El Rucio
Con la primera persona que salí del closet fue con mi primo (bueno, primero en segundo grado, pero primo al final), el Ale, tenía solo 15 años y el 16. Se lo dije con miedo, pero no aguantaba no poder decírselo a nadie y él era mi mejor amigo en la época. El culiao me acusó con su mamá, la que le contó a mi mamá y quedo la escoba.
Ale culiao, ¿cómo me pudo traicionar así? penca la huea, estuve enojado con él durante mucho tiempo, aunque por otro lado sentí que me había empujado a salir del closet mucho antes de lo que hubiera querido, total mi mamá le dio color como dos semanas y luego lo aceptó súper bien, mi viejo igual, como que no le importó mucho.
Nos pusimos en la buena un año después, en el cumpleaños de la abuela. Nos curamos, nos dijimos todo y quedamos de nuevo como mejores amigos. Tan buenos amigos que mi primo se convirtió como en mi pimp.
Me explicó, me presentaba hueones que sabía que eran gay, (nunca le atinaba al perfil correcto, pero se agradece el esfuerzo) . El hueón también me obligaba a ir a jugar a la pelota con sus amigos, no era bueno, pero me hacia un espacio, ¿para qué? las duchas después del partido.
Sus amigos si que eran salvajes fanáticos del fútbol, se sacaban la chucha, se peleaban en la cancha, se agarraban a combos, pero luego en las duchas, pura alegría, se limaron las asperezas y como si nada. Jamás entenderé eso.
Yo era medio tímido al principio, me costaba agarrar confianza con cualquier grupo de personas, en especial con giles tan, pero tan heteros y heteros piluchos. Esperaba a que todos salieran para ducharme, mi primo me decía que no fuera tan hueón, así que de a poco me desnudaba con ellos, compartía duchas y me hicieron parte de ellos.

Aprendí a controlar las erecciones dentro, puta que costó, pero tampoco me podían descubrir, me sentía como un infiltrado, un espía. Igual es cuático, porque las primeras veces, claro, morbo, pero después, cuando ya los conocía, perdían todo el brillo, es más, iba a dejar de ir cuando llegó él: el rucio.
No era para nada rucio solo que se había teñido las mechas una vez hace un par de meses, y quedó así, era un cabro moreno, de cara alargada, peinado de futbolista, ojos verdes, parecía turco-chileno el Rucio, por lo que su apodo siempre me daba risa. Pero eso no era todo, no solo era bien bonito y tosco, sino que era el más simpático de todos, le gustaba hablar de política y no solo de minas, compartimos series en común, películas, algunas bandas, encontré una conexión distinta con él Rucio.
Anduvo trabajando varios meses en el norte, creo que en minería o algo así, por eso no lo conocía. La primera vez que lo vi pilucho, supe que existía el amor a primera vista… de pico y poto. El hueón estaba esculpido, ni tan peludo, ni tan lampiño. Ese pico, no era enorme, no era el más grande, pero estaba bien, bien cuidado, no circuncidado, con su rebaje correspondiente. No era como el Bestia (uno de los hueones más altos y pijudos del grupo, qué pico más brutal, ya ni era atractivo a la vista, peludo, grande y deforme, pero así le decían y le encantaba lucirse, tenía cómo).
Resulta que una vez, el Bestia se peleó con otro cabro en las duchas, un cabro flaco y chico, el Chino. Estaban en pelota peleando, no así como en serio, sino como de lucha grecorromana, hicimos un círculo para ver la pelea, estaban todos cagados de la risa, el vapor hacía que se viera poco, pero lo poco que aparecía, el Bestia lo tenía completamente dominado, lo dejo en el suelo y se chantó en su cara, dejandole todo el pico flacido en la punta de sus labios, el hueón se resistía con todas sus fuerzas gritando que ya basta, pero también riendo. “Dale un besito y te dejo ir” le decía el bestia, lo dio vuelta y le abrió los cachetes, mientras los otros ahueonaos se seguían riendo de la “raja peluda” del Chino. Yo estaba que acababa ahí. Se soltaron al minuto, pero me dejo la media erección conchetumadre, me concentré en mi parte de la ducha pensando en cosas feas para que se me pasara y ojalá nadie lo notará.
El Rucio me cachó, sapo culiao. Pero no dijo nada así fuerte, creo que se hizo el gil no más, se me acercó y me cambio de tema, me hablo de cualquier hueá x, y así se me fue pasando. ¿me ayudó? no sé.
El asunto es que el Rucio, era papá, tenía ESPOSA, sí hueón, tenía como 20 años, y ya estaba casado con dos hijas, era fecundo el culiao. Me costaba creerlo. Además no es por nada, pero su esposa estaba bien hecha pico, lo bueno es que vivía en antofagasta, así que bien lejos seguía. El Rucio debía volver después de terminar unas pegas aquí, así que se quedaba cerca en Santiago.
El papá del Ale, mi tío divorciado y porteño, organizaba viajes para ver los partidos del Colo con sus amigos y conocidos, arrendaba un bus y revendía entradas, era un negocio lucrativo, casi siempre. Uno de esos viajes se vendió re poco, al parecer el partido no era tan importante o no sé, así que se quedó con varias entradas y nos invitó al Ale, a mi y algunos amigos que quisiéramos, pensé al tiro en el Rucio. Se sumó al tiro. El asunto es que debíamos irnos a valparaíso y luego partir a Santiago, una estupidez para nosotros, pero filo, la huea era pasarlo bien y acompañar al Rucio.
Llegó el día. Nos fuimos en el bus. Era un asco. Todos los hueones ya estaban algo curados o drogados cuando se subieron al bus, sin polera varios, paraban cada 20 minutos a mear, me gustaba esa postal eso si, estaba justo en la ventana y veía a todos esos culiaos nefastos meando en filita, uno al lado del otro. Morbo, demasiado morbo.

