El chico del slip azúl
Todos los veranos mi familia se va a la Serena por unas semanas, pero este año me dio paja, así que me quede solo durante dos semanas, ya había terminado la U por ese semestre, así que no tenía ninguna preocupación. Mi vieja me contó que en esos días iría el Rodrigo, el hijo de un conocido que le arregló el auto a mi papá, el cabro tenía 19 y necesitaba una pega, eran bien humildes, así que lo contrataron para que hiciera unos arreglos piolas a la casa.
Ni me acordaba del Rodri, hasta que llegó un sábado, uno de los más calurosos, un chico moreno, flaquito, con un short apretado y una polera sin mangas, piola. Lo hice pasar, le indique qué cosa tenía que hacer y ahí estuvo, lo iba a ver de vez en cuando, ya se había sacado la polera y sudaba caleta, lo empecé a ayudar, con la única excusa de verlo de más cerca, olerlo, rozarlo, me tenía loco y el calor no daba tregua.
Le ofrecí una chela y nos pusimos a conversar, me contaba sus problemas, sus intereses, que no eran muchos; jugar a la pelota, ir al estadio, carretear, no le gustaba estudiar, y ni sabía qué hacer con su vida, no parecía preocupado. Me comentó que no estaba ni ahí con las minas, ni siquiera intenté preguntarle qué significaba eso, solo prendí luces.
Al final, me preguntó si se podía duchar, le señalé el baño, me pidió una toalla, salí a buscar una, al volver me lo encontré solo con su slip nego, noté un paquete generoso, no tan abultado, pero hueón, su potencial estaba por detrás, quedaba tensado la hueá con ese culo, me quede medio pegado viéndolo, se dio cuenta y se puso medio incomodo, igual estábamos todavía algo mareados por la chela.
Quedamos como en el limbo, entre miradas hacia el suelo, de pavos, hasta que bien patudo le agarré el paquete muy firme, y lo tire contra la pared del baño, me intentó quitar la mano, no lo deje, empecé a bajar por su cuello, mientras le manoseaba las bolas por arriba del slip, lo caché, también quería, estaba erecto y gemía despacito, como si alguien nos pudiera encontrar, con miedo, lo quede mirando, estaba aterrorizado, me sentí pésimo, y me iba a salir hasta que me besó, con tantas ganas.
Ahí estuvimos, hasta que no aguanté y empecé a bajar aun más, hacia su estómago planito y marcado, hasta la marca de su slip, no quería apresurarme quería sentirlo todo, le pase la lengua por encima, hasta que la saque, mi premio, lo metí todito en mi boca, y me quede ahí, con ese gustito a orina, sudor y hombre. Jugaba con sus bolas, a medida que avanzaba podía ver como lo disfrutaba y se desinhibía, comenzaba a gemir más fuerte, mientras la ducha seguía corriendo.
Lo metí bajo el agua, yo aun con algo de ropa, nos besábamos mientras le manoseaba ese tremendo culo, masturbándonos, quería comerlo completo, baje, pero esta vez con otro destino; lo di vuelta y le metí la lengua en medio de esos cachetes, el loco no sabía cómo reaccionar, le gustaba, parece que era nuevo en esto, pero no se molestaba. Cuando subí quería seguir con esa boquita, pero me apartó, nos reímos y salimos a la cama de mis viejos.
Se acostó y me fui arriba de él, besando sus axilas, sus piernas, su pico erecto, empecé a acariciar su ollo, de a poco, pa’ que se fuera soltando, mientras él se pajeaba un rato, no se molestó. Se quejó cuando empecé con un dedo, pero no quería que parará, lo que me excitó más. No aguanté, lo di vuelta lo puse en cuatro, con la cabeza pegada a la cama, le pase una almohada, y él me daba la panorámica del “culo que me iba a servir”.
Empecé a empujar de a poco el pico contra su pequeña obertura, como conquistador, de a poco a poco, centímetro a centímetro iba penetrándolo, hasta llegar al fondo, parar y repetir. Se quejaba mucho, decía que le dolía, no escuche, ni pare, seguí y transformé ese dolor en placer, al final no quería que parara, lo agarraba del pico y sentía como le brotaba de a poquito. Seguía ese calor de mierda, sudábamos como monos, mojados y calientes.
Lo di vuelta y lo quede mirando, patita pa’ arriba, y de ahí pa’ adentro, estaba loco, apretado como virgen, ni idea si lo era. Y para ser franco no duré mucho más, no quería durar más, me quería ir en su culo, y así lo hice, mientras se pajeaba como condenado, pegue un pequeño grito y me vine adentró, el hueón lo notó y se fue a los segundos, arrojando su semen por toda su guata, la escena era inolvidable. Le agarré las patas, se las tira pa’ atrás solo para contemplar ese culo abierto lleno de leche, maravilloso, me tire encima, y nos quedamos abrazados, llenos de residuos, satisfechos.
Esa semana no trabajamos mucho que digamos, por lo menos no en la casa
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