Gira de Estudios
Esto pasó hace muchos años y lo recuerdo con tanto detalle. Fue durante los últimos meses de mi cuarto medio, justo en la planificación de la gira de estudios del colegio. Era una época complicada, las notas no andaban tan bien, mi relación con mis viejos no era la mejor y mis hormonas estaban a full.
Todo lo demás iba piola, tenía buenos amigos, jugábamos en torneos de futbol, no me faltaban minas a la siga. No es que era el manso mino, pero tenía algo, no sé. Igual tenía una crush que no me pescaba ni en bajada, la Maca. Oh hueón, la Maca.
Me entusiasmaba caleta la idea de la gira de estudios, poder escapar de Santiago e intentar algo quizás en el sur, pensaba que podría funcionar.
El panorama mejoraba con cada día, al final solo dos apoderados nos acompañarían (y eran casi abuelitos, no estaban muy interesados en andar controlando adolescentes), el otro era el profe en jefe, que era muy tela, así que tampoco lo veíamos como un estorbo.
Trabajamos haciendo completadas y recolectamos dinero todo el año, así que cuando llegó el día, nadie podía esconder su felicidad. Partimos en la noche, me fueron a dejar mis viejos, mi papá me apartó del resto y me pasó mis primeros preservativos, morí de vergüenza, pero se lo agradecí. Partimos, hueviamos caleta antes de quedarnos dormidos.
La meta era llegar a Chiloé, aunque nos hospedamos en Puerto Varas, no recuerdo el nombre del hotel, pero era gigante, no nos quedamos en la planta original, sino en unas cabañas ubicadas separadas del edificio, al fondo, bajando por una escalera improvisada, creo que fue para mejor, estaban al lado del lago, entre medio de un bosque pequeño, pero hermoso.
Llegamos a Valdivia la primera mañana, paseamos por el Parque Botánico, y todavía no se me ocurría cómo acercarme a la Maca, la que se paseaba por todos lados con un peluche, al parecer se lo había regalado su nuevo pololo y le había pedido que se tomará fotos con él. Así que aborté misión, me sentí tan ahueonao, pero filo.
Esa primera noche, no había rastros de viejos en todo el recinto, los profes se juntaban entre ellos y los apoderados se habían ido al casino. Era una huea perfecta, tomamos caleta, nos paseabamos por todo el hotel gritando, estaba lleno de escolares.
Al fondo del hotel, había una disco, llena de pendejos medios ebrios, bailando rakata, axe y otros clásicos del 2007. En un momento me separé del resto, fui al baño, creo que nunca había tomado tanto, el mundo me daba vuelta, pero me sentía tan libre, tan bacán. Coincidí con un cabro en el urinal, noté que me miraba, no pesqué, después me lo topé en el lavamanos, caché que llevaba una polera de The Killers y tuve que decírselo, yo creo que de puro borracho y por suerte su reaccionó fue igual de positiva, hablamos caleta de la banda, de que los había visto hace poco en Santiago, era bacán, porque en mi curso, bueno, todos eran aficionados a la música romántica o el reggeaton.
Nos dimos cuenta que seguíamos en el baño cuando se comenzó a llenar con más hueones, ahí salimos y fuimos a caminar, era divertido el cabro, tenía temas y demasiadas cosas en común, era de Puente y yo de la Florida. Me pasó una chela y nos quedamos en el sofá del hall hablando.
Le decían Memo, tenía 18 igual que yo, era moreno, bien delgado, y pelo desordenado, tenía un arito en la oreja izquierda. Me pareció peculiar, tenía rasgos de mina (pensaba), de rostro delicado, nariz pequeñita y unos ojos coquetos que unas gruesas cejas protegían.
No sé cuánto habrá pasado ahí tirados, pero ya llevábamos varias horas de conversa. Seguimos tomando y tomando.
Por alguna razón que comprendí después, no podía dejar de verlo, su sonrisa chillona me provocaba cosas en la guata, me gustaba ese hueón, me gustaba, pero en ese momento creía que solo “me caía muy bien”.
