Roommate

El 2016 fue complicado. Salí del closet con mi familia, no se lo tomaron para nada bien y de allí todo empeoró: a la semana siguiente, el pololo que tenía que me motivó a que hablara con mis papás, terminó conmigo porque volvió con su ex. ¡para el olvido!

Aunque ya había hablado con mis padres, sabía que tenía que abandonar mi casa pronto, no es que me estuvieran echando, pero después que les conté que era gay, nada fue lo mismo, mi hermana chico me dejo de hablar y hasta me quitaron del grupo familiar de WhatsApp (fue lo único bueno que pude sacar de eso).

Por suerte tenía trabajo, desde chico aprendí a ser autosuficiente y fuerte. Aunque no me alcanzaba para ir a vivir solo. Una amiga, la Fran, me recomendó que arrendará algo con otra persona, pero ¿con quién? me recomendó que hablara con uno de sus amigos, estaba buscando un compañero hace rato.

– Ha estado buscando minas, pero no le ha funcionado, muy jote. 

Claro, no tenía esperanzas, pero la Fran insistió. Fuimos a un carrete a su departamento en Lord Cochrane, para que lo conociera. Llegamos temprano. Nos recibió el, un chiquillo pada nada del otro mundo, medio desaliñado, de mediana estatura, pelo negro corto, tez blanca, ojos cafés y nariz gruesa. Su sonrisa es lo primero que te engancha, es irresistiblemente contagiosa sin ser desagradable. 

Nos presentó a su polola Rocio, una chica preciosa, rubia, media bajita y amorosa. Según mi amiga, “no durarán mucho”, y al parecer era habitual eso en Jano. 

La fran hizo todo el trámite, le conversó sobre mi y todo, yo en cambio estaba algo tímido. Jano era intimidante, pero no en el mal sentido, eran tan avasallador, dirija la conversa, la fiesta, todo a su alrededor. Me cayó muy bien.

Lo mejor de todo es que aceptó sin pensarlo. Se acercó y me dijo: “Si eres amigo de esta loquilla, eres amigo mío”, esa misma noche hablamos de precios y cerramos el trato. Seguimos carretando, ahora ya sin tanto nerviosismo. 

A la semana siguiente ya estaba instalado en su departamento. Nadie en mi familia me ayudó con la mudanza. Solo Jano y la Fran. El primer día que me instale fue duro, pensé en lo que había dejado atrás, lloré un poco, pero luego pensé en que allí estaría mucho mejor.  Los primeros días fueron algo incómodos, solo porque nunca había vivido con alguien más que mi familia. Así que me faltaba costumbre. 

Ya la primera semana caché de inmediato como sería vivir con el. Al segundo día, salió de la ducha pilucho para buscar una toalla en vez de pedir una. Quede pa’ la caga.  Tenía el miedo pico y como se estaba duchando, salió todo enjabonado, riendo y orgulloso. Ese poto lleno de espuma se veía hermoso, rebotaba al ritmo de sus pasos apurados. 

“Esta es una de las ventajas de vivir con otro hombre, nos podemos pasear en pelota sin que nadie nos hueve ¿no?” – me explicó como medio riendo, tomó la toalla y se fue para baño.

Y esa no fue la primera vez que lo pille en algo, o no señor.  Una vez, cuando regresaba de la pega, lo pille pajeándose en el living. Como el sofa está puesto mirando para el otro lado de la puerta y estaba usando audífonos, nunca se dio cuenta que había llegado. La verdad me pegue mirándolo unos minutos antes de interrumpirlo. Tenía el pico largo, peludo y parece que se estaba pajeando hace horas, porque tenía la cabecita roja.  Tenía puesta una porno de culonas latinas en su notebook. 

Cuandos e dio cuenta pegó el medio salto, nos reímos. 

-Hueón, pero como tanto – le dije.

-Sorry bro, termino y me voy, aquí está más fresquito.

El huéon siguió, care raja no le importó que lo viera o nada. Igual por pudor, me fui a mi pieza, escuche un gemido ultra fuerte, estoy seguro que lo había hecho a propósito. Me dejo tan caliente que tuve que ducharme para pajearme. Cuando salí, me dijo “Vamos a buscar unas pizzas?” aquí no había pasado nada. 

Él sabía que era gay, mi amiga se lo comentó ese mismo día en el carrete, tampoco le había importando. Todo esto me hizo sospechar, pero claro, cada vez que tenía dudas, aparecía la polola de turno, se encerraban en su pieza y ya no los veía durante todo el día, aunque sí los escuchaba. Que manera de hacer ruido.

Cada semana que pasaba este hueón me calentaba más. Por suerte conocí a un chiquillo en la pega, el Raúl, era medio tonto, pero no lo quería para conversar y además tenía un culo delicioso. 

Conversábamos por WhatsApp con Raúl, nos enviamos nudes, el de su poto, yo de mi pico, Al final nos pusimos de acuerdo, y como él no podía poner su casa, le dije que viniera. Sentí el timbre y partí corriendo, pero este hueá del Jano abrió. Lo salude de atrás, le dije que pasara, se lo presenté al Jano. 

