Padre de Familia

Vivíamos en un pasaje donde la comunidad era muy cercana, absurdamente cercana. 

Mi mamá era amiga de todas las otras mamás, los chicos jugaban con todos los otros pendejos, los papás se juntaban a hablar de fútbol. todos se conocían, no solo de cara, también sus problemas, los cahuines corrían muy rápido; que la hija de la Francisca había quedado embarazada, que el chico Byaron era cola, en fin, pero el cachuín que más amaba era sobre la familia Rodríguez.

La familia Rodríguez era muy quitadita de bulla, vivían en la casa del fondo, la más grande de todas. El padre, Marcelo, trabajaba en un banco en esos años y su esposa, la Romina, en Falabella o algo así, tienen dos hijos adolescentes, que también son amigos de mis hermanos.

Eran muy amables, compartían con todos, nada extraño, parecían ser otra familia común y corriente, aburrida. Hasta que los cahuines comenzaron circular por el pasaje.

De un momento a otro, la esposa desapareció junto a los hijos. Al parecer lo había dejado y se mandó a cambiar al sur. Drama. ¿Qué habrá pasado? ¿infidelidad? ¿violencia? parecía vieja cahuinera tratando de atar los puntos de esta trama y ¿cómo no? el Marcelo era pedazo de hombre: moreno, unos 37 años, maceteado, bien cuidado, pelo negro siempre ordenado, argolla de matrimonio instalada. Con su pantalón de tela y camisa ajustada lo veía caminar, se le marcaba todo ese potito hermoso.

En esos años, yo estaba estudiando mi primer año en la U, no tenía pololo pero tampoco era virgen, mi familia todavía no sabía “lo mío”, tampoco estaba muy interesado en contarlo, pero todo bien.  El único “gran problema” es que debía levantarme súper temprano para llegar a la hora, para ello debía tomar una micro que siempre pasaba llena. Era terrible. Por suerte, ese hábito cambió cuando pasó el Marcelo en su auto y me reconoció en el paredero.

– ¿Pedro? (yo), ¿el hijo de la señora Camila? – Me acerqué con miedo.


– Sí, ¡Hola! – Lo saludo tímidamente.


– ¿Para dónde vas? – me preguntó


– Para la U – le respondí tímidamente


– ¿A cuál po? – se rió y me sentí estúpido

Le respondí y me dijo que trabajaba a dos cuadras de mi universidad, que si quería me llevaba, no me negué. Me subí con el corazón a dos manos. Nos fuimos conversando en el auto todo el viaje, escuchando Depeche Mode, New Order, música de los 90s y otras. Tenía tema para todo. Le contaba sobre mis estudios, me daba consejos. El tipo era muy agradable y risueño, lo que me parecía sospechoso ¿no se había quedado solo tan solo hace unos meses?.

Cuando llegamos a mi U, me dijo que anotará su WhatsApp, que él salía a las 7 de la pega y si andaba por allí a esa hora, podríamos volver juntos. ¿Cómo te explico? yo salía a las 4 de clases, pero le dije que sí, que justo salía a esa hora. Todo para pasar más rato con él y así fue. (Además ahorré caleta en viajes).

Pasaron varias semanas así, viaje en la mañana, viaje en la tarde. A veces nos escribíamos por whatsapp en la noche, le enviaba memes y se reía, aunque estoy seguro que no los entendía.

Me pasaba los medios rollos, me costaba concentrarme en la U: Qué me culeaba en su oficina. que se la chupaba en un baño público, hasta soñaba con el sujeto. Era material recurrente para la paja matutina bajo la ducha. Hasta tenía un dildo al que le había puesto su nombre, así de ridículo. 

Como ya había pasado más tiempo, sentí que teníamos la suficiente confianza como para preguntarle ¿Qué pasó con tu familia? pero error, se molestó, dijo que no era tema y que no quería hablar de eso. Ese  día sí fue un viaje largo y silenciosos. Me baje del auto y se fue con un frío “chao”. La cagué pensé. Me achaqué, pensé en no escribirle hoy e irme en metro no más. Pero sorpresa, el me escribió primero, me dijo que “sorry”, que no la estaba pasando bien, que iba a salir más tarde hoy por si quería esperarlo, le dije que sí.