Antes de ese viaje, no tenía muy resultó el asunto, una parte de mi sabía que tendría en un momento que tener una conversación sincera conmigo mismo, no era “normal” que en las duchas, los ojos se me fueran a los potos de mis compañeros, o que fantaseará de vez en cuando con alguno de ellos, no era voluntario, solo pasaba y trataba de reprimirlo. No es que no me gustarán las mujeres, me encantaban, había pololeado antes y nunca tuve ningún tipo de problemas. Solo que ser “gay” para mi, no se ajustaba a nada de lo que sentía.
Volviendo al hotel, cuando no nos aguantabamos los ojos, nos despedimos, su habitación estaba camino a la salida, así que lo acompañé, sus compañeros no habían llegado todavía, entró, me tomó la mano con fuerza y me empujó para darle un beso. Estaba tan ebrio que me costó reaccionar, pero lo sentí tan rico, no pensé jamás en besar un hueón y de esta forma se sentía tan rico, como una mina, no había mucha diferencia. Aún así me dio miedo y lo empuje para atrás mirando para todos lados, no había nadie. Nos reímos.
-¿Qué huea? jaja no soy fleto, hueón – le dije para nada enojado.
-No debes serlo para disfrutarlo – me disparó dejando pensando.
Nos despedimos y quedamos en que nos veríamos mañana pa’ hacer algo. Camine hacia la salida, pensando en ese beso y como había quedado tan loco. Fue el alcohol lo que me hizo devolver, toque la puerta y salió este hueón, solo estaba en boxer, imagino que pa’ dormir. El Memo cachó altiro porque volví, me hizo pasar rápido y nos fuimos a su cama que estaba al fondo de la pieza, nos agarramos a besos tan ricos, nos toqueteamos todo. Le agarré el pico por afuera, por encima del boxer porque no me atrevía a ir más allá, sentía que si me quedaba en esa área no transgredería una especie de barrera gay. Idiota. Seguimos tan borrachos, tan torpes.
El memo bajó y me desabrocho el pantalón, sabía a dónde iría esto, me rendí a dios no más, y aunque mis ex ya me habían chupado el pico, este era un hombre, un cabro, ¿Qué estaba pasando? no sabía ¿me gustaba? caleta, tenía el pico parado como un tronco. Me beso por encima del boxer y lo saco despacio, me la chupo tan despacio, tan tranquilo, con tanto cariño, le daba besos por encima para comersela entera, y lo hacía la raja, yo tengo una gran herramienta y este hueón la usaba a la perfección, pequeños pajeos, para comerselo nuevamente.
Nos interrumpió sus compañeros, estaban intentando entrar, pero estaban tan ebrios como nosotros, les costó caleta, tiempo perfecto para que nos vistieramos, yo me subiera el pantalón y me ocultará debajo de su cama.
Los hueones entraron, saludaron al Memo, conversaron dos palabras, apagaron la luz y cayeron raja en sus camas, tiempo que aproveché para escaparme de la habitación, el memo me acompañó hasta la puerta. Creo que quedamos más calientes con el hecho de que casi nos habían descubierto. Nos dimos un beso apresurado de despedida y quedamos en que lo íbamos a repetir al otro día.
La caminata de vuelta a la cabaña fue compleja, mareado y todo tuve que bajar por esa escalera, pero lo logré, llegué feliz, al parecer fue uno de los últimos en llegar. Abrí la puerta y me tiré en la cama, quería pajearme en el baño con lo que había pasado, pero ni eso pude.
Al otro día nos tocaba un viaje a Chiloe, qué paja pensé, quería toparme con el Memo, pero su colegio tenía otro itinerario, solo podríamos coincidir en la noche. Así que ni disfruté mucho la huea, no me lo podía sacar de la cabeza, su risa me perseguía, su boquita juguetona, pase todo el día con la mansa erección.
Entre más se acercaba la noche, más feliz me ponía. Apenas llegamos al hotel, la mayoría se echó una ducha y partimos pa’ arriba, la cabaña quedó a solas. Todos se fueron a la disco, los acompañé, pero no encontraba al hueón, me urgí. Luego recordé, que podría estar en el lobby y ahí estaba, esperándome, se alegró tanto de verme, nos dimos un abrazo tan fuerte.
-¿Querís ir a la disco? – me preguntó.
