El Trato II
Lee la primera parte aquí
No te voy a mentir, quedé negra con la huea ¿había matado a alguien? ¿qué mierda? necesitaba saber qué había pasado con el hueón, además, si mató a alguien ¿cómo estaba libre? muchas preguntas en mi mente y no encontraba las respuestas en mis viejos.
Me fui a la pieza y me acosté. No podía dormir, le escribir al Richard, pero no contestó. Me daba vueltas y vueltas, entre paja y paja tratando de conciliar el sueño, pero no, no podía, no podía olvidarlo, no podía dejar de sentir su moco en mi cara y pasando mi por garganta, no me podía sacar el olor de su pico hediondo de mi cabeza, esa mezcla de sudor, pichi y semen. Me sentía asqueroso, me sentía tan vivo. Me pasaban hueas que con ninguno de mis ex me había pasado. Tenía un fuego en la guata. Miedo, ansiedad y morbosidad. ¿estuvo preso? ¿se culiaba a otros presos? ¿se corrían la paja entre ellos en las duchas?
Pasaron dos días hasta que este gil me respondió, en plena clase este conchesumadre me mando dos fotos más y un video corto, se me paró la huea de una y salí corriendo al baño. Me encerré en un cubículo listo para correrme la paja ahí, care raja. Escuchaba a otros hueones en el baño, pero no me importaba, estaba tan caliente que me puse audífonos y todo. El video era brigido, onda, aparecía en una cama chica (quizás en su cama de la cárcel, pensé) con otro hueón al lado, pajeandose, y aunque no se tocaban entre ellos, la huea me dejo califa, al parecer le hablaban a una mina, le decían que la iban a hacer mierda cuando “salieran”, y blah blah, ese tonito medio flaite me dejaba enfermo.
¿Te gusta lo que veí zorrita rica? Te vamos a dar duro maraca culia, espérate no más…
Al escuchar esas hueas, acabé, no aguante, casi se me cae el teléfono, el semen me llegó hasta la cara, escuché hasta un “estai bien hueón?”, y ni respondí de la plancha. Salí al rato, me compuse y seguí en clases, necesitaba distraerme de ese pico.
Pasaron más días, pero no contestaba, tampoco es que iba a decirle: “hola, ¿por qué estuviste preso?”, onda nada que ver lo desubicado po. Así que tuve paciencia. Un día saliendo de la U, me lo pille afuera, me estaba esperando, raro, porque según yo, el no cachaba mis horarios.
-Wena primo, cómo tamos?
-Bien, qué hacis acá hueón?
-Nah, te vine a buscar
-Ah… ¿a qué?
-Ahhh tengo algo que contarte po, pero paciencia.
Fui pesado a propósito, pero con sus risitas, su blah blah, me dio vuelta al tiro, quería que lo acompañará a donde se estaba quedando, no me parecía buena idea, pero fui igual, cualquier situación en la que estuviéramos solo podría terminar en sexo, así que aproveche po.
Pasamos a una botillería, compramos un pack y subimos a un departamento por Estación Central, piola. Abrimos la puerta, para mi sorpresa tenía bien ordenado, me esperaba un chiquero la verdad, prejuicios culiaos. Nos sentamos en un sofá medio viejo, caché que alguien estaba en la ducha, no pregunté, me pasó una chela y seguimos hablando, me preguntó si me habían gustado las fotos y yo algo vergonzoso le decía que sí, y que tenía una idea pa’ ganar plata. Me sentí curioso.
La conversa la interrumpió el hueón que estaba en la ducha, salió con la toalla a la cadera. Tenía un cuerpo que te moris, llenó de tatuajes, con los oblicuos bien marcados, moreno y con las cejas cortadas, medio pelado, bien rico el culiao y más encima mojado, mi primo me lo presentó, me dio un apretón de mano terrible fuerte, tenía una voz bien profunda.
-Mi primito, el Camilo po’, te conté de él
-Ahhhh él po, sí po – Respondió el culiao rico
Nos acompañó en el living, seguía con la toalla, se sentó con las patas bien abiertas, aún así no alcanzaba a ver nada.
-Primito, es el el Pancho, es un amigo, un buen amigo que conocí en Canadá
-Mish, ¿Cuándo fuiste a Canadá?
Ambos se miraron y se rieron, después caché la hueá tonta que pregunté. El hueón era terrible tela, se tomó una chela ahí con nosotros, yo tenía el pico más parado, no podía dejar de mirarle la entrepierna, a ver si veía algo bueno, me sentía como un degenerado. Así que intenté cambiar el tema para distraerme.
-¿Cuál era la idea que tenís po Richard?
-Todo a su tiempo po, mira Pancho, muéstrale la merca.