Por otro lado tenía al Rucio, obvio que nos fuimos juntos al final del bus. Conversando como siempre, cagados de calor, el hueón se sacó la polera, como el resto, y noté como unas gotitas de sudor le bajaba por la guatita, era más rico el culiao.
Llegamos al Estadio Nacional, no había mucha gente. La hueá de partido comenzó mal, perdiendo con dos goles en contra, cosa que ni me importaba, pero los todos medios apestados, el Rucio también, pero al menos no se comportaba como ahueonao. En una me dijo que iría al baño, lo acompañé. Meamos juntos, uno al lado del otro urinal. no había nadie en el baño.
No sé por qué espero a ese momento para preguntarme si era “huevo”. Onda, estábamos los dos ahí solos, meando, con las tulas afueras. Me puse súper incomodo, me la guarde, le dije muy secamente que “sí” y salí rápido, sin esperar lo que me dijera, me fui no más.
Me sentí estúpido ¿por qué reaccioné así? quizás me acordé de lo que pasó con mi Primo. No sé. Comencé a caminar fuerte, hasta que me pilló, me tomó de un brazo y me dijo riendo que no le importaba, que me calmará un poco. Lo quede mirando con los ojos medios llorosos, le dije “ok, gracias” y me fui, pesá la hueona, no sé porque soy así, pero bueno.
El camino de vuelta fue extraño, muchos hueones se perdieron, ni llegaron, así que partimos no más. Mejor, más vacío el bus. Sentía una caña extraña, ni había tomado, pero me sentía medio mal. El Rucio se sentó más adelante, imagino que para darme espacio, me sentí mal. Pasaron los minutos y se acercó a mi lado, me preguntó si se podía sentar, le hice un espacio.
-Oye, sorry si te dije algo pa’ que te sintieras, no era la idea…
-No, no es tu culpa, soy… yo, todavía siento que no me siento cómodo con todo esto.
-Pucha, yo no cacho na’ de esas cosas, pero ánimo no más.
Ok, gracias Rucio, eso me hizo sentir terrible bien. La cosa es que me cambio el tema y me comenzó a sacar risas con tallas fomes, el hueón era un payaso bien intencionado. Filo, traté de no pensar en la huea.
-¿Te contó tu primo? me voy a quedar con ustedes al final.
– Ah mish, no tenia idea… – algo de emoción brotó por mi guata.
– Sí, así mañana aprovecho de conocer Valpo, no lo cacho mucho.
– Si quieres te puedo acompañar.
-Puta, esperaba eso po jaja, vamos po, nos tomamos unas chelas, unas chorrillanas, vamos con el Ale.
-Sí po, buena idea.
Llegamos esa noche hechos pico, pasado a trago y todo, en especial el Ale, se fue raja a su cama, ni nos dijó donde íbamos a dormir yo y el Rucio. El tío nos prestó una pieza que estaba media hecho pico, la estaban remodelando y solo había uno de esos sofás de espuma que se transforman en cama y una frazada media rancia. Mi tío llegó dos minutos después con toallas por si nos queríamos duchar, porque de verdad: apestamos. Así que le dijimos que sí po, solo había un detalle: quedaba poca agua caliente, así que había que aprovecharla, casa culia vieja, me cargaba.
Así que fuimos los dos al baño, uno iba a esperar mientras el otro se duchaba, total, era algo que hacíamos en las duchas después de los partidos, 0% morbo (o quizás un 10%). El se desvistió primero, había poco espacio, así que dejó su ropa en el lavamanos. Se duchó rápido porque el agua culia igual salía tibia y la noche era fría. Ahí entre yo, me desvestí como pude, deje mi ropa en el suelo y me metí a la ducha, apenas entré escuché un “conchesumadre”, los boxer y el pantalón se le había mojado en el lavamanos, onda, mucho. Puta, salí al minuto y sin que se diera cuenta, mojé mi slip también ¿cachái por qué?

