Los Espartanos I

Amo pasar los veranos en Viña y no porque tenga toda mi familia viviendo allá, sino por los amigos de mi primo. Eran una patota de 10 hueones que siempre iban para su casa, carreteaban, comían, mi tía los atendía, no eran malos cabros, eran buenos pal hueveo, medios flaitecitos, algunos iban al gym, otros eran más ositos y otros estaban llenos de tatuajes. Se hacen llamar “Los espartanos” o así se llamaba su grupito de whatsapp muy de machito hetero medio hueoncito, pero buena onda.

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Me encantaba llegar y que estuvieran en la casa, se alegraban como si fuera otro más de su grupito, me incluían, salíamos a carretear e incluso jugábamos a la pelota, sí, aprendí con ellos y lo usaba como excusa para estar cerquita de ellos, sentirlos, en especial observarlos después de cada partido en las duchas.

Eran como animales enjaulados recién liberados, a pesar de que eran bien locos siempre, en los camerinos eran aún más desquiciados. Se paseaban desnudos (unos más pichulones que otros), cantaban, bailaban, se agitaban. El olor te lo encargó: entre humedad, vapor, orina, poto y pata. Me calentaba ese aroma a hombre salvaje-hetero-estúpido-conquistador.

Algo que nunca he logrado entender es porque les gustaba  tanto tocarse, era habitual verlos correrse mano, y hablo de agarrase el pico, tocarse el poto e incluso ir más profundo, “pasando la mastercard”, entre los cachetes. (Una vez vi a uno de ellos utilizar el pene de un amigo como un micrófono, así de locos). De vez en cuando uno se erectaba  y todos se reían, “uuuy maricón, uuy se excito”.

Aquí es cuando comprendía que el juego y la hermandad tenía sus límites, eran ellos, nunca me tocaban a mi, bromeaban conmigo, pero no era parte de esa confianza tan íntima de camerino, lo que me hacía sentir una profunda rabia.

Los carretes eran seguros los viernes para los espartanos, siempre se turnaban de casa y en esta ocasión, tocó la casa de mi primo. Era el escenario perfecto porque mis tíos se fueron a una boda en Los Andés, no volverían hasta el domingo.

A pesar que el carrete comenzaba tarde, muchos del grupo llegaron tempranito a ayudar a ordenar y adelantar las compras.

Entre ellos estaba el Marío, uno de los más chicos, era hermano del mejor amigo de mi primo. Era uno de esos que pasaba en el gym la mitad del día y se notaba. Siempre andaba con musculosas mostrando sus tatuajes, un buzo deportivo, un gorro para atrás y las cejas un poco depiladas. Era bajito, pero una delicia, lo veía en las duchas y era de los pocos que se depilaba completo, tenía un pico bien lindo, lo suficientemente largo como para hacer agua mi poto y un poto trabajado claramente. Le gustaba mostrarse, era el último en vestirse siempre. Ay el Mario.

La cosa es que me pidieron que fuera al súper a comprar hielo y algunas chelas, el Marío se ofreció para ayudarme “El santiaguino no se la va a poder solo”, solo me reí y partimos.

Conversamos sobre la vida, sobre sus planes de irse a vivir a Santiago, que ya estaba aburrido, que sería triste dejar a su polola, pero bueno, así era la vida. Claro, recordé de golpe que este hueón tenía polola y hace 4 años, no salía mucho con ella cuando se juntaba con nosotros, así que prácticamente no la conocíamos. Solo sabíamos que era complicada, celosa y controladora. Quizás por eso quería irse a Santiago tan intensamente, quería escapar de ella y de todo.

Más tarde esa noche, el living se transformó en una disco llena. Llegó mucha gente, estaba todo el grupito reunido, pero repartidos en cada rincón de la casa, “cazando minas”. Yo me quedaba de fondo, con un cerveza, mirando todo, moviendo la cabeza, como que la pasaba bien, pero claro… no me atraían las “minitas”.

De lejos  cache que estaba el Marío bailando cri-cri-minal mirándome, muy borracho, levantándose la polera, mostrándome todo su guata plana, muy juguetón, cagado de la risa,  me llamaba,, pero no lo tomaba en serio. Me tomó la mano y me obligó a bailar con el, yo estaba mega nervioso, pero también muy mareado y me dejó bailando con una chica y se mandó cambiar pa’ arriba, no dure ni 5 minutos y salí a buscarlo.

Me costó encontrarlo, se había ido para el segundo piso. Estaba en lo oscuro del balcón, mirando todo. Le pregunté si estaba todo bien, me dijo que sí

-¿Estaí bien hueón? te fuiste corriendo

-Sí hueón, estoy muy curado no más hermano… ¿estaba rica la mina no?

– Sí, supongo…

– Jaja te hacís el hueón no más

-¿Qué?