El hueón se abrió la toalla y me mostró todo el paquete, un pico depilado, con unos cocos más gruesos que la chucha y un pico flácido que era más grande que mi pico en toda su erección. Heavy. Se volvió a tapar, se cagaron de la risa.
-Oye panchuto, va a llegar el hueón ya – le dijo el Richard y se mandó a cambiar a otra pieza.
Nosotros nos fuimos al fondo, a su pieza, solo había un colchón en el suelo, un ventilador algo oxidado y un envase de papas fritas tirado. Nos echamos un rato y me siguió contando, que tenía mucho material que había sacado de la cana y quería venderlo, pero no sabía cómo, y ahí entraba yo: el intermediario. Me preguntó sobre ideas de cómo distribuirlo y se me vino a la cabeza un onlyfans o un whatsapp privado donde podríamos ir enviando contenido diario.
De puro caliente le pregunté dónde tenía todo ese material, me miró con cara de enfermo caliente divertido, se rió y me pasó un celu que tenía guardado debajo del colchón. Mientras empecé a revisar la galería, me encontré con pajas en las duchas, hueones culiando, muchas fotos de pico, era muy rancio y lo adoraba. Hasta podía imaginarme el sabor, el olor a ese encierro con esos hombres.
Revisaba ese interminable lista de contenido, el Richard enrollaba uno al borde de la cama y se lo fumaba, mientra tanto escuchaba un ruido en la otra pieza, me entró la curiosidad, se sentía como si estuvieran peleando, me puse nervioso, hasta que escuché un “más fuerte, más fuerte, así, así”. Conchetumadre, el Panchito estaba culiando con un hueón al lado. Puse más atención y se escuchaba como destruía un culito desconocido, como chala mojada, solo podía imaginar ese tremendo pico siendo disfrutado por cualquier hueón. Su torso marcado sudando, la huea envidia.
El Richard se reía no más, yo estaba pegado con una oreja tratando de cachar más.
-¿Con quién está el hueón? – escuchaba unos gemidos tan locos, tan apasionados, tan de placer, tan rico.
-Está atendiendo a un cliente no más…
-¿cliente?-si po
-¿es scort?
-¿Qué es una hueá?
-¿Es puto?
-Ah sí po… ¿querís saber cuánto cobra? jaja
-Jaja nah… – Nos tiramos un rato en el colchón
-¿te calentaste no?
-un poco
-¿queris chuparla un rato?
Quedamos en un silencio incomodo, solo se escuchaba el sexo sucio en la otra pieza. Me senté a su lado y ataque sin decir más. Se la saqué de una del buzo, como estaba a guata pelá, le pasé la lenguita por todo el torso, hasta comermela toda, le chupaba la cabecita pensando en su amigo de la otra pieza. Estaba sucia, igual que el otro día, no me importo, la calentura me hacía disfrutar más, él se echaba pa’ atrás, se fumaba uno y veía porno hetero en su teléfono. Estaba tan concentrado en dejarlo seco. Con sus manos me hacía bajar cada vez más, hasta tragarmela completamente, me atoraba, pero no le importaba, seguí empujando, me ahogaba, pero no importaba, la babá me salía por todos lados, tenía ese pico más mojado. Lo pajeaba y sentía sus gemidos, sus sorbeteos.
Me desabroche el short para pajearme, igual me dio miedo, porque dentro de este trato medio enfermizo, cachaba que solo le gustaba a él, pero pico, quería pajearme, así que me lo saqué, me puso en cuatro y se la seguí chupando, para mi sorpresa, el hueón me comenzó a sobar el poto, conchetumadre, sigue no más, le pedí.
Me pegaba cachetadas duras y secas, jugaba con mi hoyo, lo manoseaba, se escupía la mano y me lo refregaba. Tenía miedo de lo que iba a pasar, mucho miedo.
“Siéntate”
Con esas palabras dimos comienzo al acto número dos. Me deje la polera, me levanté, me puse encima de él y fui bajando, agarre su pico con una mano dirigiéndolo a las puertas de mi cuerpo, de a poco fui bajando, sentí cada centímetro entrarme, sentía que me rompía, pero no importaba, tenía el control, subía y bajaba, acomodándome, el era solo una herramienta que gozaba y a me agarraba de los cachetes.
Me incomodaba calea que no me dejará de mirar, cada acción sentía que me vigilaba, pero no en mala, sino como expectante.
Llegue hasta el fondo y una gota de liquido preseminal me borboteo con rabia. Sentía todo mi cuerpo en estado de trance, su pico me llenaba completamente y con cada rebote me acercaba cada vez más al cielo. Apoye mis manos en sus piernas para que me entrara hasta más el fondo, directo al corazón. El sudor me obligo a quitarme la polera, y a disfrutarlo completamente.
