rápido? Me achaqué entero, las inseguridades me atacaron brígido ese día. Te juro que me quedé acostado toda la tarde, no quería ni moverme, hasta que sonó el timbre. Raro, nadie nunca me visita. Salí, y ahí estaba él. Con una botella de vino, me preguntó si podía pasar y pasó, y siguió pasando toda esa noche y la noche siguiente.
Ahí cache su nombre y a qué se dedicaba…
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