El Profe: I
Lo único bueno que recuerdo de esos lunes, era educación física, no porque me gustará la actividad física, sino porque podía ver a mis compañeros en buzo elongando, jugando a la pelota, haciendo abdominales y flexiones. Tenía harto que ver, en especial en verano cuando jugábamos sin polera y luego nos duchamos juntos. Yo siempre esperaba hasta el final, tenía miedo de que se me parara en frente de a todos, algunos como que igual se daban cuenta y se reían, pero nada en mala onda. Además en el fondo les veía esos culos maravillosos. Mis compañeros eran muy seguros de si mismos, se pasaban con las pichulas al aire sin drama, se las tocaban jugando, se sacaban fotos abriéndose los cachetes y a veces se pajeaban en broma… aunque termina muy real, era un buen grupo, la pasaba muy bien sapeandolos.
Nuestro profe era la guinda de la torta, el Raúl, un moreno bien formadito de voz ronca y 29 años, siempre muy peinado hacia el lado, lo que me hacía dudar mucho, tan ordenado siempre… sospechoso, además era cheerleader ¡más sospechoso!. Solo había un problema: tenía esposa y un hijo de dos años, fue un golpe en la guata, pero cada vez que lo veía en clases me sentía esperanzado, aunque siempre se las pasaba joteando a las chicas, como buen profe de educación física ¿no?, eran tan irresistible, en especial cuando iba con esos short tan cortitos.
“fitnessg33”
En esos tiempos, antes de Grindr, existía Manhunt, un sitio similar para encontrar chicos. Estaba ahí con fotos falsas porque todavía no había salido del closet y que se revelará todavía era algo heavy, además solo estaba por huear, conseguía fotos y me pajeaba con ellas, cabro chico. Hasta que recibí un mensaje de un usuario que me parecía conocido, algo así como “fitness33”, no tenía foto de su cara, solo de su pecho. Intercambiamos fotos, hasta que note algo heavy: en las fotos se veía que tenía un tatuaje en el brazo izquierdo, muy parecido a un tatuaje de Raúl, ¿será el mismo gil? Note que además tenía un lunar cerca del ombligo, pero mas abajito. Me asuste mucho de lo que estaba y también me excite para ser franco. Deje la conversación hasta ahí y no volví a entrar.
Al lunes siguientes todo era tan raro, lo miraba y lo miraba y cada vez me hacía más sentido, “¡obvio que es fleto no asumido!”. Sentía que estaba en una misión: descubrirlo. Ese lunes mismo comencé a hablarle más, “Profe, me ayuda con esto”, “Profe, no me sale la rueda”, “Profe, lo ayudó con las pelotas” y no sé si habrá dado cuenta pero también me empezó a hablar más, a dar más tareas y responsabilidades, yo feliz. Así pasaron las semanas y no lograba avances, me comence a inquietar, ya se terminarían las clases luego y necesitaba saber, así que invente un problema. Sabía que los lunes cuando terminaban las clases a las 1 debía irse rápidamente a su otra pega, sabía que se duchaba en las mismas duchas de los estudiantes, pero cuando todos se iban.
– Profe ¿podemos hablar? -le dije con voz de preocupación.
-Sí po ¿Qué pasa?
-No, nada grave… pero necesito un consejo.
-Dime -me contestó con su suave voz de preocupación paterna.
Y así le invente la historia de que me gustaba una chica y que no era correspondido. Era muy simpático, se quedó dándome una solución a un problema ficticio mientras lo ayudaba a ordenar las colchonetas y el equipo. Claro, ya había pasado harto tiempo, el colegio había quedado parcialmente vacío.
– Bueno, gracias profe, me voy a las duchas ¿viene?
– Ahhh sí, estoy medio atrasado – me respondió como entre cortado, dudando.
Me adelanté, llegué a las duchas con mi bolso y me quedé de pie inmóvil, esperando, con miedo, quería tanto verlo desnudo, quería ver si tenía el mismo lunar. No llegaba. No quería salir a ver o a presionarlo, sería muy obvio, me desilusione. Me saque la ropa y me fui a las duchas con algo de rabia, pero no pasó ni un minuto hasta que lo sentí entrar. El miedo que tenía era a que me parará ahí mismo y quedar al descubierto. Me comentó que me había quedado un poleron en la cancha, se lo agradecí, noté que se estaba sacando la ropa, primero los calcetines, los pantalones y el boxer al mismo tiempo.
Le vi todo el poto cortado por la polera, me miró y aparté la vista al tiro, oh dios. Se puso justo en la ducha del lado, completamente desnudo, intenté mirarlo mientras se echaba shampoo y ahí estaba su pico, grandioso, moreno, depilado, cocos colgando, sabroso, era todo lo que quería y de pronto BOOM, el lunar culiao estaba justo ahí. Intente calmarme, ya que estaba comenzando a pararse el capitán. “Noooo, no ahora” pensé, me di vuelta “piolamente”, mostrando el poto y alejando el pico semi erecto.
