El Taller

Hola, mi nombre es Ricardo, tengo 27 años, vivo en la comuna de San Bernardo y trabajo en un taller de autos en el centro de Santiago. Es un lugar piola. ganó mis lucas, ayudo en la casa, tranqui. Llegué aquí por un tío que me recomendó, al principio no cachaba ni una hueá, solo ayudaba a los viejos, hasta que fui agarrando confianza y aprendí más, me costó caleta al principio, onda, me molestaban y todo y me mandé varias cagá, pero por suerte nunca tuve problemas con nadie.

Quería ser milico de pendejo siempre fue mi sueño, verme en uniforme, ayudar al país, pero luego del servicio, no pude seguir, no me dejaron, no me explicaron nada. Así que me dedique a esto, me gustan los autos, así que tampoco es la media hueá.

Todos los días llegó a las 8AM, atiendo los pendientes del día anterior y luego sigo con los del día. Nos turnamos para almorzar, así avanzamos más rápido según el supervisor. Ya a las 6 nos vamos a cambiar, a quitar toda la grasa que se nos pega, es bien hueviado, porque cuesta sacar el aceite. Tenemos duchas, pero son como el pico, apenas tienen agua caliente, no es tan terrible en verano, pero en invierno, es complicado, porque tampoco me puedo ir en la micro terrible hediondo po. Más encima la mayoría de mis compañeros son puros viejos tulachi, nada qué bueno qué ver. Ah sí, soy gay.

A veces era medio hueviado, porque estos viejos son terrible homofóbicos, o quizás no, pero sus tallas, su mundo es pura mina de poster de baltica, contando historias falsas sobre cómo se agarran hueonas o como se gastan la quincena en puras putas, etc, es bien tóxica la hueá, pero yo me río no más, no me hago drama. Solo que me hervía la sangre cuando me preguntaban por pololas, cuando me llamaban hueco, casi le pegó a uno de esos una vez, por suerte no pasó a mayores.

Tenemos varios clientes en la pega, muchos la verdad, ya ni damos con tantos, así que el jefe dijo que iba a traer un ayudante, tampoco es que iban a gastar plata en traer a otro hueón bueno, la hueá era traer alguien barato.

Y así llegó el Byron. Con una cara de pollo que ni te cuento, le eché máximo unos 19 años, flaco, flaco, moreno de pelo corto, era bien lindo el huea. Le decían el carita de angel, pero más comúnmente le gritaban “hueón”, porque lo era, se mandaba cagá, tras cagá, todos le gritaban, incluido yo. Pero, luego cache, puta, este cabro está en las mismas que yo cuando llegue, así que le baje dos cambios.

Al hacerlo, caché que se me pegó, venía a preguntarme todo a mi, me seguía y todo, no me molestaba. El siempre se quedaba una hora más, porque el jefe lo iba a dejar a su casa, al parecer eran vecinos o no sé, nadie preguntaba.

El asunto es que me quedó gustando el pendejo. No recuerdo en qué momento me di cuenta de eso, quizás cuando me estaba quedando dormido y recordé algo chistoso que hizo, me reí caleta, más encima, me gustaba tener que verlo, al principio pensé que era porque era el único hueón más de mi edad, después caché que el culiao me estaba gustando.

Puta, yo soy bien ahueonao pa’ mis cosas, la verdad es que cada vez que quiero algo, lo busco en Grindr y sería, chao, no me gusta eso de pololear, creo que nunca lo he hecho. Además, a los hueones les gustaba que fuera “mecánico”, además estoy casi completamente tatuado y como que se calentaban al verme en mi traje, no sé, una nuda así y pff era cachita segura, lo aproveché caleta para conseguir harto culito. No sé cuántos habré llenado, la hueá es que ninguno me llenaba el corazón, así de cursí la huea, hueón.

Fueron pasando las semanas, nos hicimos re amigos, nos agregamos al Instagram, al WhatsApp, conversábamos casi todo el día. Más encima cambió su horario para irse conmigo a la casa, eso significaba que nos duchábamos juntos (y con los otros viejos rancios también) cada vez que podía lo miraba, era hasta tierno pilucho, su potito era terrible bacán.

Llegaba a la casa tarde, cansado, pero no tanto como pajearme pensando en él, encima mío, su olorcito, imaginaba que le comía el culo, que se lo metía hasta el fondo y todo. Solo eso era, imaginar, fantasear, no pensaba en nada más, nada más podía pasar ¿por qué? no sé hueón.

