Los Espartanos II

“ya te pille maricón, te pille putito”.

Desperté pa’ la cagá ¿quién chucha había grabado el video? De seguro era uno de los amigos de mi primo, si conocía mi número de seguro lo era. Llamé al Mario con la esperanza de que supiera algo, pero no me contestó en todo el puto día.

Todavía quedaba gente del carrete. Algunos de los espartanos recién se estaban levantando de los sofás, los miraba pensando “uno de estos hueones debe cachar algo”, pero no me atrevía a preguntar, ni nada.  

No tenía problema con salir del closet, pero sí tenía problemas con que otro huéon me sacará del closet. Además, no quería que me miraran de otra forma, si ya había una barrera por no ser uno de ellos, o el santiaguino externo, si cachaban que era gay, quizás ni me invitarían.

Mi primo se dedicó a hacer el almuerzo para los que se quedaron, yo pasé, no me sentía bien, estaba lleno de nervios. Me quede en la pieza, hasta que llegó otro mensaje: “si no querís que nadie sepa que te gusta atravesao’, quédate después del partido”.

Si ya estaba nervioso, ahora me quería matar.

¿De qué partido estaba hablando? del que siempre se pegan después del carrete, partido de sábado, todos iban. Me preguntaron si quería jugar, pero me negué, estaba desconcentrado.

Llegó la noche, nos fuimos todos los que quedaban a la cancha y con los otros nos encontramos allá. Mario apareció al fin, aunque no pude hablar sobre el asunto sin que los demás escucharán. El partido comenzó y el marcador al tiro comenzó a brillar para los espartanos. Bien por ellos, yo seguía nervioso.  Revisaba mi teléfono a cada rato.

Terminó el partido, los chicos se fueron a las duchas y me quede en las bancas. De a poco se fue vaciando hasta que quede solo. Recibí otro mensaje, pero era de mi primo preguntándome dónde estaba por qué ya se iban a ir a tomar a un bar por ahí. Le dije que fueran, que llegaría más tarde, que tenía algo qué hacer primero.

Espere unos 15 minutos, ya me estaba por ir cuando recibí el maldito mensaje: “Entra a las duchas”. Nada más. Pensé que iba a morir, te juro, pero ya estaba allí, ¿Qué más haría?

Me acerque a los camerinos, estaba aún abierto con las luces a medias, algunos tubos halógenos tiritando. Era la escena de un crimen claramente. Escuché que la ducha aún estaba corriendo, así que caminé hacia allá. Lo que me encontré me aterró caleta.

Parado frente a mi, veo a un hueón con una máscara puesta (tipo v de vendetta) y completamente desnudo. No lograba reconocerlo. Ni por el pico, ni por su cuerpo. Me hizo un gesto para que me acercará. El corazón me latía a mil.

-¿Qué hueá? – le pregunté sin recibir respuesta.

Cache que tenía un celular en la mano, lo miró por un segundo y reprodujo el mismo video que ya me había enviado. Supongo que como amenaza porque lo que hizo a continuación fue bien notorio. Me señaló su pico, el que no estaba erecto.

Esto es bien retorcido, porque a pesar de la situación, yo estaba completamente excitado. No pregunten por qué, supongo que la forma en que este sujeto creía que me tenía, sin salida, me prendió un poco.

Baje y se la chupe care raja, sin decir nada más.

Costó para que se le parará, pero cuando lo logré, era bien grandota la hueá. Estaba re limpia, así que imaginé que era uno de los hueones que estaba jugando a la pelota y se había duchado recién.

A pesar de que su cuerpo era lampiño, sus bolas y pico eran bien peludos, como me gusta en verdad. Sus bolas eran regordetas y bien sueltas, se las chupé un buen rato, gemía rico cuando le pasaba la lengua en la parte baja. Bien maraca. Cache que el hueón comenzó a grabarme, y filo, le di una buena actuación, le ataque más y más el pico, me pasaba de largo y eso más le gustaba. Evitaba mirarme directamente, pero gemía cada vez más fuerte el culiao.

Ahí estuve un rato, cuando de pronto sentí una mano en mi cabeza que no era de el, me quise dar vuelta, pero la mano no me dejo, me empujaba a chupársela más profundamente, ya con arcadas me tuve que salir, pero la mano me empujaba nuevamente, estaba terrible empapado de baba ese pico, bien mojado. Ahí escuché las primeras palabras de mi acosador: “dale dale, me voy…” y hueón, esa voz se me hacia conocida.

No hubo mucho tiempo, el hueón me llenó de leche la boca, mucha de ella pasó de largo por mi garganta, mientras sentía que me estaba tragando su alma. La saque de mi boca y cache como un hilito de semen se estiraba desde la punta de ese pico a mis labios. La hueá porno. Me dio vuelta y era Mario po’.

