Casi Padrastro I
Puta, no me gusta describirme como un pendejo mal criado, pero debo reconocer que lo fui po. Me creí prácticamente con mis abuelos, las únicas personas que respeto sinceramente. Mi madre no podía tenerme de chico, era muy joven cuando quedó embarazada, igual trato de no juzgarla, porque a esa edad, no sé si yo tampoco hubiese querido hacerme cargo de un cacho como yo ¿Mi viejo? para qué hablar, se había ido a vivir a Perú y nunca más supimos de él.
La hueá, es que cuando cumplí 18 mis abuelos tampoco me podían tener, no era que fuese muy rebelde, el asunto es que quería divertirme, salir a carretear, hacer mi vida sin tener tantas ataduras, recién había salido del closet con mis amigos, así que me sentía justo en la cúspide de todo.
Pero mis abuelos ya estaban viejos, así que volví a vivir con mi vieja, ella no quería, yo no quería, me daba pena, pero en mi mente, mi abuela era mi vieja, así que igual la iba a ver seguido y todo.
Claro, pero para su pareja, tenía todo el tiempo del mundo, el problema es que también me resultaba complejo juzgarla en este sentido. No sé como se había conseguido a un tipo unos 10 años menor que ella, moreno, alto, de pelo corto, barbón, un poco narigón, ojos café claro, medio musculoso y por sobre todo muy simpático, francamente se me hacía imposible la idea.
Se llamaba Rodolfo, pero le decían Mono. Al parecer se conocieron a través de sus amigos, pero yo sabía que fue por Tinder, les daba vergüenza reconocerlo: viejos. No pasaba mucho tiempo en la casa, lo cual era una desgracia, era una de las pocas razones por las que me gustaba estar ahí, lo espiaba descaradamente cuando venía.
Onda, a veces me levantaba los sábados súper temprano y me iba al living a ver tele, con mis short cortos, así mostrando las piernas, porque sabía que este se iba a despertar solo en boxer para ir a buscar agua a la cocina, dicho y hecho, me metía conversa así y yo tratando de no apartar la vista que se me arrancaba a su paquete.
Como te decía, el ahueonao era un idiota buena onda, estoy seguro que votaba por la UDI, pero estaba rico y con 18 años, creo que nada importaba, mientras estuviese rico, ni que fuera el pololo de mi vieja.
La huea es que entre estos dos, organizaron un viaje a la playa, el hueón tenía una cabaña o algo así, así que partimos un fin de semana, piola, cualquier cosa para sacarme el estrés de la PSU de la cabeza, claramente mi mamá no pensaba en eso, era difícil que pensará en alguien más que en ella, pero bueno.
Llegamos el viernes en la noche, la cabaña era más bien una casa en el quisco, piola. Tenía dos habitaciones pegadas y un baño. Los viejos estaban cansados, así que se fueron a “dormir”, apenas los escuche culiando, partí pa afuera, me quedé un rato en el patio escuchando música en un sofá de mimbre viejo, viendo la nada, aprovechando el viento fresco, pensando en… la verdad nada.
Al rato después sale el hueón, de nuevo sin polera, onda este tipo le encantaba mostrarse, eso estaba súper claro.
-Te estábamos buscando… – me dice el ahueonao.
-¿ah sí? aquí estoy po
-¿Tenis hambre?
-La verdad no
-Es que te quería contar algo
-Dime – le dije con curiosidad-
-Le voy a pedir matrimonio a tu mamá.
-Ok… eso le gustará ¿no?- pregunté incrédulo
-Espero, así que seré tu padrastro parece.
-Ohh, no lo había visto de esa forma.
-¿Ah no?
-No, pero buena po… si están felices.
-Gracias, no le digas nada, quiero que sea una sorpresa.
-Ok – no me podía importar menos, pero fingí.
Se entró sonriendo, como aliviado. Sentí que se quedo mirandome, y fue la primera vez que intuí algo extraño de el, una vibra peculiar, mi sentido arácnido gay todavía no estaba desarrollado completamente.
Igual no lo culpo, tengo un poto súper gordo, onda bubble but, lo único que puedo agradecerle a mi vieja por sus genes. Además una cinturita como de mina, es raro, pero sí, además de dos piernas como jamones deliciosos, no gordito, sino exquisito y sí, aprendí a quererme harto.
El día siguiente fue más extraño aún, mi vieja estaba preparando el almuerzo, yo me había ido a bañar, me fui a mi pieza y este hueón entra así como si nada, no alcance a tapar ni nada, cuando lo vi, igual me relajé, se rió un poco y me preguntó puras hueás, como metiendome conversa random, no entendía qué pasaba, pero sentía como me miraba, yo le daba lo que quería, me secaba, me agachaba a raja pelada a buscar algo de mentira por sobre la cama y lo sentía como más nervioso, hasta que me puse el boxer y se fue.
Extraño, muy raro, pero bueno.
