Tío II

Los días que vinieron después fueron re jodidos. Tuve que volver a clases y francamente no quería, por mi hubiese seguido culeando para toda la vida con Ricardo. La realidad no era muy agradable, gracias a los recuerdos sobrevivía, pajeandome cada noche pensando en esos días, en su pico grueso, en su cuerpo sudado sobre mi. Hasta en la U me escapa de clases para correrme una, simplemente no aguantaba y lo extrañaba harto

Todo empeoró la segunda semana, le escribía a Ricardo, pero solo me respondía en las noches y cortante ¿Qué estaba pasando?. Cache que en su Instagram había subido una serie de fotos con un tipo que no conocía, aparecían muy cercanos, una de las fotografías decía: “gracias por encontrarme” y el sujeto que le respondió “sí amor, vamos por más”.


Qué chucha. ¿Dos semanas y ya me había olvidado? ok, no es que tuviéramos algo serio, ¡era mi tío por la chucha! ¿qué estaba pensando? sabía que no tenía razón, pero me sentía pésimo. Me costaba hasta respirar.

De la pena pase a la rabia y el despecho. Quería puro escribirle, mandarlo a la chucha, amenazar qué le iba a contar todo a mi mamá, muy maduro de mi parte, pero no lo había hecho, no hasta que recibí un mensaje de el que decía: “Pesca el messenger de Facebook”, lo mandé a la mierda y lo bloquee. Me llamó, pero le colgué, no quería hablar, ni saber de él.

Semanas antes, en la U, me hice amigo de un chico de venezolano, Daniel, era medio porfiado de cara y medio pesado, pero tenía un cuerpo increíble, usaba poleras ceñidas que mostraban sus brazos fuertes y unos buzos con los que se le marcaba todo el pico. Se me hacía el lindo desde hace rato, pero como estaba completamente embobado con el Ricado, ni lo había pescado.

Para sentirme mejor, le metí conversa por WhatsApp. Le conté que estaba triste y que necesitaba distraerme. No pasó mucho rato para que me invitara a su departamento a “hacer un trabajo”, claro… no quise esperar nada, me tome unos cortitos de vodka y partí para allá. Me recibió en la puerta, me hizo pasar y me agarró de una, nos besamos rico, pero me era inevitable recordar a Ricardo. Me castigaba pensando en el.

Daniel se manejaba, pero era brusco, torpe y no la chupaba. Se bajó los pantalones y me agarró con fuerza la cabeza contra su pico, me lo trague, no me dejaba ni respirar, era grueso y de olor fuerte. No fue para nada romántico, pero fue algo que quizás necesitaba. Solo soltar la calentura y la rabia.

No pasó mucho rato, me quito toda la ropa, hasta los calcetines y me tiró a la cama, se puso un condón, me pasó como un litro en lubricante en el hoyo y me dejó ahí tirado… literalmente porque lo llamaron por teléfono. Sí, quedé tirado en cuatro, esperando al hueón. Me vi en esa situación y casi me pongo a llorar, me estaba a punto de levantar para irme, cuando regresó, no alcance a decirle nada cuando me tomó del pelo, me levantó él y me dio un beso cerca de las orejas. Me recordó tanto al Ricardo que desistí de arrancar, volví a ponerme en cuatro y espere lo mejor.

Me la metio lentito y aún así dolió más que la chucha, pero filo. Me lo merecía. Y allí se me ocurrió una brillante idea, busqué mi teléfono, abrí la cámara frontal y comencé a grabarnos. Saque todos mis dotes de actor y gemí re fuerte, lo que calentó más al Daniel, me empezó a dar más duro y se escuchaba como ese pico rebotaba en mi poto, sonaba como a la gloria, le ponía color porque quería enviarlo después el Ricardo, sacarle pica y así lo hice. El hueón tomó el celular y me comenzó a grabar el poto siendo penetrado.

Este otro hueón me dio vuelta y me dejó al borde de la cama con las patas para arriba, allí empezó a empujar pero no me dejaba pajearme, me lo tenía prohibido, el lo hacia por mi, y era tan rico, con la otra mano, alcanzó mi teléfono y comenzó a grabarme, sí que de nuevo le puse máximo color, tanto que termine acabando fuerte e intenso.

“Papi, que rico” me dijo el Dani, me reí, le quite el teléfono, me di vuelta para enviarselo al Ricardo, tuve que desbloquearlo y mientras lo hacía el otro agarró papa y comenzó de nuevo a meterlo, no aguante mucho, por suerte se salió, se sacó el condón y me bañó todo el poto con su leche, agarró una toalla y se fue a duchar.

