Sega Genesis: última parte

Pipe, ¿por qué eras tan hueón? Me daba rabia este cabro, porque por más que lo quería, por más que habíamos culiado rico, era un bruto de mierda y no dejaría de serlo. Ahora me enteró que dejó embarazada a la Pili. Mal.

Lo peor para mi no fue que preñará a esta hueona, sino que esa semana me acusó de haberle contado toda la hueá al Jerry, el pololo de la Pili. Me enojé tanto, me trató de maricón, que yo lo había seducido ese día que culiamos, que lo había curado para llevarlo a la cama ¿qué chucha el loco de mierda? me dolió a no poder más ¿cómo podía creer que haría algo así? ¿a mi mejor amigo? Todo esto me lo dijo por teléfono, así que partí al tiro a su casa a solucionar el asunto.

Tenía la puerta abierta, pasé no más. Tenía el despelote, vasos rotos, creo que había tenido un ataque de ira, quise irme, pero me lo encontré en la pieza, con una botella de ron al lado, tirado en forma fetal, sollozando. Se me pasó todo el enojó al ver que mecesitaba. Me vio y se me tiró encima para buscar un abrazo, yo pensé que me pegaría, pero no.

Solo atiné a decir que yo no había sido, que yo no había hecho nada que él no quisiera, él seguía algo confundido, pero parece que entendió el mensaje. Fuimos al living, hice algo de aseo en su pieza y hablamos con más tranquilidad, me contó lo que pasó: la Pili quiere hacer pasar ese hijo, como hijo del Jerry y olvidarse del Pipe. Pensé que algo así lo alegraría, pero no.

Esa noche el Pipe no quería estar solo, estaba borracho, confundido, enojado y hasta caliente, necesitaba cariño, calor, algo.

Pero este pelmazo seguía tomando, quise quitarle la botella, pero no me dejó, quedo cocido muy rápido nuevamente. Lo intente levantar del sofá para llevarlo a la cama, le quite las zapatillas, sus pantalones para que estuviera más cómodo, ahí reaccionó.

-¿Qué? ¿querís chupármela también fleto culiao?
-Pipe, hueón, por la chucha… ¿de nuevo esto?
-No te hagai el hueón maricón, sé que querís más
-Cállate hueón, duérmete un rato.

No se calmó, se sacó la pichula, se paró y se fue contra mía, muy molesto y violento. Igual me dio algo de miedo, no lo había visto. Puso su cabeza bajo mi hombro y se puso a llorar, nos acostamos en su cama y no me soltó, no me soltó en toda la noche, fui a botar el ron que quedaba y luego se durmió en mi guata, le hice cariño para quitarle algo la ansiedad, no hablamos, solo sentía su respiración.

En la mañana se despertó primero, se fue al baño y me despertó. Solo alcance a verle el poto desnudo entrar al baño. Estuvo mucho rato ahí. Salió y solo me dijo que me fuera. Le pregunté si quería hablar sobre lo que había pasado y solo recibí un grito más fuerte para que me fuera. Me trató pésimo. Solo atine a salir rápidamente. Sabía que estaba confundido y pasando por un mal momento, pero no iba a tolerar qué me tratará así. Loco bipolar, me tenía chato, me dije a mi mismo que no toleraría más esto, que si quería ayuda, que lo buscará en otro lado. Filo.

No supe de él en más de un mes. Seguí con mi vida con una pequeña angustia, intenté entender qué es lo que había pasado. No me dio ninguna señal. Hasta que un sábado me lo topé afuera de mi casa, me estaba esperando. Salí a la reja y ahí hablamos.

-¿Qué querís hueón? – le pregunté enojado
-¿Me podís escuchar?
-¿Pa’ qué me tratís como las hueás? no gracias – intente cerrar la puerta, pero no me dejó.
– No, necesito que hablemos, por fa.
– Ya po, hablemos
-Pero no aquí – pudo ver en mi cara que no me parecía un buen plan – te juro que es en buena onda.
– Ok, vamos, pero rápido.

Llegamos a su casa, me abrió la puerta y se notaba que su mamá no había llegado, estaba todo igual de desordenado, hasta olía algo mal.

-Ya po ¿qué me querís decir?

Cerro la puerta, se acercó a mi, se sacó la polera, los short que andaba trayendo y los boxers. Tenía el pico semiparado. Se había descuidado algo, estaba peludo, como un oso, bien rico, pero no me convenció.

-¿Qué chucha hueón? podís dejar de jugar y decirme las hueás – verlo así igual me calentó, pero estaba más enojado que caliente.
-No, primero esto.
-¿Primero qué? – se fue al sofá y se puso en cuatro.
– Me bañé… y….

Me trague el enojó de una y salté de una a su poto ¿era su forma enfermiza de pedir disculpas? si era así, funcionaba perfectamente. Arqueaba la espalda como si supiera lo que hacía, cosa que me extrañó harto, pero no me molesté, se le daba tan natural. Su pico a full me demostraba que lo pasaba bien, que lo quería y no se obligaba. Sus gemidos lograban tranquilarme. Me demostraba que lo quería también, pero ¿qué había cambiado desde la última noche esa? No quise hacerme más preguntas, tenía un hoyo que tratar bien, hvagamóslo sentir cosas que nadie más le había hecho sentir.