-Nahm, prefiero ir a un lugar más piola
-Me gusta tu idea, podríamos bajar al lago.
En mente tenía la cabaña vacía, pa’ terminar lo que comenzamos en su habitación, aunque no entendía muy bien cómo se iría a desenvolver eso, quería averiguarlo.
Bajamos, había mucha gente de las otras cabañas subiendo. Nos fuimos a la orilla del lago, estaba tan tranquilo, hicimos una pausa, hablamos de nuestros problemas y cachamos que eso era una de las cosas que al parecer nos unía tanto, los dos habíamos pasado por cosas similares, pero sin embargo, él había tomado mejores decisiones, él sabía que era gay, lo decía a viva voz, no tenía rollos, en cambio yo, seguía con mis malditos traumas, miedo a ser rechazado, entre otras hueas.
El Memo se sacó las zapatillas y se adentro al río, no dijo nada, solo se quedo mirando el horizonte oscuro, me intrigó, me acerqué y me tiró agua con las manos muerto de la risa, hice lo mismo, quedamos empapados en el frío, nada parecía importar más que tenernos ahí y hablar de todo.
-Hueón, qué importa, que importa si has tenido polola, eso no te hace hetero, tampoco tener pololo, podís ser bi, no tenis porque decidirte – me retaba mientras se fumaba un cigarro
-¿bi?
-Bisexual po, jaja
-Ahhhhh ¿y eso existe?
-Tanto como tu no más po jaja – se rió – oye tengo sed, ¿tenís algo en tu cabaña para calentarnos?
Recordé que tenía un enguindado que había comprado para mi abuelo, pero pico, me lo iba a tomar ahí. Llegamos a la cabaña, subimos hasta mi habitación, saqué el enguindado y lo tomamos en un ratito, era exquisito. Esta vez, ni ebrio me sentía.
Estábamos los dos sentados en la cama, respaldados por la pared, mojados, hablando sobre nuestras historias, me preguntaba sobre como era estar con una mina, como se sentía una vagina y si había estado antes con un hombre, le dije que no, nunca aunque sí lo había fantaseado.
Nos callamos solo para besarnos, ¿por qué se sentía tan cómodo? no entendía cómo, nos sacamos las poleras mojadas y le recomendé que fuéramos a la ducha, pa’ el agua caliente, nos desnudamos completamente, nos metimos a ese espacio tan chico, y el agua hizo lo suyo.
Nos toqueteamos apenas entramos, tratando de descubrir nuestros cuerpos, le tocaba las tetillas, el poto. Sentir su cuerpo baño la ducha, oler su cuerpo, tocarlo entero no tenía igual. Nuestros picos rozaban y chocaban en una sinfonia, listos para la guerra, pero todavía no sabía quién sería el primero de línea.
El vapor apenas nos dejaba ver, pero no importaba, su poto era tan rico, tan apretable, tan suave.
Nos salimos, dejamos todo mojado, filo todo. Nos tiramos a la cama y seguimos. Ahora me pidió que le chupara el pico, le dije que nunca lo había hecho, pero quería. Bajé y me comí su pequeño pico, se afeitaba y se notaba, creo que tuve un buen comienzo porque se notaba que lo disfrutaba, pero algo, me hacía ir hacia su poto, no sé qué, lo di vuelta y sin pensarlo mucho le pase la lengua por su poto, el hueón se dio vuelta para mirarme, “¿Estás seguro?”
Le respondí hundiendo más mi cara en su hoyo, hueón, era una delicia verlo estremecerse, gemir por mi lengua, pedir más, era una necesidad adquirida, lo quería tanto, me provocaba tanto su poto. El quiso pagarlo de vuelta, así que terminamos en un 69 bien rico.
En un momento, lo deje en cuatro nuevamente, le di una repasá más, creo que ahí cachamos que no había más que hacer. Le pregunté “¿la querís?”, su respuesta solo me hizo amarlo más “métemela hasta el fondo”. Ambos éramos inexpertos, así que intenté metérsela de una, así en seco, pegó el medio salto, le dolió caleta, me sentí súper mal, pero el Memo no quería parar, nos calmamos eso si un momento, le acaricié el poto más rato, le pasé un dedo, le metí otro, y así lo tuve harto rato le pasé un poco de crema que le robé a una compañera, la usamos pa’ lubricar (de nuevo: dentro de nuestra ignorancia) hasta que ya estaba bien dilatado y lo intentamos de nuevo, esta vez viéndonos a la cara, a lo misionero pa’ saber como se lo iba tomando, me ponía caras de dolor, y se la sacaba, pero se molestaba, me pedía que siguiera, hasta que mi pico desapareció completamente en él.
