Daniel Culiao II
Daniel culiao, me tenía enfermo de caliente. Desde esa vez en su casa pasaron como dos semanas sin saber nada de el. Desapareció, no me contestaba los mensajes, nada. No perdía la esperanza de volver a encontrármelo, pero igual me daba miedo, miedo de que hermano supiera, me pasaba mil rollos con eso, ¿me iba a pegar por culiarme a su hermano? Entre que me asustaba y me excitaba la idea.
Pasaba el tiempo y no me lo podía sacar de la cabeza, ¿me habré corrido la paja unas 40 veces pensando en el pendejo ese?, pero aun así era algo más, no sé, del 100% del tiempo un 80% pensaba en culiarlo y un 20% en que quizás , no sé ¿quería abrazarlo?
Hablábamos muy esporadicamente, y cuando lo hacíamos solo me enviaba una nude en el gym y luego volvía a desaparecer, pendejo culiao insoportable.
Las cosas comenzaron a cambiar el día que al Pablo se le ocurrió la idea de ir a la casa que tiene un tío en el Quisco, era bien grande, con hartas piezas, cerca de la playa. Me pidió que nos fuéramos unos días antes para ordenar mientras llegaban otros amigos, así que nos fuimos en su auto con su polola. Le pregunte al Pablo, quienes iban a ir, y entre los invitados no estaba el hermano. Me decepcioné, pero filo.
Llegamos a la casa, todo estaba muy desordenado (sus tíos eran un desastre), así que estuvimos casi toda la tarde limpiando, armando las camas y yendo al súper para comprar algunas cosas para tomar. Estábamos mega cansados, así que igual pensamos que ese día carretearíamos re piola.
Mi humor estaba por el suelo, pero cambio bruscamente cuando escuché que el Dani nos acompañaría en la noche, estaba carreteando cerca, dónde unos amigos pero que se pasaría a saludar. Mi corazón saltó a mil, me puse muy nervioso. ¿Será que le incomodará mi presencia?
Como a eso de las 12 de la noche apareció, con unos short muy cortitos y una polera sin mangas, al parecer no estaba muy preparado para frío.Llegó mientras nos tomábamos una chelas en el patio. “Guenaa” me gritó al ver, me sentí tan aliviado. Fue a buscar una chela y se sentó con nosotros. No podía ocultar mi felicidad al verlo.
Después de unas horas a la polola del Pablo le bajo el sueño, así que se fueron a dormir. Se despidieron y quedamos a solas con el Dani. Le pregunté care raja ¿por qué había tan esquivo estos últimas semanas?, igual no quería parecer un loco sicopata, así que se la tire como talla.
Se río no más, “estaba ocupado en la pega”, igual triste, porque yo sabía que no estaba trabajando, solo carreteando todos los días, pero no quise seguir insistiendo, quizás no era de su gusto y sería ¿pa’ que humillarme más? pero sí me taimé al rato sabiendo que ya no en verdad no había mucho que hacerle.
Le dije que me iría a dormir, que estaba cansado y para mi pesar, ni siquiera insistió que me quedara. Humillado total. Me fui a mi pieza, me saque todo, solo me quede en bóxer y me metí a la cama, algo triste. Cuando ya me estaba quedando dormido, siento que alguien abre mi puerta, era él perla, ahí parado me pregunta “¿puedo acostarme contigo?” me da paja hacer la cama”.
No me negué, le abrí la frazada y se acostó en bóxer también. Solo le dije que mañana temprano saliera para que su hermano no nos viera, acepto.
Se acurrucó para que lo abrazará, y ahí se quedó, en mi pecho con los ojos cerrados. Ya estaba demasiado confundido, ¿qué chucha estaba pasando?así que le pregunté care raja. Me dijo que sí, sabía que estaba distante, que de esa vez en su casa prefirió alejarse un poco y luego me comentó algo que me dejó helado: “Cuando me gusta alguien de verdad, siempre la terminó cagando, de alguna u otra forma, siempre la cagó, así que ahora… no sé, no quería cagarla, solo que no sabía cómo no hacerlo”.
No sé si encontraba la excusa bien charcha o era cierto, lo único que me importaba es que lo tenía ahí, para mi. Cuento corto y triste: nos quedamos dormidos y esa noche no hicimos nada, despertamos abrazados, a pesar del calor, se sentía tan bien, ni con todas mis pololas me había sentido así, tan completo, tan feliz, tan cómodo.
Nos despertaron los gemidos mañaneros de la Javiera, la polola del Pablo, nos reímos. “Tu hermano está culeando de lo rico parece”. No eran muy piolas que digamos. De alguna forma bastante perversa, como que nos entusiasmamos, “deberíamos seguir su ejemplo” le susurre y no se diga más.