Jano estaba en su salsa, le hacia preguntas a Raúl y como era medio pavo, no cachaba que lo estaba hueviando, no en mala, sino como era el. Los interrumpí y le dije a mi compañero que se fuera para mi pieza, que iría al tiro. 

-Ya po’, no lo molestí po, es tela el cabro- le dije al Jano

– Claro, lo trajiste porque es tela – se rió – y no por ese potito paradito, pillín.

Me dio risa, le dije que estaría “ocupado”.

-Entendido capitán pico – me respondió, muy maduro y me aleje.

Cuando entré en mi cuarto, pillé a este hueón tirado en la cama, solo con su jock. No había tiempo que perder, estaba tan caliente. Lo di vuelta, lo puse en cuatro y le comí todo el hoyo, no tenía ningún pelo entre medio. No tiraba hace rato, así que creo que Raúl lo sintió así y también mi lengua traviesa en todo su poto. 

Me termine de desvestir y le pedí al hueón que se sentará en mi cara, no se negó, me puso todo el poto en la cara, era tan redondo, lo abrazaba como si fuese el último culo del desierto.  Le gustaba gemir fuerte a este otro, no me importó. Se levantó y me chupo el pico, tenía la garganta profunda, se lo comía de una. Le gustaba jugar con los cocos. 

Se notaba que no iba a durar mucho, así que lo detuve, lo puse arriba de la cama, patas para arriba y con dos dedos empecé a dilatarlo. Le gustaba. Luego se la metí sin mucha paciencia al borde de la cama, se quejó mucho, me pidió que fuera más lento, pero no pesqué, estaba en otra dentro de su cuerpo. 

Nuevamente al par de minutos ya estaba listo, “qué plancha”, pare un momento, y nos acomodamos, me dejo su culo parado en cuatro, le di dos palmadas y pa’ dentro nuevamente, su espalda se veía maravillosa, su cuerpo rendido, sus manos sobre su cabeza. Inevitable pensar que era el Jano a quien se la estaba metiendo. 

Me acosté en la cama y el cabro se sentó en el pico, dándome la cara, y te juro que entre cada movimiento de cadera, veía al Jano arriba del pico, era una hueá muy rara. Fue tan heavy que me fui al tiro, le llene el potito, el hueón se dio cuenta.

– ¿qué? ¿ya acabaste? pero hueón, ni te pusiste condón por la chucha…

Se paró y se fue al baño a limpiar. Yo estaba en otra, tirado, como completamente en otra. Volvió e intenté arreglarla, se la chupe hasta que se fue, se demoro caleta, pero se lo merecía. Me tragué todo su moco de una en forma de disculpa, mientras jugaba con un dedo en su culo. Terminó brigido, así que supongo que disculpa aceptada. 

Con Raúl seguimos tirando varios meses, incluso en la pega cuando estamos estresados, íbamos a una bodega a liberar tensiones. Era el pasivo perfecto, siempre listo y dispuesto. 

El Jano siempre lo agarraba para el hueveo, pero se llevaban bien. No súper, pero bien.

Durante esos meses, Jano siguió igual, cambiaba de polola cada cierto tiempo, se paseaba todo el fin de semana en ropa interior, a veces me mostraba el pico por accidente, pero lo bueno, es que ya tenía a Raúl para soltar toda la calentura por la que me pasaba este otro hueón.

Todo marchaba bien, hasta que Raúl se tuvo que ir al sur por un tiempo a cuidar a su mamá enferma. Qué paja. Justo unas semanas después, un sábado, a este Jano se le ocurre hacer un carrete, como había terminado con la número 2.540 debía “pasar la pena”. Yo andaba  súper cansado ese fin de semana, así que me fui a acostar temprano. Tenían la cagá en el living, pero el cansancio me la ganó. 

Desperté como a las 6AM con ganas de ir al baño y  aunque las piezas están separadas, el único baño estaba más cerca de su pieza, tenía que através por el living para llegar. Salí de mi cuarto y sentí unos ruidos raros, pensé “este hueón todavía sigue…” llegó a la sala y veo a este hueón en el sofa con los pantalones hasta abajo, la polera levantaba y una chica saltando arriba del pico, ni siquiera se había quitado la ropa interior, tanga para al lado.

¿Qué me iba a sorprender de este hueón? nada, creo que solo me faltaba verlo culiar, hasta para cagar no era nada tímido. 

Igual como que quede como impresionando, la chiquilla era talentosa, se movía tan rico arriba del Jano y de alguna forma me daba envidia, no es que fuera pasivo, siempre me dolió mucho como para seguir intentando, pero no sé. Se veía tan maravilloso,  tanta envidia sentía en ese momento y una erección gigante en los pantalones.

Jano como que se dio cuenta que lo estaba viendo y me hizo un gesto como para que me acercara, ni cagando, la chica se dio vuelta y era la Fran, mi amiga. Ahora si que mi mente explotó 

-¿qué chucha les pasa? – Les grité Se rieron caleta.