Ese día fuimos a la playa, tomamos once afuera y cuando volvimos tomamos algo de cerveza, yo todavía me había habituado bien a la huea, así que me tomé un fanshop y quede entonado. Nos reímos, la pasamos bien… onda sinceramente. Mi vieja cayó primero, se fue a dormir, nos quedamos solos.
Conversamos un rato, y también me bajó el sueño, como estaba en la silla del fondo, tenía que pasar por su lado de la mesa para salir, pero no me quería dejar pasar, onda bromeando, y me piqué en buena, así que comencé empujar con más fuerzas, como empujando mi poto a él, el hueón agarró papa y como que me agarró las hueas, ahí quedé helado, me tomó con una mano el poto y con la otra el pico (tenía las mansas manos), ahí como que me derretí y caí a su regazo, nos reímos un rato, le sentía el pico parado por encima de su short corto, trataba de sobarlo, pero me paré a los segundos después, me despedí y me fui a mi pieza.
Conchetumadre, ¿qué había sido eso? en mi imaginación retorcida, el hueón iba a seguirme, así que me desnudé y me tiré sobre la cama, pilucho y con la raja al aire, no tenía idea que hacía, pero lo hacía y ya. ¿Te dije que era predecible? porque apreció al minuto, prendió la luz y guardo silencio, me hice el dormido, se veía lo imposible, pero… no, apagó la luz y se fue a donde mi vieja. Maldición. Me dormí a pura paja después de eso.
Al otro día las cosas fueron tensas desde mi perspectiva, el se veía súper normal, me hablaba como siempre, nada extraño, yo por dentro, no podía olvidar esa palmada. Mi vieja me dijo que tendría que ir a comprar algunas cosas al súper, tomó las llaves del auto y le gritó algo al Mono, que estaba en la ducha. Cuando salió este hueón, lo esperaba en el living, salió solo con una toalla hasta la cadera, le salía vapor por el pecho, se veía tan rico el conchesumadre.
-Nos quedamos solos parece – ¿me insinuaba algo? era imposible saberlo todavía.
-sí, pero fue al súper no más, ya viene.
No dijo más, se quitó la toalla y comenzó a secarse el pelo. Fue la primera vez que le vi la pichula a mi futuro padrastro, el culiao se gastaba el medio pico, onda la cagó, peludo, peludo, grueso y gordo, tenía el caminito de la felicidad súper marcado, hasta los oblicuos. Se quedó ahí, secando el pelo, pero yo sabía que esa semi-erección que tenía, era una invitación. Se quitó la toalla de la cara y quedó “sorprendido”, porque me había parado para estar frente a él.
Entendimos al tiro que teníamos poco tiempo, así que ni me quite la ropa, solo me agaché y le comencé a chupar ese pico hasta dejarlo tieso-tieso, el hueón me agarraba de la cabeza para que se la chupara hasta el fondo, me esforzaba, pero era compleja la tarea, le comía las bolas y te juro que amaba su sabor, recién bañado, fresquito aroma. Se la chupe un buen rato ahí. Se sentó en el sillón grande que había y me puse de rodillas frente a él, gemía despacito, yo trataba de acariciarle los pezones y ese estómago y pecho, quería comerlo por completo.
¿Culpa? 0, más calentura que otra cosa.
No sé cuánto rato pasamos así. Me tomó de las manos y me paró, me bajó los pantalones mientras apretaba mis cachetes, le pasaba un dedo justo al medio, me quería preparar para algo mejor. Me golpeaba el poto con fuerza y gemía con rudeza. Me quería puro penetrar, se le veía en los ojos. Se escupió la mano y me lo pasó por todo el hoyo, yo con los pantalones abajo, solo gemía y me dejaba al placer. Locura.
Se paró y me pusó en cuatro en el sillón, estaba cagado de miedo, creo que él también, pero lo simulaba súper bien. Lo quería, quería ese pico, me tenía completamente doblegado, empujaba el poto pa’ afuera para que se viera hermoso y pa que me penetrara hasta el fondo. Me lanzó un escupo en todo el poto. Solo le sentí la puntita queriendo entrar en mi cuerpo, pero se detuvo, escuchamos el auto y nos paramos de una, el riendo, yo en pánico. Me levanté los boxer y el pantalón y el otro se fue corriendo a la pieza.
Mi vieja me pidió ayuda pa’ sacar las cosas de auto, fui care raja, la salude súper normal, al rato salió este otro hueón, hizo el almuerzo y todo piola. Todo parecía igual, excepto por esas miradas que nos pegamos cuando la señora miraba pa’ otro lado. Al otro día nos devolvimos pa’ Santiago y todo seguía una extraña normalidad.
De pronto, ya no me sentía mal por nada. Solo caliente, muy caliente y es cierto, nos quedamos con las tremendas ganas, pero nos las quitamos… la semana siguiente, aunque curiosamente, nunca llegó a ser mi padrastro.
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