Uno de esos días, el jefe me pidió que quedará toda la noche en el taller, el nochero no podía ir porque se le murió la tía o no sé qué chucha. La huea que eran lucas extra, así que dije que sí sin pensarlo. Me dejaron las llaves, todos se fueron, menos el Byron. menos él.

-Oye ahuenao, se va a hacer tarde ¿cómo te vai a ir después?
-Nah, me quedo contigo po, total es sábado
-¿La dura? ¿No tenís nada mejor qué hacer?
-No… – me dio pena la huea, porque como que miro pa’ abajo compungido
-Bueno, quédate po, ahí armamos algo.

Se alegró caleta. Aunque la verdad no había mucho más qué hacer ahí, más que recorrer el patio del taller, era un espacio grande para guardar tantos autos. Nos quedamos en la oficina porque tenía una estufa. En una de las piezas había un colchón, así que lo saqué y lo puse en el living, nos tiramos un rato ahí, conversando. Mirando el techo, con su teléfono pusos unas canciones de Lana del Rey. La verdad es que no la conocía mucho, pero sabía que era gusto de cola, así que me entusiasmé con la hueá.

Para mi sorpresa el Byron sacó un pisco que tenía guardado en la mochila, pero no teníamos nada para acompañarlo, así que tomamos cortitos. A los minutos estábamos ebrios, muy ebrios, bailando, hueando, tirando la talla.

Salimos al patio un rato para fumarnos uno. Hacia más frío que la chucha, pero ahí resistimos. De una y sin previo aviso me abrazo súper fuerte. “Qué te pasa culiao” le dije riendo. No me dijo nada, solo me apretó con más fuerza. Me costaba este tipo de cosas, como que no soy para nada cariñoso, nada. Pero lo abrace igual. La sensación era cuatica, no me sentía incómodo para nada. Eran más bajito que yo, así que lo quede mirando hacia abajo, nos besamos. El frío convertía nuestros alientos en vapor, y puta que había calor interno.

Ese beso comenzó a hacerse más intenso, mi pico se comenzó a endurecer brigido. Nos separamos un segundo, como para cachar qué onda. Seguíamos en silencio, el frío ya no molestaba, el corazón me latía a mil. El cabro se fue caminando, perdiendo entre las pilas de llantas, donde no había más que oscuridad y autos completamente desvalijados,me miraba como para que lo siguiera, la dura que no se veía nada.


De pronto lo tomé, no sé cómo lo encontré, Me agarro con sus manos el paquete y sentí que me desabrochaba el pantalón, entre la oscuridad me chupo el pico, me pasó su tierna lengua por los cocos, me lo comió todo, no era tan inocente como se veía. Yo en cambio aproveche para fumarme otro, el encendedor me daba una suave previsualización de su boquita en mi pico. Mire hacia el cielo, se veía todo tan claro, las estrellas, todo, era mejor que cualquier sueño que podría haber tenido. Nos detuvimos y nos seguimos besando, aproveche de agarrarle el poto chico que tenía, le metí mano brigido, hasta tocarle el asterisco, eran tan suavecito, tan lampiño, tan rico hueón.



Me dijo que entraramos, le dije que no todavía. Le bajé el buzo ahí mismo, lo empuje contra la pila de neumáticos, me agache y lo doblegue para que sacara el culo pa’ afuera, y ahí mismo se lo comencé a comer. Gemía fuerte, trate de callarlo, me daba miedo que nos pillaran, aunque era loco, si no había nadie. Con una mano lo pajeaba, con la otra le abría sus cachetes. Le pase toda la lengua por el hoyo, hasta los cocos, todo.

Se notaba que queríamos más. Así que entramos. Nos echamos en ese colchón viejo y rancio, y nos seguimos besando, cada vez más mojado, así fuimos perdiendo prendas hasta quedar completamente piluchos.

-Oye… soy virgen
-¿Qué? ¿la dura? pero si lo chupai tan rico
-Jajaja…. sí, eso lo he hecho, pero no esto…
-¿Por qué?
-No sé, no se ha dado no más…
-¿y querís ahora?
-Sí, quiero… quiero, pero me da miedo.
-No te preocupís, te voy a cuidar.