– ¿Qué hueá hueón? estaba mas nervioso que la chucha-  casi le grite al Mario.

– Nada, queríamos darte una sorpresa… ¿o no? – y apunto al hueón enmascarado.

– Si pue primito, no se altere.

Eh… sí, era mi primo. El parecía disfrutarlo, yo en cambio: completamente confundido.  Francamente no tenía idea cómo reaccionar. Algo que nos les conté es que desde los 12 que estaba recaliente con mi primo, pero como habían pasado muchos años ya, lo había pasado. Saber  ahora que era gay también, me dejó mal, mal pensando en todas las oportunidades perdidas, pero también me hizo repensar en varias otras ocasiones en que debí darme cuenta. Como cuando me decía que viéramos porno y nos pajebabamos juntos (siempre elegía las películas con los hueones más pichulones), nunca le vi nada malo, ya que todos mis compañeros lo hacían entre ellos.

Pero antes de ir de lleno a hacer todas las preguntas que me iban asaltando. El Mario me contó que estaban juntos hace un par de años, pero lo guardaban en secreto. Tenían una relación abierta y algo rara la verdad.

– Me dejaron caliente los hueones – dijo el Mario.

Me agarro por detrás, yo me aparte y con mi primo comenzaron a forcejear conmigo. Al principio de verdad, luego ya de hueveo, jugando. Mario no perdió el tiempo, se agachó y me bajo los pantalones con boxer incluido y comenzó a chuparmela, mientras mi primo me besaba. Fue el mejor beso de la historia, todavía tenía un poco de su semen en la boca, así que jugamos ahí, caché que se le empezó a parar de nuevo, tenía su mano en todo el poto.

No recuerdo quién prendió la ducha de nuevo, pero sí recuerdo que fue el Mario quien me empujó hacia un chorro de agua caliente. Todavía estaba con una polera, y los pantalones abajo, en menos de un minutos estos hueones me dejaron empelota. Nada me preparo para  lo siguiente. Mi primo me pesaba las manos por el hoyo y el otro seguía chupandomela. Bajaron los dos, mientras tenía a este gil metido entre los cachetes, comiéndome le hoyo, el otro me la chupaba y hacia su mejor garganta profunda.

No puedo imaginar una situación más perfecta que aquella.

El Mario se paró y nos besamos, nuestros picos se frotaban tan rico, tan erectos, tan a punto de reventar. Mi primo se comenzó a poner celoso “Ya, paren las maracas y chupénme el pico”. Le hicimos caso, se la chupamos de lado a lado, Ahí pude cachar porque el Mario buscaba a otras personas, mi primo no aguantaba mucho. Solo un ratito después, el cabro explotó, no tanto como la primera vez, así que tuvimos que compartir la leche como buenos amigos. Nos dio una palmadita y se fue a vestir el hueón.

Pero nosotros seguimos caliente, nos rehusamos a irnos sin acabar. Mario me dijo despacito, te toca hueón y cómo me gasto parejo, no le di color. Me paré y le pare el poto. Un poquito de su saliva por la cabeza del pico le basto para entrar por mi hoyo. Estaba tan caliente que me entró de una. Bailar reggeaton le daba muchos puntos a este hueón, se movía tan rico, me acariciaba el pecho por atrás y me pajeaba.  Como estábamos que nos caíamos, nos fuimos al piso, pusimos una toalla para no resbalar, me puse en cuatro y agache la cabeza, dejándole todo el hoyito abierto al pololo de mi primo, el en cambio me miraba fijamente, en especial cuando me estaba entrando. El otro me tomaba los hombros para darme mas fuerte.

El hueón se sumó al final, el Mario me daba por detrás, este otro se acostó al lado por debajo para mamarla. Acabamos casi al mismo tiempo, el hueón con una cachetadas en el poto, una gemida rica. Yo terminé en la boca de mi primo. Nos quedamos tiramos un rato, no se lavó la cara hasta el final. No dijimos mucho, hablamos sobre otras cosas después, como si lo que acabó de pasar era lo más natural del mundo.

– No te sabía esa… – me dijo el primo.

Luego recordé que tenía toda la ropa mojada ¿cómo me iba a ir? El Mario me pasó la ropa con la que jugó y  que estaba seca, pero hedionda y sucia. Acepte. Nos fuimos caminando al paradero y allí me confesaron que está hueá no era la primera  vez y que habían más de los espartanos que les gustaba la hueá, pero solo con copete, luego se hacían los hueones.

Apenas escuche eso, se volvió una misión encontrar a los otros integrantes y chuparles la vida, nah mentira, solo el pico. Cuento corto: lo logré, pero eso es para otra historia.

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