Tío de la contru II
Pasaron los días y no me lo podía sacar de la cabeza. Me pajeaba en las mañanas pensando en él, pasaba largas duchas pensando en el, hasta soñaba con el hueón y ¿cómo no? había sido la experiencia más caliente de la vida y quería que se repitiera, pero no sabía cómo. Pasaba los fines de semana pegado en la terraza, a ver si aparecía mi amigo y nada. Otros sujetos nada que ver. Ya no esperaba nada, cuando noté que un sábado allí estaba, en el mismo lugar dónde lo había encontrado por primera vez.
El tiempo no podía ser mejor, mis papás se habían ido de vacaciones a la Serena por el fin de semana y tenía la casa sola, ¿lo invitó a pasar? ¿querrá? ¿ahora si me matará? de nuevo las malditas preguntas y cuestionamientos, pero recordé lo de la otra vez, casi no voy porque tenía miedo, así que ese no sería el caso nuevamente, no señor, si quería culear nuevamente con el tío, debía tomar la iniciativa, así que… salí a buscarlo.
Le moví los brazos para que me notará, me saludo de vuelta, mi corazón y mi hoyo lo sintieron. Apunte a la puerta de la contru, como señalándole que iría, y caminó hacia allá, así que me apuré. Llegue hasta esa puertas de lata y allí estaba, me invitó a pasar, pero le dije que no.
-Oye, sabís que tengo la casa sola, ¿no te tinca pasar un rato?
El hueón se rió bien coqueto y me respondió
-No sé, podría ser, má’ rato paso…
-Ya bacán, tengo unas chelas… y no sé po’- le di el número del departamento.
Aproveche de ir al mini market de la esquina a comprar más cosas y de paso recordé que necesitaba condones y lubricante, esta vez quería estar preparado. Llegue a mi casa y prendí la tele a esperar, pasaron las horas y no habían señales del hueón. Me impaciente, quizás debí haber entrado no más allí, quizás se asustó, igual tengo cara de niño. Todo eso se fue cuando sentí el citófono, “mierda, mierda, mierda, es el”, conteste, era el conserje.
-Hola, está aquí Rodrigo
-Que suba por favor, gracias.
Mish, se llamaba Rodrigo, estaba tan nervioso que ni siquiera me había puesto a pensar que tenía un nombre. En fin, era cosa de segundos, ya estaba listo. Suena el timbre, voy a la puerta, era el.
-Wena, sorry la demora, tenía que terminar el turno, ya quede libre
-Ah buena, eh.. ¿querís una chela…?
No le termine de ofrecer cuando el hueón me agarro con fuerza contra la pared, no me besaba, me olía con fuerza el cuello, como un animal, me miraba con ese rostro tipo Oscar Isaac, mordiéndose los labios.
-¿Te quedo gustando eh? ¿querís más maricón?
Estaba tan caliente mi amigo que me obligó a chupársela allí en la entrada de la casa, me daba suaves cachetadas mientras tenía su pico en la boca.
-Trágatelo todo, eso mijo, todo, usted puede, usted puede.
Me enfermaba que hablará así, pero me ponía más caliente que la chucha, intentaba no dar arcadas, pero era imposible. tenía la cara contra la pared y este huéon prácticamente me estaba violando la cara y era el cielo hueón, el cielo. Me la sacaba lento y se formaba una estela de baba de la punta de su pico hacia mi boca, su sabor era increíble, a hombre.
Me paró, me bajo el buzó, los boxers, todo de una y bajó el, no me chupó el punto, pero lo escupió y me pasó la lengua, es todo lo que necesitó para lubricarme, escuche como se desabrochaba el cinturón y me dió miedo se bajó los pantalones y partió a presionar con su pico, le dije que tenía lubricante y condones en la pieza.
-Callate maraca, así me gusta- y me penetró hasta el fondo, agarrando mi pelo hacia atrás, dejándole el poto bien bien inclinado. No me dolió tanto, porque ya había estado practicando con un plátano unas horas antes.
No se sacó ni la polera ni completamente los pantalones, quizás pensó que sería una rapidita y ya, pero no, yo quería algo más.
Y ahí estaba, siendo culeado de píe a la entrada de mi casa, sin duda no era como esperaba que pasara, pero no me quejo, el hueón estaba a lo bestia, gemía tan rico, tan ronco, tan desahogado. Estaba tan pegado a la pared que ni pajear podía. Me corrí, pero me seguía agarrando, me asuste pero me soltó,
– ¿Qué hueá? – me preguntó
– Sígueme – Se pasó la mano por la cara, se rió y me acompañó. Lo lleve hasta mi pieza. Le dije que se acostara, se calentó caleta, se sacó la polera, terminó de quitarse el pantalón y pegó el medio salto, listo para lo que se venía.
Me paré en la cama y el hueón cachó lo que quería, se acomodó y me puse en frente, me incliné y con la mano busqué su pico para que me entrara directamente al hoyo mientras me sentaba, qué rico tener el control, lentito me entraba por los cachetes, rico.
– Muévete po’ culiao- me reclamaba, no me dejó tiempo ni para acostumbrarme, así que le di lo que quería, comencé a moverme para atrás y hacia adelante con gran fuerza y rapidez, disfrutaba cada centímetro de su pico. El no quería ser menos y empezó a moverse, empujando su pelvis contra mio.
Lo miraba desde arriba, con una cara de ya no puedo, con una cara de caliente, el sudor le recorría la cara lo que me prendía más, quería puro acabarle en la cara, quería comerme su leche, la quería en mi cuerpo, no me importaba, quería verlo acabar, pero aún faltaba.
Pare de pronto y me acosté en la cama junto a el, levante las patas y le dije “dale po”. Se notaba que le gustaba estar en control ya que se entusiasmó más, puso mis pies sobre sus hombres y me lo mandó a guardar sin piedad, oh el hueón maldito, se notaba que solo él quería pasarlo bien, no estaba ni ahí conmigo, y filo, en el fondo quería eso, ser usado.
Me pajeaba tan duro que sentía que me iba a ir, así que paré un rato, y creo que lo notó porque me agarro la pichula con fuerza, onda, no me lo esperaba, y mientras seguía con ese rico saca y mete, comenzó a masturbarme, no dure mucho, le murmure bien bajito “me voy”.
– Dale culiao, me voy también, querís leche, aquí tenís po – este hueón no sabía contenerse, pegó el medio gemido, igual pensé “oh nos van a cachar los vecinos”, pero filo. Estaba tan rico, tan rico como la otra vez.
El hueón me acabó adentro casi al mismo tiempo. La sacó y me dijo “shaaa”, entre risas se paró y se fue al baño, estaba completamente sudado, muy rico, noté que tenía un patito muy lindo. Yo quedé tirado ahí como un panqueque, lleno de crema, esperando su regreso.
Cuando volvió, se había puesto su calzoncillo y nada más. Se tiró al lado mío, como si nada agarró el control remoto para ver tele, yo así como sorprendido. Agarre una toalla y trate de meterle conversa mientras me limpiaba. Le pude sacar varias cosas, entre ellas un secreto brígido.
¿Terminó de contar cómo terminó la noche? ¿Para la parte III su gran secreto?
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