Seguí chupandole el poto para dilatarlo bien, quería que estuviera bien relajado, le ofrecí más pisco y se tomó otro cortito para el valor. No teniamos lubricante, pero si un aceite de bebé, ok, tendrá que servir, eso o un escupito, así a lo bestia. Partí metiendole un dedo, luego fueron dos y ya estaba listo, se notaba que lo esperaba, su carita de placer no mentía.

Sin darme cuenta, lo deje empapado en aceite y se veía tan rico, tan aceitoso, tan resbaloso se sentía en mi cuerpo. Mucho abrazo, mucha apertura de su poto.


Nos pusimos en posición, se acostó y estiró las patas para atrás, le dije que se las tomará en el aire, me hizo caso como un buen alumno, lo acomode en posición, un último escupito a la tula y directo a su poto, sus ojos no se despegaba de los míos, cada centímetro que entraba más se retorcía de dolor, se la sacaba al tiro, pero se molestaba, la quería toda, así que seguí sus órdenes, no paré hasta que la tuviera toda adentro, hasta que le arrebatará por completo su virginidad.

El culiao gemía tan rico mientras se lo metía y menos mal que lo dilate harto, no costó mucho para que se acostumbrara y pidiera más. Mi amigo le pillo el gustito y se comenzó a pajear mientras se lo metía, estuvimos harto rato así, yo encima de él.

Probamos otra cosa, lo di vuelta y lo puse en cuatro. Le costó arquear la espalda, no sabía como y le enseñé, “esto se hace así mijo”, y captó de inmediato, dejando su culo abierto, paradito y listo para ser preñado. se la metí sin cuartel, tengo harto aguante y mi compadre también, no me restringí para nada, le di como caja, fuerte, duro, seco, solo paraba para acariciar su espalda que se veía tan rica, sus nalgadas locas lo dejaban más loco aún.

No solo tengo el pico grandote, sino las bolas gruesas y peludas, las que le chocaban en toda la raja. Después me comentó que las sintió tan rico. Se la sacaba para verle el hoyo abierto.


Me acosté para que se sentará arriba y me miro como “no me la puedo”, insistí y le quedo gustando, con sus piernas saltaba encima de mi pico, dándome la espalda lo hacía lento hasta que se rindió en mi pecho, lo tomé y le segui dando, con mis manos le agarré la guata y hastas las tetillas. Se terminó cayendo para al lado, pero ni eso nos detuve, le comencé a dar de ladito y creo que esa fue su favorita, porque nos alcanzamos a ver, mientras se la metía hasta los cocos. Además se podía pajear mejor.

Y terminó así, acabó y le saltó su leche por todos lados, me dejó tan caliente que se la saqué y le acabe en su pecho, quedó lleno de semen. Traje una polera sucia y lo limpie, el solo me miraba riendo con una cara de travieso. Lo deje limpio, limpio. dormimos abrazados, piluchos en esa colchón horrendo. No me sentí incomodo, para nada, hacer cucharita con él me hizo sentir, no sé, completo.

Despertamos temprano porque iba a llegar el nuevo cuidador a las 12, así que a las 9 nos pusimos a ordenar, pero ni nos vestimos, con suerte una polera, nos hicimos unos panes para el desayuno, tranqui.

Nos fuimos a duchar, estábamos hediondos, así que nos metimos ahí, el agua salía tibia, pero la calentamos nosotros. Nos seguimos toqueteando bajo el agua, quería sentir su culo nuevamente. El me pidió que se lo comiera de nuevo y para que me iba negar po. Así que ahí, bajo el agua, se lo comí, páramos el agua e intenté meterlo de nuevo, pero claro, ahora en bruto, no pudimos, pero filo, quería hacerlo feliz a costa de mi, le dije que acabará con mi lengua rozando el hoyo, se veía tan feliz, lo hizo y nuevo acabo a lo bestia, después le tocó a él, pero ni se lo pedí, el solito me sentó y me chupo el pico hasta acabar, se tragó toda su lechita, como que le daban arcadas, pero seguía, no paraba, para nada.

Finalmente nos vestimos. El se fue primero para que no nos encontrara juntos el hueón, así no sospechaba, le dije que me esperará en el Metro. Nos encontramos en la estación, me estaba esperando, no hacía nada más, ni escuchaba música, solo ahí, mirando, buscándome entre la gente. Me conmovió brigido, onda, como que hasta me llenó el corazón ¿así o o más cursi?

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