Romina
La conocí en un carrete. Así de simple, nada espectacular, nada original. Era una amiga, de una ex del cumpleañero. Se noto demasiado cuando entró en el depa, irradiaba algo muy particular, me parecía conocida.
Fue en la cocina donde intercambiamos las primeras palabras, me pidió una chela, se la pase y me preguntó el nombre. Nos presentamos. Su nombre era Romina, una chica morena, media bajita, ojos gigantes y una melena negra chascona, media rulienta, media lisa.
– y ¿de dónde conoces al Santiago? – le pregunté por el cumpleañero intentando conversarle de cualquier cosa.
-La verdad no lo cacho jaja, vine por la Pame
-¿La Pame, la ex del Santi? me estai
-Sí po, si siguen siendo amigos
-Mish, qué modernos, la raja po
Silencio incómodo por unos segundos, no sabía para donde dirigir la conversa, para mi suerte Romina era todo lo contrario, creo que me notó un poco tímido, así que ella dirigió todo. Hablamos de todas las cosas cliché que uno conversa para saber si estamos en las mismas: que las películas, que el cine, que la música, etc.
Teníamos demasiadas cosas en común lo cual era maravilloso, pero a la vez me complicaba caleta, no me podía concentrar en lo que decía, porque me tenía embobado, veía y escuchaba su risa y te juro que algo me producía. Pensé que se iría con su amiga cuando me dijo que iba al baño, oportunidad para que le viera la raja y conchetumadre, usaba unos jeans demasiado apretados, tremendo culo, amaba eso en una mina. Regresó a los 5 minutos para mi sorpresa.
Nos fuimos al balcón y seguimos hablando ya de cosas más íntimas. Me contó que había terminado con su pololo hace dos semanas, le pregunté por los motivos, pero no quiso ir más allá, tampoco la presioné, pero se veía afectada, como que algo cambió en su risa, así que le cambié el tema.
Le conté que yo estaba pololeando (sentí que tenía que hacerlo), hace unos tres meses. Me preguntó sobre todo por ella y por qué no había venido, le comenté que estaba fuera de Santiago, visitando a su familia en el sur, que me escribía cada 5 minutos porque era algo insegura y eso ya me molestaba demasiado.
Me cambio el tema y seguimos tomando, no sé qué hora era, pero ya mucha gente se había ido. Mi amiga se fue, ni me aviso la maraca
– Chuta, ¿se iban a ir juntas?
-Sí po, pero bueno…
-¿Y estai muy lejos?
-Hueón, vivo en Maipú jaja – el depa de Santiago estaba en Providencia.
-Mierda, y ¿un Uber?
-Sí, demás ¿pero salgamos a caminar?
Revisé mi teléfono para ver la hora, las 04:35 AM, varios mensajes de mi polola y puaj, “ok, vamos” le dije, sabiendo que esto podría terminar mal o bien. Nos despedimos de todos y un amigo a los lejos me miró con una cara de “huena hueón”. Me dio algo de pudor. En fin.
Para ser tan tarde, no hacía nada de frío. Llegamos a la Plaza de la Aviación y seguimos caminando por el parque, estaba todo tan oscuro, ni miedo a que nos asaltaran nos dio. No hablamos muchos, nos pegamos el uno al otro, sin hablar caminamos, hasta que metió su mano dentro de mi chaqueta, nos fuimos tomados de la mano, no entendía nada la verdad, el alcohol todavía me tenía medio afectado, así que lo que pasó a continuación lo entendí menos.
Me hizo parar, la quede mirando y me dio un beso, la tome de sus caderas y nos quedamos en la oscuridad. Sus labios se sentían tan suaves, tan carnosos, tan hambrientos. Nos quedamos bajo un árbol, devorándonos en la oscuridad, muy care raja le agarre los cachetes, al parecer le gustó porque gimió despacito y me respondió agarrándome el pico, mientras me siguió besando en el cuello. Esto estaba tirando pa’ otra cosa. Nos calmamos cuando sentimos que alguien venía en la otra dirección, era un perro, nos reímos y seguimos caminando. Llegamos hasta el puente que hay por ahí y lo cruzamos, nos quedamos ahí arriba sentados.
Nos seguimos comiendo, ella se me puso encima y los besos cada vez aumentaban de intensidad. Tenía el pico adolorido ya de tanto sobajeo.
¿Vámonos pa’ otro lado? – me dijo con tanta calentura
Con lo caliente que andaba, le dije que sí al tiro. Recordé que había un motel cerca, cruzando el río. Llegamos y menos mal que quedaba la última habitación, pagué y nos fuimos derechito a la pieza.
Nos tiramos de una a la cama, como desesperados, calientes y torpes, ella trataba de desabrocharme el pantalón, yo hacía lo mismo, pero con más éxito. Le baje de a poquito el jean para contemplar su culo, le deje su tanga bien arriba para apreciar cada segundo, esa cola redondita, el di una nalgada y se notó que le gustó. Ella me masajeaba el paquete con fuerza por encima. Lo quería.
