Compañero: Mi-Miguel
Puta que era rico el culiao, se llamaba Miguel, había llegado a la mitad de semestre, luego de andar de colegio en colegio. Había repetido varias veces, no era conflictivo, era travieso el hueón. Tenía un color de piel precioso, muy moreno, de pelo muy negro y rostro muy tosco, pero nariz puntiaguda, maseteado, pero no gordo. Sus ojos cafés cambiaban de color al sol. Su sonrisa era acompañada de un inocente bigote que pretendía restar protagonismo a esos labios carnosos, era una delicia verlo sonreír. ¿para qué le voy a hablar del poto? le gustaba usar pantalones apretado y la camisa bien puesta siempre, hasta para jugar a la pelota, siempre me tiró una onda medio milico.
En esos años no hablaba con muchos de mis compañeros, creo que siempre se me notó lo cola y por ende me dejaban de lado. Tampoco me sentía cómodo con mis compañeras, eran bastante irritables, así que ahí estaba… todo el día, sentado en el fondo, viendo como pasaban los meses, tratando de no sacarme rojos. Hasta que apareció este hueón. Fue un día que llegué tarde, entre a la sala y lo vi “puta qué lata” pensé, más porque no quería a nadie sentado al lado, pero pronto cambié de parecer.
Comenzamos a hablar y nos hicimos muy cercanos, el era fanático del “bulla” y siempre andaba cantando sus cánticos, mis otros compañeros lo miraban feo, además que tenía a todas las chiquillas vueltas locas por el, yo solo me reía, lo encontraba re tierno. Además tenía otras conductas que me hacían dudar mucho, bailaba salsa y escuchaba mucho Axe Bahía, hasta le encontré unas canciones de Britney es su MP3 (¿te pille corazón?).
La cosa es que cuando ya fue siendo integrado por el resto, me fue dejando de lado. Me dolió un poco, pero pico.
Uno de estos días tuvimos un paseo “obligatorio” con la versión “B” del otro curso, a una piscina de una caja de compensación en Peñalolen, no quería ir, pero el carácter “obligatorio” me obligo (?). Encontré la excusa perfecta para separarme del resto, iba a documentar todo lo que pasaba en el paseo, era el único que tenía cámara, así que me di esa tarea. El día paso bien fome, ya algunos chicos se fueron a las duchas luego de pasar todo el día en la piscina.
Ahí fue cuando unos idiotas del otro curso, se le ocurrió la idea de quitarme la cámara para ir a grabar al Miguel en las duchas. ¿por qué? solo hace un par de semanas se había esparcido el rumor de que el Miguel era tulachi, al parecer se había metido con una chica que lo echó al agua, y para humillarlo más, querían capturarlo en video. Me enojé po y salí tras los hueones, iban cagados de la risa y yo con el corazón en la mano.
Las duchas eran individuales, tenían una puerta que no se cerraba con pestillo, solo se juntaban. Estos tres imbéciles intentaron hacer fuerza dónde estaba el Miguel, pero lejos de resistirse el hueón, salió preguntando “¿Qué hueá? ¿me querís grabar el pico maricón culiao?”, pero con u tono juguetón, para nada enojado o molesto. Creo que los cuatro quedamos bastante en shock, el hueón salió de la ducha como si nada, y claro… tenía el medio pico, bien peludo, pero grande, no circuncidado, muy marcado y muy a lo macho alfa demostrando su poder pichulistico. Los otros hueones salieron corriendo cagados de la risa y me pasaron la cámara.
Le dije que sorry, que me la habían quitado y todo el asunto, me dijo “filo, hueones tontos no más”, y luego me dijo entre risas, “pero borra esa huea por fa” le dije que sí, aunque obvio que no. ¿Me habré pajeado con ese video culiao unas 800 veces?.
Después del “incidente”, el Miguel como se me volvió a acercar, como que no quería la cosa. Me temblaban las piernas cada vez que se acercaba, era imposible no imaginarlo sin ropa. “Préstame un lápiz” mi mente lo traducía como un “chúpame el pico” y se me paraba hueón, era tan incomodo en los recreos andar con una erección demasiado poco disimulada.
Lo que paso después fue lo mejor.
El colegio se fue a toma. Pasamos varias semanas viviendo allí, durmiendo unos tras otros. Siempre buscaba la excusa para terminar al lado de él. Me despertaba primero a ver si le podía ver una erección matutina, ya que solo dormía en boxer y destapado, a pesar de que estábamos en pleno invierno.
Uno de estos días organizamos un carrete para juntar fondos, se suponía que sería sin alcohol, pero no hubo caso, comenzaron a llover los ron mitjans (ew) y la coca cola. El patio estaba lleno, llegó mucha gente de otros lados. Lamentablemente se me perdió el cabro, no lo encontraba por ningún lado. Así que decidi tomar solo, y tomé mucho a ver si pasaba la pena y la calentura.
Eran como las dos de la madrugada y estaba viendo todo desde el segundo piso, cuando siento que alguien me toma con fuerza por los hombros, pegue el medio salto, era el hueón po, al fin se dignó a aparecer con su buzo gris y una polera negra, estaba muy ebrio también.
-¿Por qué no estaí bailando hueón? – preguntó el Miguel
-Nah, qué paja…
– ¡Te estaí perdiendo las medias minas hueón – me gritó.
– Así veo…
– O algunos minos ricos… – me susurró acercándose y mordiendo los labios, entre tanto sonaba reggeaton del viejo de fondo.
– ¿Qué te pasa hueón? jaja – le respondí riendo, con miedo y excitado
– Jaja nada… una es que una hueona me estuvo poniendo el poto todo el rato, pero se tuvo que ir la maraca, me dejo caliente, a ti como que no te gustan las minas ¿no?