Me quede tirado un rato, me bajó la culpa, ¿qué había hecho? me sentí mal. Volví a mi teléfono y caché que había visto los videos, pero no había respondido, dolor, dolor…

Dos minutos después recibí un llamado de mi mamá, conteste y estaba histérica: “¿Qué mierdas estás haciendo? ¿Qué hiciste? ¿por qué le enviaste esos videos a tu tía? ¿eras tu? ¡Dime que te hackearon el teléfono por favor!”

Quedé helado, tan helado que ni le respondí y colgué. Recordé que Ricardo me había dicho que pescará Facebook, pero lo había desinstalado, así lo volví a bajar desesperado, entré y vi su mensaje: “Oyeeeee, tuve una emergencia y  la Juani (la otra hermana) se quedará con este número por un tiempo, así que ojo con WhatsApp, te dejo mi nuevo numero +5697677XXXX”.

Mierda, le había enviado los videos a mi tía y supongo que cuando los vio llamó a mi hermana al tiro. Vieja sapa de mierda.

Chucha, que verguenza. Me vestí rápido, le dije al Daniel que me tenía que ir y salí corriendo. Llegué a mi casa y lo único que atiné a decir era que me habían robado el teléfono, lo que complicó todo porque tuve que vender el mío y conseguirme otro, todo por una hueá tan estúpida. Mi mamá se tranquilizó y le aviso a mi tía.

De ahí pasaron algunas semanas y tuvimos que partir al puerto. Una cena familiar aniversario de no recuerdo qué chucha. No quería ir por razones obvias. Todos deben creer que ese de los videos era yo… y era yo. Estoy seguro que nadie se creyó la excusa, solo mi mamá y hasta por ahí no más. Además no quería ver a Ricardo.

Filo. Fui.

Llegamos al restaurante de los primeros, de a poco fueron llegando todos. Me sentaron al lado de la vieja más copuchenta de la familia, paja.  De pronto llegó este gil con su nueva pareja. Oh dios, se veían tan lindos, vestidos de traje impecable. La vieja del lado comenzó a hablar: “Awww Ricardito con su pololo, qué bueno que vinieron”. Me impactó su falta de homofobia. Al parecer era la primera vez que Ricardo presentaba a una pareja oficialmente.

Llegaron a mi lado. Casi salgo corriendo. Me contuve bien digno, nos abrazamos muy apretadamente por poquito y me presentó a Rubén, su pareja, me saludo efusivamente. ¿Han escuchado eso que todas las parejas gay se parecen? ya esto era cuático, eran muy parecidos, solo que su potito destacaba más, dios, ¿por qué esos pantalones tan apretados? envidia.

-Qué rico conocerte al fin, Ricardo me ha contado mucho sobre ti.

Yo por dentro “Já, no creo que todo”.

Almorzamos. Las tías ya estaban borrachas bailando, por allá andaban mis viejos, y yo mientras en la mesa, tomándome algo para intentar sobrevivir el día. Sin darme cuenta, Rubén se acercó a mi lado y me sacó conversa, yo intentaba responderle simpáticamente, pero al parecer no pude convencerlo del todo. Hasta que me dijo lo siguiente:

-Oye, erís bien talentoso, vi unos videos tuyos y wow-

-¿qué? – le pregunté sorprendido

-Esos videos, que mandaste por error, jaja creeme que se nota que eres tu…

-chucha

-pero no te sientas mal, nadie más se dio cuenta, solo Ricardo y yo

-Lo dudo

-Filo lo que piense el resto

-supongo…

Silencio incómodo.

-Oye, acompañame un segundo, quiero mostrarte algo – me pidió Rubén

– Ok

Nos fuimos a la parte trasera del restaurante, no había nadie, era una especie de bodega.

-Mi tío es dueño de este local, lo conozco como la palma de mi mano – me comentó

-Ahh mira tu y…

Sin que me dejara termina, el hueón se arrodilló frente a mi, me desabrocha el pantalón con un rapidez digna de un talento impresionante, me la saca y comienza a chuparla. Como me pilló por sorpresa, estaba algo flácida, pero de a poco fue creciendo en su boca.

Ni tiempo me dejo para pensar en lo que estaba pasando, solo en lo afortunado que era Ricardo, este hueón la chupaba como el mejor profesional. Algo hacía con la lengua que te sacaba tiritones en todo el cuerpo. No dejaba de mirarme mientras se la tragaba, luego se concentraba y la desaparecía completamente en su boca virtuosa.

Solo se la saco para decirme lo siguiente:

– No veo el porque no podemos ser amigos…

Y siguió chupando. Ni miedo alcance a procesar, quizás fue por el alcohol o por que sentía que esto era justicia divina. No sé.