Llegó la hora, apareció en su auto con la corbata suelta, me dió una sonrisa cansada y me subí. De nuevo se excusó, en que la estaba pasando mal y ahí entendí lo que pasó po. Su esposa si se había ido, pero porque la pillo con su primo en su propia cama. Negra quede. Lo peor es que no asumió la culpa prefirió arrancar con los niños antes que dar la cara o tratar de arreglar el matrimonio. Se le notaba la pena cuando hablaba.

Llegamos al pasaje, seguiamos hablando  no nos dimos cuenta que habíamos llegado al fondo, a su casa (yo vivía al principio).

¿No te molesta quedarte un rato más? – Tomó de atrás unas bolsas y sacó un vodka.

No, obvio.

Vale, sorry… no he tenido contacto con otros “humanos” en mucho rato, suena como raro…

No, te entiendo.

Era bien tarde. Nos comimos un taco tremendo, así que llegamos bien tarde. Mi mamá ya me estaba hueviando por whatsapp.  Seguimos en el auto, afuera de su casa, tomando vodka de la botella: puritano, una mala idea pensé (además era jueves o miércoles creo, tenía clases al otro día).  No había comido nada desde al almuerzo, así que esos cortitos de vodka me dejaron pal pico rápido.

Hablábamos sobre cualquier tontería para pensar en otra cosa, nos reíamos hasta quedarnos sin aire. Le conté una anécdota de cuando me quede sin el traje de baño en una piscina pública, se cagó de la risa.

No te miento que cada minuto que pasaba pensaba que algo iba a pasar. No sé de dónde sacaba tantas esperanzas, el sujeto tenía esposa, hijos, pero estaba despechado, así que no sabía a qué atenerme.

Todo marchaba bien hasta que sonó “tracionera” en la radio, esa de Sebastian Yatra. Comenzó a cantarla con pasión y pena, yo estaba muy incómodo. terminó la canción me quedo mirando, silencio, pausa, miradas y puaf, me agarro de la cara y me chanto el medio beso, onda, no me estaba besando, me estaba comiendo, su lengua estaba casi al fondo de mi garganta, aceleró de 1 a 100 de una. Estaba tan mareado y caliente que ni me cuestionaba lo que pasaba. Se frenó, pero su rostro quedó pegado al mío por la frente, noté que un hilito de baba nos unía los labios, él tenía los ojos cerrados y sus manos sobre mi cabeza, suspirando, jadeando, lo noté preocupado y confundido.

Se volvió a su asiento con las manos pegadas al manubrio y la mirada fija al frente. Me pidió disculpas. Pero no se las acepte, me acerque de nuevo y ahora yo tomé su carita y lo besé, está vez con más tranquilidad, con cariño, el se dejo llevar.

Me atreví un poquito más, tenía que aprovechar, así que puse mi mano sobre su regazo para ver su reacción y de a poco fui subiendo a ver hasta dónde llegaba, me sorprendió que no me detuviera. Sentí que su pico se paraba de a poquito por encima del pantalón, tenía un bulto que me hacía temblar las rodillas.

Como ya caché para dónde iba la cosa, le baje el cierre despacito, me detuvo, se dio vuelta, mirando para todos lados, no había nadie, era tarde. Yo seguí, saque mi premio del envase, un pico largo, grueso y peludo, muy peludo, sus bolas quedaron dentro del slip, pero no me importó, por mientras con esto tenía y comencé a chupar, me lo lleve todito hasta el fondo y seguí empujando, era difícil, pero le ponía empeño, yo feliz jugaba con ese pedazo, paseaba su cabecita por la lengua, sentía que tiritaba y entre más lo hacía gemir, más caliente me ponía, pero paramos de golpe.

Escuchamos que alguien venía caminando, así que se la guardo y entramos rápido con el auto. Me ofreció pasar y acepte. Cruzamos el umbral de su puerta y comenzó a besarme nuevamente, tan rico, pegados a la pared, se notaba que estaba acumulado, era torpe, agresivo, me intentaba agarrar el poto, metiéndome las manos por dentro del boxer y yo solo me dejaba.

De un saz bajó, me bajó el boxer y me la chupo un rato. Lo hacía tan rico, con una mano me pajeaba y con su boquita versátil se lo devoraba.