Se puso en cuatro, me levanté y me sacó el pico del boxer, por fin mi amigo tuvo un respiro. Me la comenzó a chupar tan rico, se lo comía como una paleta, lo tomaba con su mano, me pajeaba, lo escupía y seguía así.
Yo en cambio estaba pegado acariciando su cola, tomando su cabello con delicadeza. Nos detuvimos y nos besamos nuevamente, ya con menos ropa, yo pilucho completamente y ella solo con su tanga y sostén, el que quité con mucho talento, me quede pegado ahí, lamiendo sus tetas, las tome con ambas manos con fuerza y me hundí allí, eran almohadas maravillosas, pasando la lengua por sus pezones, ella reía y gemía solamente, las sorbeteaba y le encantaba.
Pero quería más, quería su néctar, ese que emanaba de su zorra. La puse en posición. Me acerqué, aparté su tanga para un costado para verle toda la gloria y era hermosa. Me sumergí ahora en su sexo, estaba mojado y con su olorcito fuerte, me encantaba, era el mejor licor, estaba completamente ebrio de ella. Trataba de alcanzar sus pechos mientras la devoraba por abajo. Ella gemía más y más fuerte. Me tenía re caliente, pero para mal, me comenzó a atacar los recuerdos de mi polola. Mal, pero ¿sabís que estaba mal? que tampoco me la chupaba, ni dejaba que yo le limpiará al alfombra, así que todo ese miedo se quedó atrás. Era entre yo y esta desconocida llamada Romina.
“Me voy, me vooy”, me gritaba, pero mi lengua no paraba. Sentí como su cuerpo entero se retorcia, sus piernas temblaban y su risa aumentaba.
-Conchesumadre… métemela, ahora – y ahí recordé una hueá triste
-Por la puta, no tengo condones.
-Así no más… dale
Y ahí me entró nuevamente la furia semental, me calentó caleta culiar a fierro pelao, porque nuevamente, mi polola nunca accedía. La puse en cuatro, le acaricie el choro un rato e hice desaparecer mi pico en el. Se lo hundí de una, estaba tan calentita, mojada, esta otra gritaba como perra en celo, era una mezcla perfecta entre un 90% de sexo salvaje y un 10% de “amor”. El sonido de su poto mojado siendo azotado, era una melodía más salvaje que cualquier reggeaton.
Culiamos un buen rato así en cuatro, solo paraba para ver ese tremendo culo siendo penetrado, ella estaba completamente rendida, tirada, con su cabeza en la cama, con las manos arriba, gimiendo, gozando. Se levantaba de vez en cuando, para dejarme toda su espalda mojada en mi pecho, para sentir mejor su cuello, acariciar sus pechos, tocar su humedad, jugar con su sexo.
Me obligo a parar, se dio vuelta y me dijo “no puedo creer esta huea”. Le dije que abriera las piernas, obedeció de una y me abalance sobre ella, mi cuerpo rendido frente a ella, a lo misionero, ella me rodeo con sus piernas y seguimos sudando. Me alojé al lado de su cara, concentrado completamente en no acabar tan rápido. Seguimos tirando, creo que despertamos a las otras habitaciones, me sentía como un hombre nuevamente. Me encantaba que ella me agarrará el poto y presionará más fuerte en mis caderas hacia su cuerpo.
Ella en una forma de agradecimiento, creo, se subió arriba mío, tomó mi pico y lo uso como su dildo, se lo metió lentamente dentro de su cuerpo. La Romina comenzó a bailar prácticamente arriba de él, se movía tan rico, no era ni tan fuerte, ni tan rápido, sino el movimiento en si lo que me tenía al borde del abismo y así fue.
-conche… hueón, para, para, me voy… me voy.
-¿Así? ¿te vai? ¿te vai? acaba dentro mío
Y por la chucha, creo que la deje terrible llena, le acabe adentro y conchetumadre, era como ver estrellas, tan húmedo, tan salvaje, tan exquisito. La tiré hacia mi, y le bese sus pechos, su cara, nos reímos y nos quedamos raja. Onda, creo que pasaron 5 minutos y nos quedamos dormidos. Abrazados.
Desperté con el sonido del citofono, “teníamos que salir en 15 minutos”, ok, me di vuelta y no la encontré, fui al baño, no estaba, sus cosas tampoco, solo su tanga tirada en borde de la cama. “Qué chucha”, pensé, se había ido. Ni su número de teléfono alcance a anotar. En fin, me vestí y salí solo, me quedaron mirando raro en recepción, pero filo.
Me estaba subiendo al metro Salvador cuando recibí un mensaje de mi polola, era una foto mía de ayer, tirado en la cama a raja pelada durmiendo “¿qué chucha”, luego me escribió “terminamos” y me bloqueó de WhatsApp.
Romina era amiga de mi ahora ex polola, le había pedido que me vigilara en el carrete ¿ya les dije que estaba media loca?, bueno, al parecer Romina me cuido más de lo necesario.
Tres días después de esta locura, recibí un mensaje desconocido:
-Hola, soy la Romi ¡los sientoooooo! ¿me perdonas? nos podríamos juntar de nuevo…
Y obvio que le dije que sí, si soy más caliente que hueón.
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