Lo tenía, me tenía. Nos quedamos quietecitos ahí, hasta que el Memo se empezó a mover para sentirlo mejor, eso me encantó. Estaba tan apretado, tan rico, no era nada similar a culiar con una mina, que aunque era más fácil, no tenía nada de comparable.
Estuvimos un ratito así, culiando con tranquilidad, encima, él estiraba sus patitas para atrás y recibía todo mi pico, cada vez más adentro, se pajeaba y todo, yo estaba por acabar, así de rápido. Le dije: “conchetumadre, voy a acabar hueón”, me respondió acabando él primero, le saltó toda su leche a su cuerpo, yo se la saqué e hice lo mismo. Me tiré encima de él y nos quedamos abrazados, jugando con nuestro semen. La escena era tierna y a la vez caliente.
Nos limpiamos y mientras nos vestíamos, nos bajó la calentura nuevamente. Eramos pendejos po’, nos empelotamos de nuevo tan rápidamente. Esta vez fue un poquito mejor, se puso en cuatro y le di como condenado, su hoyo ya parecía una pussy con lo fácil de ingresar, gemía más fuerte, como con más confianza, quería seguir así, quería sentir su poto por siempre. quería darle, formarlo, que sintiera mis bolas, todo lo mío en él.
Cuando ya parecía que acabaríamos de nuevo, me detuvo con gentileza, me obligo a acostarme y me dijo: “quiero probar algo”, se sentó arriba de mi pico hasta llegar hasta el fondo, pegó la media gemida, al parecer le había dado justito. Ya que no necesito manos para acabar, qué envidia me dio, pero tampoco tuve mucho tiempo para sacarla y le acabé en todo el culo, le dije como angustiado, él se rió solamente: “no me vai a dejar embarazado hueón, relájate”.
Se salió del pico se acostó de lado, se le veía como salía mi leche de su poto, a estas alturas rojizo de tanto vaivén. Se veía tan rico tirado en la cama, pilucho, descarado, sonriente, lleno de semen.
Fui al baño pa’ limpiarme y cuando volví, se estaba pajeando nuevamente. Se dio una vueltecita y me mostró su culo abierto nuevamente, me calentó, se me comenzó a parar de nuevo, y aunque ya me dolía un poco, atine, me puse de cucharita sobre él, y lo comencé a penetrar nuevamente, mis fluidos en su poto, lubricaban bacán, nos besamos, nos besamos así, teníamos los genitales adoloridos y todo, pero le seguimos dando hasta acabar por última vez esa noche, en su potito hermoso.
Nos vestimos, limpiamos, escuché como se limpiaba en el baño, como sonaba el semen saliendo de su cuerpo, escuchaba sus risas dentro. Nos quedamos en la cama, abrazados por harto rato, hasta que cachamos que empezaron a volver todos. Lo acompañé hasta su pieza y nos despedimos. No dormí nada esa noche pensando en lo que había pasado. Nada.
La siguiente noche, caché que la gente me miraba como si me conociera, me pareció extraño, no le di mucho color. Me encontré con el Memo que intentó saludarme con un beso en la boca y lo eché para atrás, había mucha gente y me dio miedo, el no entendió que era por eso y se lo tomó mal, se molesto, tuve que llevarlo para el baño para explicarle. Algo le cambió en la cara cuando le dije, pero no hablamos más sobre el tema.
Salimos y el hueón desapareció, lo busqué, fui hasta su pieza, pero no estaba, solo su compañero, quién me saludo: “buena, tu eris el ‘pololo’ del Memo ¿no?”, me quedé helado, le dije que no, entre risas y quise salir de ahí, y claro, el Memo no tenía ningún rollo con ser gay y que sus compañeros lo supieran, pero yo no, me expuso sin saberlo, y me quería morir.
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