Quede un poco helado, o sea, era obvio que se me notaba, pero ¿pa qué me tenía que preguntar lo obvio? le dijo la verdad.
– sí, me di cuenta. ya po dame tu opinión sincera ¿cómo estoy? – preguntó y se daba una vueltita.
– Jaja pucha, estai piola – le respondí
– Nahhh, pero ¿sólo piola? – levantandose la polera, mostrando toda su guata plana.
Le entendí apenas por lo ebrio. Yo solo atinaba a reír, perol Miguel insistía en que le dijera algo mientras se reía y se ponía serio. Ahí nos quedamos mirando un rato en silencio, solo nos acompañaba la música, me hizo con un gesto con los ojos, apuntando su paquete, cantaba “hola qué tal, soy el chico de las poesías”.
No sé de dónde saque el valor, pero le agarré el pico, ese que tantas veces soñé y me pajié. El no reaccionaba, sentí que estaba semierecto, solo me miraba con cara de travieso, “es bien grande eh” atine a comentarle. quise ir un pasó más allá, intente meter mano, pero ahí me sacó..
– Jaja no po, hasta ahí no más… aunque… espera – abrió una chela y se fue pa una sala vacía, estábamos en el segundo piso, bien lejos de la gente.
Tenía el corazón pa la cagá. Lo seguí, se fue para el fondo de la saa, se apoyo contra la pared y ahí se quedó, estaba muy oscuro, pero la la luz de la luna se colaba por las ventanas
Me acerque, nos quedamos mirando, el jadeaba. No dijimos nada, tomó un sorbo mientras le sobajaba por fuera, estaba blando. Baje de una no más.
Pase toda la cara por su pico, quería sentir su aroma. La tenía grande y cada segundo se ponía más grande. Le baje el buzo, estaba a lo gringo. Sus bolas peludas eran una delicia, me quede ahí porque le escuche gemir. Su cabeza era grandota, apenas me cabía en la boca, pero no quería decepcionarlo, quería complacerlo. Miraba pa’ arriba pero el Miguel no me veía chupándosela, solo seguía quejándose rico y tomando chela.
Le encantaba cuando le agarraba el poto para empujar más adentro, me culió la cara con fuerza.
Estaba tan borracho que no recuerdo cuanto tiempo me quede ahí, entre que la metía en la boca y la sacaba, la escupía y se llenaba de saliva, sus cocos chorreaban de una forma. Me ahogaba, pero parece que la necesidad de pico era más grande que la necesidad de respirar.
Se dio cuenta, se rio, se guardo el pico y se fue a la puerta, “¿qué chucha?”, fue a cerrarla con pestillo y volvió: me dio un beso y mientras me tomaba por la cintura con gran fuerza, solo pensaba lo raro de la situación.
“Ponte en 4 maraca”
Y en un dos por tres me tenía en 4 con los pantalones abajo, pero con la polera puesta por miedo a que llegará alguien. Me puse en una de las colchonetas que usábamos para educación física, por encima de uno de los sacos de dormir.
Le deje el culo al aire, lo que aprovecho rápidamente. Sabía lo que se vendría, así que me escupí en la mano y me lo pase por el culo, a ver si de esa forma podía disminuir el tremendo desgarro por tan grande pico.
Sentirlo entrar sin cariño era una sesión brutal, de cierto modo el alcohol me había adormecido, así que no fue tanto el sufrimiento. Me llegó hasta el fondo, me sentí orgulloso sobre como me lo estaba tomando, relajado, excitado mientras este macho me destrozaba el culo.
Cada estocada era un centímetro más cercano al cielo, me agarraba de la cintura para que entrara mejor, entre el mete y saca glorioso se escuchaba como sus bolas chocaban contra mi poto. Me tomaba desde el pelo y me jalaba para atrás. Me desconcertaba que de pronto me llamará “Susana” o “Toma maraca culia”.
Ya cuando no aguantaba el dolor, intente frenar, me di vuelta y lo quede mirando. Me agarro de los pies y me los tiró para atrás, ya tenía el culo bien dilatado, y me la metió a lo misionero, no dejaba de verme a los ojos. Gemia como caballo. No nos molestaba hacer ruido, total nadie escucharía.
Ni se había quitado los zapatos, hueá que me prendió más. Me pajeaba con brutalidad sin apartar su vista. “Te voy a acabar como un toro culaio, te voy a llenar hasta la boca, te voy a vaciar los cocos dentro”.
Me pare, me puse contra la pared y le dije: “ya po, acábame aquí” le dije abriéndome los cachetes. No lo dudo ningún segundo, se paró rápido, me agarro, me encorvó y pa dentro. Sentí su calor, todo su pico, sentí como le brotaba la rabia todo dentro. Golpeaba la pared mientras terminaba, gemía tan rico, tan sincero. La sacó y me dejo chorreando el culo con su leche y los pies al borde de colapso. Yo seguía masturbando y no recuerdo haber acabado tanto, al borde de perder la consciencia. Todavía no lo creía. Imposible olvidar su leche tibia llegando hasta mis pies.
El Miguel se fue pal baño y yo me quede en la sala un rato, como reflexionando lo que había pasado. Sabía que no iba a volver, no me dijo nada. Me limpié, limpié un poco la sala, abrí unas ventanas pa ventilar el olor a pico que había.
Me acosté algo mareado, escuchando el bullido de afuera. No sé cuánto habrá pasado cuando sentí que alguien se acostaba al lado mío, era el hueón po’, me abrazó por la espalda por 5 minutos y luego se dio vuelta. Al otro día no hablamos nada, ni al siguiente, ni al siguiente…
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