De un momento a otro, bajo hasta mi bóxer y comenzó a lamerme el pico por fuera. Al fin teníamos al calma para hacerlo como corresponde. “Sacala, te esta esperando”. La vista era inmejorable, me calentaba a mil que me mirara mientras la chupaba y se atragantaba, la escupía y seguía, tenía un talento el cabro. Me tiritaba todo el cuerpo cuando bajaba por los cocos, todavía me retuerzo cuando lo pienso.
Después de un rato me dice al oido, te toca, no me iba a quejar, pero le dije que se pusiera en cuatro, bajándole lentamente el boxer, dejándome ese culito expuesto. Se la quería chupar por atrás, pasando por su glande hasta sus cocos y llegando hasta su oyo, ese delicioso oyo perfecto. Gemía como una perra cada vez que mi lengua lo penetraba. Quería puro ponérsela, ahí mismo. Pero me detuvo. Me dijo, “No, no así, no está vez”.
Me guío y acostó sobre la cama, se paró frente a mi y comenzó a bajar lentamente, con su mano guió mi pico hasta la puerta de su culo, haciendo presión lentamente, cuando cachó que no bajaba más, se escupió la mano y se la paso por el oyo y lo intentó nuevamente, esta vez con más éxito, se sentó hasta el fondo.
Note que comenzó a lubricar, a votar ese precioso liquido desde su pichula morena. Se quedo ahí un ratito, y luego con unos movimientos de cadera empezó a satisfacerme, era el cielo en la tierra. El hueón, sabía como moverse arriba del pico. Ambos sudábamos como condenados, gemíamos, se acercaba y nos besábamos, mientras lo abrazaba y empujaba el pico contra el.
¿Se han enamorado mientras culean?
Es una huea muy enfermiza (o quizás no), es como darte cuenta que este hueón te gusta más de la cuenta, que de verdad te importa y querís que la pase bien mientras se la metí, es raro, pero ¿supongo que lindo?
Luego de un rato, le dije que parara, lo acoste yo estaba vez, subí sus pies sobre mis hombres y empecé a culiarlo a misionero, rica la huea, podía ver sus ojos brillar con cada estocada, pidiéndome más y más. Tan mojados por el calor, me tocaba la espalda y me agarraba el potito para que se lo metiera más profundo. Eramos un par de animales, sudando, culiando, oliendo mal, gozando en otro mundo, olvidando este completamente.
Todo muy bien hasta que entró el Pablo y me pilló metiéndole el pico a su hermano. Escuché un “qué chucha….” y nos levantamos aterrorizados, mientras buscábamos con que taparnos . Durante ese momento incomodo entró la Javi, caga de la risa diciéndole Pablo “ya, si te dije, déjalos piola ahora, no hueí” y cerró la puerta ¡Grande Javi!, nunca olvidaré el rostro desfigurado del Pablo, para enmarcarlo.
En fin, nos miramos con el Dani y nos cagamos de la risa. “¿Qué hacemos?”me dijo, yo sin pensarlo le dije: “terminemos primero po”, así que nos pajeamos frente a frente encima de la cama, ya estábamos listos. Acabamos casi al mismo tiempo, nos llenamos de leche los cuerpos, ¡cuánto semen acumulado! nos acostamos abrazados rendidos en nuestra propia suciedad. Lo primero después de eyacular fue la preocupación. “Te van a pegar” me comentó el Dani entre risas.
Cuando salimos de la pieza, ya vestidos y un poco más limpios, estaba el Pablo en la mesa de afuera fumando. Solo atino a preguntarnos “¿y desde cuándo que están…?” Nos miramos con el Dani y nos reímos. Fue una conversa pajera pero al final quedamos bien, si el hueón ya conocía a su hermano y de “mis tendencias”. Culiamos todos los días después de eso, aunque con pestillo la puerta.
Lo más triste de todo es que ni después de eso logramos tener algo más serio. Cuando el Dani decía que siempre la cagaba cuando alguien le gustaba, no estaba hueviando. Solo dos semanas después, cuando ya regresamos a Santiago lo pillé en 4Cam culiando en vivo con otro hueón de tula más grande.
Se me cayó el corazón por la boca, pero ¿qué iba a hacer?, ni pololeando estábamos ¿por qué tendría que reclamar? sabía que no podía po, pero eso no alejaba la paja y el dolor. Ojalá todo se hubiese acabado ahí, pero no, tenía que volver a cagarme la onda el pendejo ese.
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