– y ¿cómo se llama? – me preguntó
– ¿Quién?
– La mina que te gusta po
– Ahh…. eh… Rocio, le contente muy dudoso, ¿me habrá cachado?
– Rocio… mish, igual siempre pensé que no erai de esos.
– ¿Cómo? – le dije así como angustiado
– De esos a los que les gustan las mujeres.
No respondí, el silencio era incomodo y acompañado del ruido de las duchas, trague saliva, todavía ni lo miraba. Tome valor y le dije entrecortado: “fitness33”, nada más.
-¿Qué?
-“Fitness33” – volví a decirle, ya con miedo de que no fuera… y que hubiese sido un perfil que tomaba fotos falsas (como yo).
– ¿Tu…?
Solo asentí, me di vuelta con las manos cubriéndome el pico y nos quedamos mirando, Raúl tenía una cara de preocupación y yo de “sorry”, el agua le seguía cayendo y el silencio, ese maldito silencio era aterrador.
Se aproximó a mí y se quedó muy cerca, me tomó las manos y me las separó. Quede vulnerable. Con el pico apuntandole, su rostro no cambiaba, hasta que al fin se atrevió, bajó y me comenzó a chupar el pico bajo el agua. No lo creía. Se notaba que era un experto, me tenía listo a la quinta embestida, mi pene no es tan grande, pero se defiende, se lo comía todo, me hacía una seña con los manos para que lo tomará de la cabeza y lo empujara hacia adelante, que rica sensación. Gemía despacito. Me dio vuelta con sus brazos fuertes. Fue la primera vez que me comían el hoyo y qué te puedo decir, termine salivando heavy, su lengua era tan juguetona, lengua penetradora y deliciosa se perdía en mis cachetes, mis grandes y paraditos cachetes.
Luego me paró con rapidez y me tiró contra la pared de la ducha, me besó en el cuello mientras empujaba su pico junto al mío, ese sobajeo es imposible de describir. Que hueá más rica y cuando llegó a mis labios estaba listo, me hizo un gesto para que bajara y lo hice. No era experto, así que partí de a poquito, concentrandome en sus coquitos sin pelos, que deliciosos, la vista era increíble, el agua cayendo por su cuerpo formadito, sus labios, su rostro de placer. Creo que notó mi falta de experiencia, se rió y me dijo: “te ves tierno,rico y tierno”, me sentí mal, pero a la vez no iba a parar, intente tragarmelo completamente pero ese maldito reflejo. No le molestó, me paró y me dio vuelta.
Estaba preparado para lo que venía. Le escuché escupir en su mano, me lo pasó todo por el culo, y de ahí sin mucha piedad pa’ adelante. Entró de una, creo que su beso negro había ayudado caleta. ¿por qué había esperado tanto para esto? sentir a Raul dentro mío, era sentir a un macho, una bestia. Me dolía, pero me aguantaba por él, lo merecía, quería complacerlo, quería que disfrutará de mi culo como quizás no podía disfrutarlo del mismo modo con su señora. Me sentía una puta, no pretendía nada más.
Me jalaba del pelo mientras con la otra mano me tomaba de las caderas, su pico conquistador quería destruirme de placer, entrando cada vez más y más. Era uno de esos momentos en que podría entrar el Papa, mi abuela y filo, yo iba a terminar en lo que estaba. Completamente sin miedo, completamente lleno de un hombre exquisito. Instaba darme vuelta solo para ver su cara de caliente mientras me la metía.
Estaba tan abstraído que ni siquiera me estaba pajeando, me bastaba su pico en mi hoyo, entrando y saliendo. No hablamos, hasta que se le escapó un pequeño grito ahogado. No me avisó, me acabó dentro, me tomo desde el estómago, me abrazó todavía dentro mío y me beso el cuello, la saco despacio mientras brotaba de mi su leche calentita y abundante, solo lo mire.
– ¿Te ayudo?
– Por fa…
Y de nuevo me la chupo, con la misma intensidad de antes, pero esta vez me metió un dedo en el poto, sacando su propia leche, hueá que me prendió a un nivel supremo. Acabe con violencia en su boca, así como al borde del desmayo. Se paró y me dio un beso con mi propia leche. Fue tan rico, tan raro. Nos reímos sin decir nada más.
Estuvimos solo unos minutos más en la ducha, yo limpiando por dentro y él terminando de ducharse. Nos vestimos y nos fuimos, todavía sin decir mucho, solo cosas cotidianas como “¿apagaste la luz?” “fijate que no haya quedado semen en el piso”. Caminamos afuera del colegio. Nos despedimos, aunque no podía creerlo ¿no vamos a decir nada de lo que acaba de pasar?, me dijo “chao, nos vemos en la semana”. Quede como decepcionado, pero se dió vuelta y me dijo: “mmmm ¿sabís? la próxima semana mi señora se va a la playa con su familia… me quedaré solo ¿te tinca?”.
Solo atine que decir que “sí, piola, puede ser, buena onda”, haciéndome el interesante. Lo que pasó en su casa me cambió para siempre…
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