Creo que no conté todo el tiempo que estuve ahí, sumergido en su poto, el tiempo no pasaba. Le escupía de vez en cuando y seguía, preparándolo para lo siguiente, porque en mi fantasía, obvio que esto iba a un mejor lado. Lo tenía re abierto, me tiré hacia atrás un rato, con mis manos posadas en cada nalga, viendo aquel obra de arte, hoyo peludo, esperando ser penetrado por primera vez (o eso creía yo).

Me paré, me saqué el pico, le tomé por la cabeza para que me chupará, le sacó brillo el hueón. Sus ojos habían cambiado, todavía tenían pena, inocencia, tranquilidad, calentura. Era un perrito chupando pico, le pedí que la escupiera, obedeció sin quejarse.

En ese minuto no me percaté, pero la forma en qué se habían volcado los roles, era brutal. Ahora yo lo tenía tomado de las caderas, ahora era yo el que tenía todo el control y literalmente lo tenía de las bolas, era yo el penetrador, el macho, el hombre, el de los cocos más grandes. Era yo y eso me excitaba caleta, verlo doblegado, verlo pasivo, verlo en un rol que jamás pensé tenerlo: en cuatro, sumiso, listo.

Ni me quité toda la ropa, esto era un tramite, no había amor, al menos no por parte mía, solo rabia, frustración y la iba a depositar todo encima de este hueón. Lo tiré de nuevo al borde del sofa, se afirmó del borde, mirando para atrás algo preocupado, mientras le empujaba el pico, ahí no se preocupó más. Se lo chanté despacio, pero fuerte y constante. El ni se pajeaba, solo era un recipiente, nada más.

Entre tanto mete y saca, lo tomé de los hombros para que le entrará todo más profundamente, se notaba que le gustaba. Goteaba caleta, me percaté cuando le pasaba las manos por los cocos y su pico peludo. Me fui cortado súper rápido, era tan apretado este hueón y gemía tan como bruto. Lo llené de moco, onda, creo que fue la acaba más rica del planeta, terminé encima de él con un grito terrible fuerte, seguí metiendosela, aunque ya se me había aflojado, quería que mi semen le durara adentró, que luego cuando se le saliera pensará en mi.

Me subí los pantalones, le mire un poco el hoyo y caché como se le escapaba el semen por las piernas, él se quedo ahí, mirando para adelante, no se dio la vuelta. No dijimos nada más y así me fui, dejándolo bien preñado llegué hasta la puerta de su casa y me viré, no había nada más que decir, “disculpas aceptadas” y chao.

Llegué a mi casa, me limpié el pico pensando en lo que había pasado. Toda la rabia se fue de una, ya no tenía esa carga, se la había dado toda al Pipe. Al futuro papi Pipe. Ahora lo tenía pena, mucha pena.

A la semana nos juntamos de nuevo. No sé si era su mecanismo de defensa o qué se yo, pero no hablamos de lo qué pasó, me contaba que la Pilar ya le había contado al Jerry que sería Papá y que cortó todo lazo con ella. Ahí fue cuándo ya no aguanté más y le grité prácticamente.

-Felicidades po, ahora dime ¿qué chucha fue lo del otro día?
– ¿Qué cosa? – me preguntó confundido
– Pipe, ya po, ponte en serio, ya deberías saber que no te voy a juzgar, que conmigo podís ser sincero, podís ser libre, no seaí hueón, no te tragí más hueas – y aplicó su técnica favorita: no me respondió, solo se quedo mirando el piso, mientras se sobaba las manos, creo que lo quebré, así que bajé un poco el cambio – hablamos cuando realmente te sientas capaz – le terminé por decir.

Me tomó del brazo y me pidió que no me fuera. Me confesó que estaba confundido, que no sabía qué elegir. Traté de explicarle que no tenía porque decidirse, que podía sentirse atraído por ambos sexos, pero creo que para el no era una opción. Filo, lo dejé tranquilo. Ese día me contó que se iría con su mamá al sur y que no pretendía volver. Solo le dije que si el creía que era lo mejor que lo hiciera, pero que estás cosas lo iban a seguir hasta allá.

Pensé que se iría en un mes, pero esa misma semana desapareció, me borró de todos lados y a pesar de qué dolió, sentí que era lo mejor, no necesitaba a alguien así en mi vida, aunque fuera mi amigo de la vida.

Pasaron varios años antes de que supiera algo de él. Lo busqué en Facebook, noté que tenía una familia, una esposa, un hijo y todo, ahora sí uno oficial. Me sentí bien por él, quizás encontró lo que buscaba: certeza.

Aunque todos sabemos que así no funciona la cosa. Tu naturaleza en algún momentos se manifestará y así me lo hizo saber el Pipe cuando me agregó a Facebook un año más tarde, quería algo que, al parecer, yo solo podía darle.

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