“Nada, no seai exagerado” –Igual me hacía sentido, la Fran era así, desinhibida, pero nunca tanto. 

-Ya, si igual, me tengo que ir… me va a matar mi pololo- nos mencionó la Pancha

-Pero no po, como me vai a dejar así por la chucha – le reclamó el Jano

-Pero dile aquí a mi amigo que te “de una mano” – ambos se rieron 

-Sí, lo voy a considerar…

Yo al medio, consternado. Se despidió, cerró la puerta y me quedo mirando al Jano.

-¡Ponte los pantalones por la chucha! – seguía con el pico afuera, ni se había quitado el condón el saco hueá. 

-Ya que está puesto, aprovechemoslo – me dijo riendo

No lo pesque, me reí y mientras caminaba me tomó la mano, me di vuelta y lo quede mirando como ¿qué te pasa? se levantó los pantalones, me hizo un guiño y se fue para el baño. 

Mierda, se me había olvidado que quería ir a mear. Decidí esperar, hasta que sentí la ducha, no iba a esperar tanto, toque la puerta y entré, tal como él siempre lo había hecho cuando yo me duchaba, la cortina era de vidrio y se veía todo, el hueón se estaba pajeando, pero no quise mirar derechamente. Cuando terminé de mear, tenía la pichula terrible dura, tenía al hueón al lado, estaba como borracho, no sé, filo, me atreví.

Abrí la cortina, me saqué la ropa y todo. El hueón se acercó de una con esa sonrisa pícara culiá y nos comenzamos a besar, a frotar los picos tal pelea de espada. No dijimos nada. de todos modos me aterraba pensar en prestar el poto, no lo había intentado hace rato y este hueón tenía un equipo que podría matarme por dentro. 

Nos separamos y nos quedamos en silencio y el hueón se salió y se dirigió a su cama. Lo sigo. Lo primero que hace es ponerse en cuatro. Como si todo esto ya no fuera extraño ¿lo quería? ¿Quería ser penetrado?

Caminé lentamente, contemplando ese culo peludo, gordo, mojado y virgen. Noté que estaba “mal puesto”, tenía demasiado encorvada la espalda, error de principiante. Con mis manos lo guié, le estiré el culo para que quedara más paradito, con el hoyo saludando al aire, listo y dispuesto. 

Me agaché para mirar directamente ese bello panorama y boom, lengua erecta en su poto. El hueón se retorció, tiro el poto para la cama, pero no me detuve, lo seguí y hundí mi cara allí, gemía tan rico, tan como hombre, tan bruto, se tapaba la cabeza, quizás como rehuyendo de lo que estaba pasando. Le di unas palmadas bien fuertes en sus cachetes, al parecer le gustó, así que seguí pegándole más fuerte, le deje rojas las nalgas. 

Lo di vuelta y le chupe el pico, no me quería mirar y se notaba. No me importó. Le iba a sacar el alma por el pico de lo rico que se lo estaba chupando. Le aparte las piernas más arriba, para pasarle la lengua desde el hoyo, pasando por los cocos hasta llegar a su cabecita, repetí en varias ocasiones porque pegó los medios gemidos. 

Con sus manos, se tomó las piernas, levantando el potito, dejando su agujero en una mejor posición. Partí rápido a mi pieza, traje el lubricante, le metí un dedo, se quejó del dolor. No paré. Le metí dos dedos y ya estaba entregado. Ahora venía lo mejor.  

Centimetro a centimetro iba hundiendo la pija en ese culito virgen. Cuando llegue al fondo, sentí como si cuerpo se relajó, ya estaba rendido. Ya no podía escapar de esto, una vez con el pico hasta la guata, no había vuelta atrás. Creo que el se dio cuenta. Me acomodo con mis rodillas para mejorar el mete y saca. Mientras se la metía, jugaba con su pico y su precum, estaba tan rico que me tiré encima de él no más. Estuvimos a lo misionero. Volví mis labios a los suyos y me correspondió sin asco. Estaba completamente encima de él, ejerciendo toda mi fuerza para su placer.

Nos detuvimos. Se paró, caminó hasta el umbral de la puerta y levantó la cola, apoyándose en el marco. Allí seguimos dando, de pie, a lo perrito, yo por detrás. Atrapándolo con mis manos. No decíamos nada. Solo culiabamos rico. 

Seguimos en la cama, me acosté y se puso arriba mío, dándome la espalda. Bajo despacito, acomodando el pico en su hoyo. Se movía tan rico que no dure mucho más y al igual que con Raúl, le llené el culo de leche, sin ninguna advertencia. Lo rico es que el término justo después, pero encima de mi pene y estómago. 

Se volvió a la cama y nos quedamos mirando, jadeando, no decíamos nada. No había nada que decir. El sol ya iluminaba todo el cuarto, no había dónde escapar, nos revelaba cada uno de los detalles de esa madrugada. El semen en su poto y cama, nuestros cuerpos sudados asquerosos, nuestras caras de satisfacción, las risas y unas ganas de seguir culiando ese día.

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