Mejor Amigo
“No sé cómo llegamos allí, pero me encantó y lo volvería a hacer, una y otra vez”.
Con Camilo nos conocemos desde octavo básico. Fuimos compañeros de colegio, recuerdo que nos obligaron a sentarnos juntos en la sala de clase y a pesar de que no nos hablábamos al comienzo, con el tiempo nos hicimos buenos amigos. Intercambiamos cartas Pokémon, comentábamos “Cerro Alegre” en los recreos, veíamos “Rojo” en su casa, tomando once y a veces íbamos al cine a ver películas de terror.
El chiquillo no llamaba mucho la atención. Moreno, de cara perdida, tímido, nariz gruesa y ojos café tímido. Bajito y maseteado. Nunca se paraba bien, su mamá siempre lo retaba por eso. Muy chascón de pelo grueso y tieso. Con los años su voz se fue volviendo más grave, como de radio, siempre lo molestaban con eso, el se avergonzaba. No tenía una personalidad muy extrovertida, pero tampoco era un completo desadaptado. Era muy amistoso cuando superaba la primera barrera.
De todos modos tampoco compartíamos mucho con el resto de la clase. Mientras el resto estaba preocupado del estado de Colo-Colo, a nosotros nos interesaba que Daniela Castillo ganará la competencia, qué decepción.
En la actualidad resulta extraño pensar en el pasado: ya que éramos heteros (creíamos), no había cuestionamiento. Nos gustaba la Britney porque era rica, no por sus canciones o sus videos o al menos nos engañábamos así.
Lo cierto es que cuando comenzamos a ver porno a escondidas en mi casa, me llamaba mucho más la atención esos picos gigantes, lo demás era un adorno. Era algo habitual, llegábamos a mi casa después del colegio (teníamos la casa sola) prendíamos mi Compaq Presario con Windows 95 y nos conectábamos a un primitivo internet a buscar fotos porno (hetero, obvio). Los videos eran muy lentos de descargar y tenían muy mala calidad. Fue en eso que le vi por primera vez el pico al Camilo y fue divertido: era igual que su cabeza, chascón, pico grueso y abundante pelo. Pasábamos horas pajeandonos frente al computador, hacíamos competencias y todo, intercambiamos técnicas, a veces a mano cambiada. Jamás pensamos que lo que estábamos haciendo era algo malo, al contrario.
Pasaron los años y nada parecía cambiar, hasta que Camilo comenzó a pololear con Romina, una chica de un curso más adelante. Lo perdí. Me sentí mal, me sentía celoso, pero lo entendía y jamás le hice un show ni nada, tampoco es que me gustará el Camilo, solo que por mucho tiempo fuimos los dos y me sentía abandonado. Salía de vez en cuando con ellos, pero sentía que tocaba el violín, muy incomodo.
Me concentre en encontrar una polola, pero no tuve éxito.
De pronto, se me ocurrió una idea para recuperar a mi amigo, al menos durante unos días: ¡un viaje! Mi hermano mayor se había ido a vivir a Valparaíso y me invitó a que me quedará unos días para fiestas patrias, le pregunté si podía llevar un amigo y me dijo que no había problema.
Por suerte, la Romina se iba a Concepción durante esa semana, así que tenía la luz verde. Le conté a Camilo y acepto de inmediato.
Nos fuimos en bus. Ese viaje sí que lo recuerdo, el cabro me contaba que con la Romina han estado a punto de hacerlo y por alguna extraña razón, mi corazón se rompió y no entendía el porqué, era un mezcla de envidia, celos y hasta calentura para saber cómo había sido. Me contó que solo se la había chupado, y que se negaba a “hacerlo” todavía. No sé amigo, estaba molesto y sentido, pero como siempre: me lo guarde.
Llegamos a la casa de mi hermano, nos recibió con unos fan-shop muy helados. No solíamos tomar, así que no sabíamos cuándo o cómo parar. Ese primer día nos fuimos a dormir temprano, muy mareados. Había solo una cama disponible para los dos, así que dormidos dados vueltas, encima del cobertor, con la ropa puesta.
Al otro día, fuimos a las ramadas del Sporting, nos tomamos unos terremotos que nos consiguió mi hermano y hueviamos caleta. Llegamos a la casa temprano y jugamos taca-taca. Hicimos una apuesta, el que perdiera, se tenía que tirar a la piscina con ropa y todo. Cuento corto: gané, así que partimos salimos, hacia mucho frío, no quería cumplir con su parte, era una piscina muy chica, de estas que se arman. Se tiró un chapuzón rápido y salió tiritiando, yo estaba cagado de la risa, todavía mareado por los terremotos. Mi hermano para seguir hueviando me terminó empujando igual a la piscina y caí feo.