-Hazte el hueón no más, si no hay drama oh

-No te entiendo… – le dije mirando al piso

-¿En serio?

Supongo que por lo ebrio no caché muy bien que se me tiró demasiado rápido encima, onda en un segundo me estaba besando y yo cachando nada. No se contuvo con nada, su lengua era demasiado juguetona, altiro me agarro el paquete, el que se fue endureciendo muy rápido, hice lo mismo. Ni nos acordamos que la casa estaba llena, nos metimos al baño cagados de la risa

-¿Qué estaí haciendo hueón? – casi le grite para que me escuchara por el reggeaton incesante de fondo.

-Nada que no te guste – muy borrachos, apenas hablamos bien.

Nos metimos al baño, y nos comimos muy rico. Yo le besaba el cuello y el me agarraba el poto por encima y a pesar de que estábamos en plena, no se atrevía a ir un pasó más, así que tome la iniciativa, le comencé a bajar el cierre, gimió un poco, lo calmé.

-Shhh, no es mi primera vez – le susurre al oído mientras me agachaba a recoger mi premio, se la saque de la apretada zunga que tenía puesta y sin esperar me la sampe en la boca, hasta el fondo conchetumadre, sin esperar nada, la saque la escupí y le seguí dando, me comí todos sus cocos sin pelo. 

El huéon ponía cara de estar en una porno lo que me prendía más aún, hacia caleta de ruido, pero no importaba, bendito reggeaton a todo chancho. Le levantaba la polera para manosearle los pezones mientras se la chupaba.

Me paró y me siguió besando en la boca, luego el cuello, luego el caminito del placer, hasta que llegó al pico, se manejaba el Mario, tenía un lengua deliciosa. No me miraba, así que le tome el pelo y lo gire hacia mi cara, empujando el pico en su boca, viéndolo directamente a sus ojos.

Se levantó, nos pajeamos un rato de pie y se dio vuelta ¡sorpresa! juraría que por su historial era activo, pero no. Me ponía todo ese poto lampiño buscando la puntita, se movía rico. Estaba tan caliente que baje y le comí el hoyo no más, pensé que no me dejaría, pero ahí estaba, con su lengua entre sus cachetes, el hueón llegaba a temblar y ¿cómo no? tengo la lengua talentosa (humildad).

“Ya po, metemela por fa” – mi amigo ya no podía esperar. tTate de acomodarlo bien, un escupito y empecé a empujar el pico en su poto, cada centímetro que entraba el empujaba más atrás, lo quería, lo pedía, lo necesitaba.

No nos sacamos toda la ropa por miedo a que llegara alguien, pero ahí estábamos, con los pantalones abajo, culiando de lo rico. Bien lentito al principio para que se me acostumbrara el cabro, pero era seco el huéon, en menos de un minuto le estaba dando como caja. Le agarraba el pico por delante, y estaba demasiado mojado.

Le tome de la cintura para que le llegará más profundo, hasta lo abrazaba. Paraba solo para apreciar el espectáculo de su culo siendo penetrado en cámara lenta. Me pasó su teléfono para que lo grabara, acepte, pero el culiao nunca me pasó el video, maricón.

Se apoyó en el lavamanos, me paró más la cola y ahí ya no podía, a pesar de que había tomado harto, mi pico estaba que reventaba. Le pregunté  “¿dónde la querís?” no alcanzó a responder, ya le deposite toda la leche adentro del poto. Hueón, la escena culía era maravillosa, se la saque despacio y un chorro de semen le salió al tiro y bajaba por sus cocos, preñado el Mario se veía hermoso, se quedó harto rato ahí, riendo.

Me pidió que le metiera los dedos para que pudiera acabar y no me negué, se puso en frente mío y nos besamos. Mientras el se pajeaba y yo le metía dos deditos por su poto, jugando con mi propio semen dentro, se fue como al minuto, cuando caché me agache al tiro y le comí toda su lechita caliente de pasivo rico. Quedamos hechos mierda, nos reímos mucho, nos fumamos un cañito, salimos como 30 minutos después (aunque quizás fue menos).

Salí primero y el se quedo dentro, limpiándose. Aproveche de bajar, me hice otro copete y lo busque, pero Mario no aparecía por ningún lado, me comencé a preocupar, no tenía ni su whatsapp, filo, me fui a dormir temprano mientras todos seguían carreteando, había logrado lo que buscaba así que misión cumplida.

Desperté como a las 12 del otro día, tenía un mensaje desconocido, era un video. Pensé que era el Mario que me había enviado el video, pero no. Era una grabación de fuera del baño, que me mostraba a mi y al Mario culiando en plena, quede pa la cagá, el video era acompañado con un mensaje que decía: “ya te pille maricón, te pille putito”.

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