– Para, para… voy a acabar – le advertí

– Dale no más, acaba – me desafió

Y oh conchetumadre, el hueón me sintió yendome y se la dejo hasta la garganta, le paso todo el semen de una pa adentro. No tuvo piedad conmigo, seguía mamando, consiguiendo la última gota. Solo después de un rato, se aburrió, se limpió la cara y se paró. Nos reímos.

– Gracias por el postre – Me dijo y se fue para donde estaban todos.

Yo medio para la caga y adolorido, lo acompañé. Encontré al Ricardo solo. Le pregunté por Ruben. Me contestó “¿Qué? ¿querís más? ¿no te podís aguantar hasta la noche?” me guiño el ojo y se fue a bailar.

Mierda, ¿qué iba a pasar más rato?

Luego que terminó el “magno evento”. Les dije a mis viejos que me quedaría con mis primos. Mentira. Me fui con Ricardo y su pololo a su casa. Llegamos y seguimos tomando, pusimos reggeaton a todo volumen, cantamos, nos fuimos sacando la ropa.

Nos quedamos sentados en el sofa, mientras el Rubén nos bailaba, sacando la ropa lentamente, tenía talento el cabro. Ricardo me agarró la cara: “te extrañé” y me dio un beso tan rico, como esos que no podía olvidar, por un momento todo se arregló. Rubén se acercó y nos sacó los pantalones, comenzó a chuparnos los picos mientras nos besábamos.

Rubén se paró, le susurró algo a Ricardo y se fue al baño.

Le pregunté qué pasó, me dijo que esperara. Seguimos besando en el sofa, tocándonos los picos, rozándonos.  Baje y se la mame un rato. Estaba depilado, como para la ocasión y esos cocos, oh podría vivir bajo esos cocos.

Pasó un rato y escuchamos al Rubén que nos llamaba desde la pieza. Llegamos y nos encontramos con el hueón en cuatro, con un lindo jock, tirante. Tenía el medio culo el hueón, depilado también, como brillante incluso.

-Por favor… parte – Me dijo el Ricardo  y yo… eh, hasta ese momento me consideraba pasivo y solo eso, pero ver ese culo así, no me negué. Me pasó el lubricante y para adelante.

Ricardo mientras le abría el poto, para que mi pico le entrará más fácil, así, despacito, caliente y húmedo. Rubén soltaba un pequeño gemido mientras me adentraba más y más por sus paredes, estaba tan rico, que me cuestioné todo. El otro se acomodó para que se la  chupara mientras, cual torre Eiffel.

Nos detuvimos. Me obligo a acostarme y se sentó en mi pico, el hueón se movía tan rico, movimiento de caderas brutal y su culo se veía tan lindo.. Tuve que aguantarme en varias veces de no terminar, no quería que terminara tan rápido.

El hueón se paró y noté como le había quedado abierto el hoyo, hermoso. Ricardo se puso medio dictador, nos obligó a ponernos en cuatro a los dos. Accedimos sin Titubear. Nos miramos con Rubén, esperando el pico. Me tocó primero y se fue turnando. Fue raro, pero más caliente que la mierda, imposible olvidar cada detalle, cada aroma, cada gemido y hasta cada gota de sudor, recompensa que siento no merecía.

Me levanté y quedé con las rodillas sobre la cama, pero con el torso vertical, mi tío se puso atrás y me la introdujo suavemente, su pololo, por el otro lado bajo y se puso a un costado para chupármela, hasta las bolas. Creo que nunca sentí algo así.  

Terminamos varias veces esa noche, encima de nuestros cuerpos, adentro de mi hoyo, dentro del poto de Rubén, los dos en la boca de Ricardo al mismo tiempos. Nos duchamos para pasar el calor y seguir las rondas, ni bajo el agua nos apartamos las manos, ya no sabía que dedo tenía hasta casi la próstata, pero no me importaba.

Nos quedamos dormidos luego de la última acabada, ni nos limpiamos de lo cansados que quedamos.  La mañana no fue distinta, desperté primero entre medio de ese festín de hombres. Oh huéon, me dolía la cabeza, tenía el poto adolorido y una gran sonrisa en cara.

Uno a uno despertaron, conversamos sobre trivialidades en la cama, luego nos levantamos,  fuimos al super a comprar con el Rubén para hacer el desayuno. Me sentía muy cómodo y de cierto modo, toda esa inseguridad se me fue pasando.

Cuando nos despedimos pensé  “wow, voy a tener que volver luego”. No tenía idea lo rápido que volvería al puerto, esa noche nos enteramos que Ricardo había sufrido un accidente.

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