Nos secamos y nos fuimos a la pieza rápido y a poto pelado, cerramos la puerta. El se puso la polera mientras trataba de estrujar sus boxer, pero no, mojados, mojados, le dije que los dejará cerca de la ventana, junto a los míos para que se secaran en la noche.
-¿Y vamos a dormir así no más? – me preguntó algo nervioso
-Puta, si dormimos con las hueas mojadas, nos va a dar una neumonía.
-En todo caso… ¿y si despertamos al Ale?
– Tampoco tiene ropa aquí po, tendríamos que decirle al tío – le dije así como si no fuera una opción.
-Ah no que paja webiarlo tan tarde…
Nos acostamos, uno al lado del otro. Tratando de no tocarnos, pero sin poder dormir. Tapados hasta arriba y aún así seguíamos con frío. Conversamos para pasar el rato, en una nos dimos vuelta y nos quedamos mirando, no había completa oscuridad ya que la luna se colaba por la ventana, iluminando los ojitos del Rucio.
El silencio en esa habitación se volvió tenso, la mirada era cada vez más profunda. El sabía que yo iba a actuar si el quería, pero dependía de él, no iba a hacer ningún paso, si el no quisiera.
-cachaí que… nunca he besado a un hombre? – me dijo así como entre cortado y muy bajito
-¿no? no te perdís de mucho en verdad
– ¿ah no? – me preguntó curioso
– No po, somos duros, tenemos barbas, somos torpes, rudos… o sea que daría yo por ser bi y que me gustarán las minas, más suavecitas…
Me calló con un beso tímido, junto sus labios junto a los míos, como con temor a moverlos. Los separó de mí con los ojos cerrados y ahí fue dónde ataque. Le devolví el beso, pero está vez le metí la lengua, cosa que le gustó, ya que me recíproco, le tomé su carita y caché que una lágrima le recorrió la cara, un jadeo, una emoción contenida, no entendía mucho.
-¿Estás bien? – le pregunté
-Sí, demasiado bien ahora – y me siguió comiendo la boca.
Nos calentamos súper rápido, el frío ya no habitaba en ese cuarto. Nuestros besos se transformaron en caricias, lo sentí como un explorador temeroso, pero yo era el león, le tomé sus manos y las puse en mi poto, él entendió el mensaje de una y comenzó a tocarme todo el cuerpo, pasando sus manos frías en mi pecho por debajo de la polera, tocando mi cuello, yo hice lo mismo, pero con su pico erecto, lo comencé a masajear, no pajear, es una gran diferencia.

Le sentía sus cocos, gemía tan rico, él, mientras ya estaba jugando con mi pico también, los juntaba y los pajeaba al mismo tiempo, yo los humectada con un escupito, entre jadeo y jadeo esto iba subiendo de tono. Nos abrazamos tan pegaditos, solo nos separabamos de las caderas para estimular nuestros genitales. Así un buen rato.
Descubrimos la frazada y baje care raja, me tope con ese pico soñado, añorado por tanto tiempo, lo contemplé por unos minutos, lo pase por mi cara, le di unos besitos, lo olí, lo toque, hice todo lo que quería, me tomé mi tiempo y finalmente lo puse en mi boca con ternura, con calma, quería que supiera que le estaba haciendo el amor con mis labios a ese tierna pichula, dura como tronco. El estiraba sus manos y brazos contra su cara, no lo podía creer, yo aceleré el proceso con una mano y terminó acabando en mi boca, no quise ser vulgar y rechazar su leche, así que me la tome de una.
De seguro estaba sorprendido que no parara apenas acabó, no, seguí chupando hasta la última gota, para mi sorpresa, no se le bajaba, no se volvía flacido, me volvió a agarrar y besar, quizás buscando gotitas de su semen en mi lengua. Ahora se puso encima mío, mientras me pajeaba con fuerza. No sabía muy bien como hacerlo, pero no importaba, era tosco, bruto, era todo lo que quería que fuera. Inocente y tonto.
Nos estuvimos toqueteando y besando hasta que comenzó a amanecer, no había intenciones penetrativas todavía, hasta que el hueón pegó una última gemida y sentí que de su pico brotaba su semen nuevamente, cayó en mi pecho, así que me apuré y como que eyaculé por única vez esa noche en su guata y era caleta hueón, se me fue hasta la materia gris en esa corrida. Nos quedamos separados un rato, tratando de respirar y algo adoloridos de tanto roce.
El se dio vuelta y fue a buscar una servilleta para limpiarse, pensé que sería incómodo el después, pero no. Solo que uso la única servilleta que había para limpiarse, nos reímos bajito, no quería usar la ropa buena que tenía para limpiarme, así que salí de la pieza.

Todavía era muy temprano, y apenas habían unos rayos de sol, así que fui al baño a poto pelado, pilucho y lleno de semen en busca de confort. Onda, Nadie se iba a despertar tan temprano pensé. Justo antes de llegar al baño me encontré con el Ale apenas despierto, me quedó mirando como “Qué chucha”.
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