El Profe II
Volver a la rutina fue complejo, a pesar de que estaba en mi último año y tenía muchas preocupaciones, solo podía pensar en fitness33 o mi profe de educación física, el Raul. ¿Cómo me iba a concentrar en matemáticas?imposible, solo quería que ya fuera la próxima semana para verlo y a ver si podía repetir el asunto.
Mientras, hueviabamos por Manhunt, le enviaba fotos de mi poto con mensajes calientes y de paso el me enviaba de su hermosa pichula, Me escribía todas las cosas que me iba a hacer y dios, estaba tan caliente esa semana que agarre un plátano de la cocina, le puse un condón y me lo metí en la raja pensando en el profe. Las noches eran pajas seguras, a veces esperando su fotito, otras resignándome a que estaba con su señora. En fin.
Llegó el bendito lunes nuevamente y mis ganas de verlo se traducían en una permanente erección, lo cual era bastante incomodo, en especial si llevas un buzo apretadito y tienes como 10 compañeras que creen que es por ellas.
Me estaba volviendo impaciente, estábamos todos en el patio cuando apareció, con sus short cortitos, su sonrisa picarona y… no me pesco en toda la clase. Ni Siquiera cuando le hacía preguntas sobre la clase, le decía a otro compañero que me ayudara y yo ahí, indignado, triste, frustrado. Terminó la clase, el profe se despidió de todos y se mandó a cambiar de una. Ni pude preguntarle por ese fin de semana libre que iba a tener, nada.
Me fui tan enojado ese día, no le escribí, espere que él lo hiciera y allí quedé, esperando. Me cortó toda comunicación. De la calentura, la emoción, pase a la melancolía y la pena. Entiéndanme, era un pendejo que recién había tenido su primera gran culiá y este huéon me dejó prácticamente el visto en todos lados. No importó, tampoco es que me iba a vengar del hueón ni nada. Llegó el siguiente lunes, la clase transcurrió con normalidad, según yo, no esperaba nada, pero mi corazón esperaba un “hola, ¿vamos a culiar?”, quizás por eso me quede hasta el final, ya todos se había ido, no me interesaba nada más que decirle que en verdad entendía todo, onda quería dármelas de maduro y sin rencores.
Cache que se movió al baño de profes y lo seguí por detrás:
– Puta la huea, ¡me asustaste! – Casi me gritó el profe
– Sorry, es que te quería decir que está bien, onda… yo entiendo.
– ¿Entiendes?
– Que no me quieras hablar más porque obvio,
– No es lo que crees…
– ¿y qué es?
Ahí me explicó que la señora le había encontrado unos mensajes en el computador y que se había ido de la casa a La Serena con su familia, y que en los últimos días estaban hablando de cómo arreglar las cosas y yo ahí pal pico. Me sentí mal por el. Se le veía nostálgico, pero no triste. Le comenté que podía contar conmigo, que lo entendía, que el hiciera lo que estimará correcto. Se rió y me besó, quede pal pico pero le correspondí con mi mano en su cara, qué rico besaba el hueón. Me desconcertaba saber en qué estaba pensando. Luego me soltó y me dijo.
– Si quieres ayudarme, ¿no te tinca pasar a la casa en la noche? – Le dije no, así cara de raja. Me quedo mirando como WTF y volví a responderle.
– ¿Qué tal el viernes? no creo que pueda arrancarme hoy, tengo clases mañana.
Se rió y me dijo “ok, viernes en la tarde te espero, te mando la dirección por interno”, me dió una palmada en el potito y se mandó a cambiar. Mi corazón volvió a latir con fuerza. ¡Por fin me van a culear como corresponde! toma eso plátano culiao.
El viernes llegó muy rápido. Me preparé muy bien, hasta me compré un lindo jockstrap para sorprenderlo y por encima uno de mis jeans más apretado, se me veía re lindo el culo, me sentía una perra por lo que iba a hacer, en especial sabiendo que su esposa al parecer sospechaba, le dio algunas vueltas, pero la calentura era más intensa que la culpa.
Subí a su departamento. Me abrió la puerta, me hizo pasar, me ofreció una chela, acepte. No era bueno para tomar, pero no quería parecer pollo, así que me la tome al seco, lo que me dejó bien mareado y más caliente. Me hablaba de puras hueás, ni siquiera lo estaba pescando, solo quería irme a su pieza.
Cache que tendría que tomar la iniciativa, así que me fui al baño, me baje un poco el pantalón para que se me viera el jock, volví. Estaba cerca del refri sacando más copete. Filo, me agache ahí mismo, le baje el cierre y se la saque, aunque estaba blanda, se la chupe igual, comenzó a crecer de a poquito en mi boca, solo le escuche un “Estai apurado hueón”. Como la extrañaba, no la recordaba tan grande. Me pidió que se la escupiera, era bien mandón el profe, me gustaba eso, quería sus direcciones. Me agarraba el pelo con fuerza y me obligaba a comérsela toda, me daban arcadas, pero no quería parecer novato, así que me aguantaba, quería ser su escape.
Es curioso cómo a veces permitimos transformarnos en recipientes para otras personas. Me sentía como un juguete, un hoyo que debía ser rellenado y no me sentía mal por aquello. Me excitaba saber que estaba pasándolo bien por culpa mía, en ese momento ni te preocupas como la estas pasando tu, solo miraba pa’ arriba esperando sacar sus mejores gemidos.
Amé que me diera cachetadas mientras aún tenía su pico en mi boca.