Entramos rápido a la casa y nos fuimos a cambiar, mi hermano nos ordenó que nos ducháramos con agua caliente para no resfriarnos, así que entramos los dos al baño y nos comenzamos a sacar la ropa, nada del otro mundo, ya lo había visto pilucho muchas veces. El se desvistió en un dos por tres y se metió al agua caliente, yo me demoré un poco más. El vapor no tardo en tapar todo el baño, tuve que quitarme los anteojos, soy un poco piti, así que veía re poco dentro. Me desnudé completamente y entre al agua.
El Camilo estaba extrañamente silencioso, dándome la espalda (mostrándome el poto). Le hablaba, pero me respondía con monosílabos. De pronto escuché la puerta golpear, era mi hermano avisando que bajaría a comprar más chelas y que volvía luego, le grite que ok.
⏤¿Qué pasa hueón? ⏤ le pregunté.
⏤Nada… ⏤ me respondió como coqueto.
⏤ Ya po, me asustas ⏤ insistí.
Se dio vuelta y me quedo mirando, se rió, no cache porque hasta que “sentí”su pico parado, comenzó a “atacarme”. No parábamos de reír, ahí bajo el agua ardiendo, en una nube de vapor
⏤ Ya po, para po’ hueón hueco jaja
Pero no me apartaba. Me rozaba el cuerpo con ella y parecía gustarle. Se notaba que estaba muy ebrio. Todavía no entiendo como tomé el valor de tomarlo de la cara y besarlo care’ raja. Se aparto rápidamente por unos segundos, se quedo como pensando, para volver al ataque.
Qué besos mojados más ricos. Me atreví a ir más allá y agarrarle el pico fuerte, se quejo rico. Como era novato, lo primero que atine a hacer fue bajar y chuparle el pico, ese hermoso pico grueso apenas me cabía, me producía arcadas, pero ahí estaba, demostrando que lo podía hacer bien. Trataba de mirar para arriba, pero el agua me estorbaba.
Seguimos con los besos y con los picos nos empujábamos mutuamente, jugando a las espadas, era una sensación que jamás había sentido, como puntadas en la guata baja, me gustaba, quería más.
Paramos, cortamos el agua, nos seguíamos riendo como hueones. Nos fuimos para la pieza y seguimos en la cama, semi mojados, unos arriba de otros, tocándonos los picos, el poto. Esta vez la exploración fue más profunda. Con cada movimiento intentaba darme vuelta y lo logró, quede tirado con el culo al aire, no se demoro nada en poner toda la cara entre mis cachetes.Fue la primera vez y ni siquiera sabía que eso se hacia, me asuste, pero a los 10 segundos estaba en el cielo.
De inmediato quiso meterme el pico de una, pero estaba muy seco todavía, me dolió hasta el alma, me puse en posición fetal para calmar el dolor, el solo me pedía disculpas acongojado. Lo penca es que al minuto sentimos la puerta cerrarse y pegamos el medio salto, nos vestimos rápidamente y salimos. “Aquí no ha pasado nada”.
Mi hermano llegó con unos amigos y seguimos carreteando, tomando.
Luego de unas horas, nos despedimos de todos y “nos fuimos a dormir”. Cerramos la puerta, nos metimos a la cama solo con boxer y seguimos comiéndonos bajo el cobertor (por si alguien entraba).
Lo perdí de vista, el Camilo se sumergió llegando directamente a mi pico, chupándolo despacito. Estaba muerto de miedo, no a que me pillaran, sino a acabar muy rápido, me tenía listo en minutos. Quería explotarle en la cara pero me aguante. Me cambie de posición para chuparle el pico también y nos quedamos en una especie de 69 por debajo de las sabanas. Mientras me la chupaba, seguía insistiendo con mi hoyo, jugando suavemente con sus dedos. Yo estaba dispuesto a darle lo que la Romina no quería, aunque me partiera en dos.
Nos acomodamos. El quedo encima mío, con sus piernas separando las mías, nos miramos fijamente y solo le dije: “dale”.
Se escupió la mano se la paso por el pico y luego repitió con mi hoyo. Me preparé para lo peor. Puso su pico directamente en las puertas de mi poto y comenzó a empujar.
No te voy a mentir, la pase muy mal al principio, pero fue paciente. Lo metía despacito y luego lo sacaba para que me acostumbrará, no teníamos idea de lo qué hacíamos, pero sí una noción.
Para no concentrarme en el dolor me empece a pajear y de a poco ese dolor fue desapareciendo y junto con eso, su intensidad fue en aumento. Lo intenté calmar porque nos podían escuchar, pero no me hizo caso, siguió con sus embestidas, cada vez más salvaje. Yo ya estaba re preocupado, pero más caliente aún.
Al final levantó el torso, la saco y se fue encima mío, me llegó su leche hasta el rostro, lo que me hizo acabar inmediatamente, quede lleno de semen, del suyo, del mío, era un desastre. Se volvió acostar sobre mi, puso su cabeza al lado de la mía, riendo a carcajadas. Se volvió a su lado y nos quedamos mirando el techo en silencio
El silencio continuo durante toda la noche.
Los siguientes días fueron soñados, ya les contaré.
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