Se paró, nos quedamos mirando, nos reímos y me tomó de la mano y nos fuimos a la cocina. Estábamos tan estúpidos que ni nos sacamos la ropa, él seguía con su camisa semiabierta y yo con el pantalón abajo, pero con la camisa. Me tiro frente al mesón, caché que bajó a la altura de mi poto, me escupió, lo esparció por el culo y para dentro. Creo que por el vodka no me dolió tanto, porque fue bruto, movimientos cortitos, duros, intensos y repetitivos. Estaba completamente doblegado, sumiso, pero completamente absorto, caliente, ni me pajeaba, pero podía terminar ahí mismo, lo juro.

Además este hueón no era piola, le gustaba gemir, gritar, y te juro que cada vez que me acuerdo, se me para, da lo mismo dónde este, ese recuerdo no se me borrará nunca.

Después de un rato así, le dije que fuéramos para su pieza, así que partimos, había una cama matrimonial bien grande, pero no nos tiramos allí, Marcelo se sentó en un  sofá que estaba al lado y me dijo: “súbase”, ya estábamos completamente piluchos, así que le hice caso, pegue un salto, aprovechó de tocarme el culo nuevamente y me senté despacio arriba de esa pichula y le di un show de aquellos. Parecía Shakira arriba del pico.

Que manera de ser penetrado por su pico grueso y con la mirada, no la apartaba para nada. Al parecer estaba cerca de terminar, así que me levanto con sus brazos fuertes y me tiro para la cama, caí de guata, me dio dos palmadas en el poto y me pidió que me encorvara y así hice. Mi poto su casa. Me reventó en dos minutos.

Que manera de ser penetrado por su pico grueso y con la mirada también, no la apartaba para nada. Al parecer estaba cerca de terminar, así que me levanto con sus brazos fuertes y me tiro para la cama, caí de guata, me dio dos palmadas en el poto y me pidió que me encorvara y así hice. Mi poto es su casa. Me reventó en dos minutos. Puso sus piernas por encima y lo sentí todo, profundo. Hacia un movimiento muy rico con las caderas, la metía fuerte, la sacaba despacito y así repetía.  

Yo en cambio tenía la cara hundida en la almohada, llegue hasta pensar que si moría así, sería una buena partida.

Así tan violento me culeó, así de violento terminó. Lo noté, pegó un grito enfermo, un conchetumadre del alma. Culeamos sin condón, mala idea, así que me dejo preñadisimo. La saco y creo que sonó feo, me dio vergüenza, pero no le prestó atención. Se tiró al lado mío y comencé a pajearme para acabar, fue muy atento, lo notó y me dio una ayuda, subió mis pies, me metió sus dedos en el culo y explote, estuvo tan rico, me llegó hasta la cara, quede sucio, el hueón cachó y me dio un beso con mi propio moco. Puso sus manos por debajo de mi espalda, me abrazó y nos quedamos dormidos.

Él se despertó como a las 6 AM y se fue a la ducha, había que trabajar. Mientras fui a su otro baño a limpiarme los restos de una noche intensa. Regrese a la cama y lo espere, volvió con una toalla envuelta a la cintura, con el torso desnudo, aproveche de contemplarlo, se puso los calcetines primero, ¿quién hace eso? me reí, él lo notó, pego un salto a la cama riendo también, retándome y obligándome a que le chupara el pico en compensación, no me negué, estaba flácida, pero no hay nada mejor que hacer crecer un pico en tu boca, creanme.

 Seguimos tirando esa mañana. Esta vez puso mis pies sobre sus hombro y comenzó a darme más despacito, nos miramos, nos abrazamos, nos jadeamos, acabamos, repetimos y nos fuimos a trabajar y estudiar. 

Así repetimos durante un tiempo…

Ahora, ¿cómo un padre de familia aprende a culear hombres tan rico? bueno, con el tiempo el Marcelo me confesó que su esposa en realidad se había ido porque él había sido pillado con el primo de ella. Brutal.

Bueno, ¿quién era yo para juzgar? el problema es que después volvieron. Su esposa volvió a la casa y todo parecía que había vuelto a la normalidad, pero seguimos tirando y te juro que fueron mucho mejor que esa primera vez.

PD: ¿Lo peor de todo? tenía 50 llamadas perdidas de mi mamá, habían llamado a los pacos y todo, tuve que inventar que me cure en la casa de un amigo y olvidé llamar, fue gracioso.

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