Se desabrochó la camisa e intenté agarrarle los pezones desde abajo. Luego me concentré en esos cocos sabrosos. Le gustaba y se sentía, tenía mini temblores, era una buena señal. Me levanté con mucho de su lubricación y baba en mi boca, nos quedamos mirando muy calientes, pajeandonos. Le tomé la mano y lo guíe hasta el sofa, me puse en cuatro y se dio cuenta lo que quería.
Me bajó los pantalones despacito y cuando vió el jock, te juro que le escuche un “mierda…”, no lo podía culpar, tengo un lindo culito el que no dudo en besar hasta el cansancio. Me agarró de las caderas y me penetró prácticamente con su lengua. Creo que fue mejor que la primera vez, estuvo mucho rato allí, jugando con mi hoyito, de un momento a otro intento con un dedito y un escupito, qué rico sentirlo, era tan juguetón y comprometido con la causa.
Cache que se puso de pié, se terminó de bajar los pantalones, se quedó con la camisa abierta, y de ahí pa’ adelante. Tenía una paciencia gigante, porque a diferencia de la otra vez, me dolió, aunque tenía lubricante, costó. Me la dejo adentro un buen rato, sin moverla. Me preguntaba si estaba bien, si quería que paráramos, y no estaba dispuesto para nada. Me trague el dolor y le dije “dale no más, como tú sabís”, bastaron esas palabra para desatar su bestia interior.
El profe tenía problemas, se notaba, y al parecer estaba usando mi hoyo para desquitarse, ¿qué mejor terapia? creo que era mejor sicólogo.
Nos quedamos allí unos 15 minutos, yo estaba ya todo mojado e incluso adolorido por tanto ataque, igual pensé que me iba a quedar re lindo el poto con tanto ejercicio. Me la sacó de un (no estaba preparado para ello) se fue a la pieza y me pidió que lo siguiera.
Se acostó, quería me subiera arriba de su pico, no me negué, ni me saque el jock. Le di la espalda encima y fui bajando buscando su pichula, me entró de una, estaba tan orgulloso. Eran tan rico, porque podía llevar el ritmo, y cada gemido que le sacaba al hueón era una estrellita a mi reputación. Pero a este hueón le encantaba tener el control, así que me echó para atrás, y quede acostado con las patas abiertas arriba de él, con su pico llegando a los intestinos. Sus manos sobre mi torso eran mágicas, grandes, callosas, de hombre y me recorrían cada centímetro de mi cuerpo.
Me puse cucharita y creo que fue lo mejor de la noche, me besaba por atrás mientras me la metía, mientras me manoseaba, mientras disfrutamos de ambos. Era sexo, pero por esos minutos sentí que estaba haciendo el amor, así de cursi, ¿pero cómo no?.
El hueón me tomó, me tiro las patas para atrás y me empezó a dar de misionero, mirándome a los ojos, sudando la gota gorda encima. Me miraba a los ojos y yo me derretía, como se mordía los labios, como el sudor le recorría la cara que no paraba de gozar. Sabía que le faltaba poco, así que me apuré, no me dijo nada, solo pegó unos tres gritos muy caliente, sabía que me había rellenado con su leche de macho, alcance a terminar solo unos segundos después con su pico adentro. Saltó para todos lados. Nos reímos. Raúl no dejaba de jadear, se echó en la cama unos minutos, yo aproveche de ir al baño a limpiarme. Volví, me tiré al lado, me busco para abrazarme y nos quedamos ahí un rato. Conversamos, buscamos más chelas, y partimos de nuevo
Esa noche habremos culiado unas 3 veces más, no fueron tan ricas como la primera, pero sí sentí que luego de esta noche iba a necesitar un transplante de ano. En la mañana desperté primero y caché que estábamos destapados, el durmiendo de guata en la cama, mostrándome su poto, y fue la primera vez que lo aprecie como correspondía, estaba bien, peludito, gordito, pensé en pedirlo prestado, pero me dio pudor, pero sí le tomé fotos.
Eran como las 12 del sábado, él Raúl se despertó con un mensaje de texto, me dijo que tenía que hacer un trámite y se fue a la ducha. Me calentó verlo caminar pilucho por la pieza, ni una pizca de vergüenza y cómo no, si con ese cuerpo. La hueá es que me prendí de nuevo, busque el jock que estaba como a la chucha, me lo puse, quería sorprenderlo como en la noche, así que me puse en cuatro al borde de la cama, así cuando volviera me la pusiera de una.
Resulta que por el ruido de la ducha, no caché que alguien había llegado, era su esposa que me pilló con el culo abierto a todos manos. Solo escuché unos gritos horribles, luego el huéon salió de la ducha y más gritos, intentaba consolarla o contenerla y yo para la cagá, pensé en decir “no es lo que parece”, pero ¿qué otra cosa iba a parecer? ¿un examen a la próstata?, me vestí rápido y salí de allí corriendo, se me quedó hasta el pase.
El profe no volvió a hacer clases al siguiente lunes, y al siguiente fue reemplazado por una señora. No me contestaba los mensajes, nada, lo entendí, no presioné. Sentí mucha pena, esa noche había sido genial, más allá del sexo, fue mágica. Una parte de mi pensaba que podía salir algo más que un garche, pero me equivoque. Raul se fue a La Serena, al parecer la señora lo perdonó y no supe más de él, hasta hace un par de meses…
Comentarios
Publicar un comentario