El solo disfrutaba con las manos rodeadas en su cabeza. No necesitaba más, ni pajearme. Era otra dimensión, no sé cómo explicarlo. Montar, montar, montar, de tanto montar se me cansaron las piernas, pero ni eso me detuvo, deje caer todo mi piso en el poto, le hacía presión y el hueón gozaba, gozaba, gozaba.
Me levanté para ceder el control, me acomodé en cuatro en ese colchón inmundo, arrastre mi cara hasta el fondo, ese olor entre humedad y a pichi era asqueroso. Le deje el culo listo, abierto, sentí que me tomaba fotos, no me importó, con mis manos abrí mis puertas.
Agarró papa de una, se puso detrás y sin compasión me la metió de una, pero no le gustaba que estuviera tan sumiso, me agarró del pelo y me jaló hacia arriba mientras con su movimiento de cadera me dejaba bien adentro su pico. Le gustaba así, me tomaba de la espalda, y me seguía dando.
Recordaba la historia del asesinato y por un momento pensé ¿no sería rico morir así? había algo extraño ahí, la idea de que con sus manos me estaba acariciando y con esas mismas manos había matado a alguien.
Nos acompañaba el sonido del cliente en la otra pieza y nos calentaba más. Me dio vuelta, nos quedamos mirando, me jalo las patas para atrás y me volvió a penetrar, estaba tan dilatado que no costó nada, puso su cabeza al lado de la mía y se volvió un salvaje, jadeaba tan fuerte, gemía como un animal, se notaba que estaba por acabar, yo en cambio, lo abrazaba y trataba de recordar cada momento, cada olor, cada sensación. Su aroma de macho con notas de sobaco y un caño. El hueón de golpe se levantó, me la sacó y me tiro todo el moco encima con un grito tan bruto, me llegó hasta el pecho. Le seguí yo, explote con él, la mente en blanco por 3 segundos, el corazón lleno y las bolas vacías de leche.
Mi estómago era una piscina de leche. Se comenzó a reír, se limpió el sudor de la cara y me pasó mi polera para que me limpiará. Se fue al baño pilucho, alcancé a verle el poto, tenía un tatuaje arriba de una nalga, se veía deforme, no era bonito. Me limpie y luego caché que no tenía polera ahora, estaba toda sucia. Así que me quede sin polera, Me puse el short solamente en frente del ventilador defectuoso en la pieza para calmar algo el calor.
El Richard llegó a los minutos, me vio, se me acercó y me quito de nuevo el short y los boxer, como enfurecido, pero jugando.
“aquí te quiero en pelota, siempre”.
Nos quedamos desnudos en su pieza, hablando de cualquiera huea, cualquier recuerdo de chicos. Hasta que me atreví a preguntarle qué onda con esa historia, los dos piluchos, no creí otra oportunidad mejor para hablar sobre esto. Me contó que había sido un accidente, era una pelea callejera, y el hueón se cayó en la acera y se golpeó la cabeza con fuerza. No quería matarlo, pero ya no había vuelta atrás. Como que se perdió mientras me contaba la historia, se quedó mirando la pequeña ventana, como recordando todo, me dio paja tener que hacerlo pasar por eso, pero le tome el hombro con una mano y me la tomó de vuelta, se dio vuelta hacia mi y dijo:
-¿querís otra cachita?
-Ya po- le dije sin pensarlo dos veces
-¿Queris que llame al Camilo?
No te voy a mentir, quedé negra con la huea ¿había matado a alguien? ¿qué mierda? necesitaba saber qué había pasado con el hueón, además, si mató a alguien ¿cómo estaba libre? muchas preguntas en mi mente y no encontraba las respuestas en mis viejos.
Me fui a la pieza y me acosté. No podía dormir, le escribir al Richard, pero no contestó. Me daba vueltas y vueltas, entre paja y paja tratando de conciliar el sueño, pero no, no podía, no podía olvidarlo, no podía dejar de sentir su moco en mi cara y pasando mi por garganta, no me podía sacar el olor de su pico hediondo de mi cabeza, esa mezcla de sudor, pichi y semen. Me sentía asqueroso, me sentía tan vivo. Me pasaban hueas que con ninguno de mis ex me había pasado. Tenía un fuego en la guata. Miedo, ansiedad y morbosidad. ¿estuvo preso? ¿se culiaba a otros presos? ¿se corrían la paja entre ellos en las duchas?
Pasaron dos días hasta que este gil me respondió, en plena clase este conchesumadre me mando dos fotos más y un video corto, se me paró la huea de una y salí corriendo al baño. Me encerré en un cubículo listo para correrme la paja ahí, care raja. Escuchaba a otros hueones en el baño, pero no me importaba, estaba tan caliente que me puse audífonos y todo. El video era brigido, onda, aparecía en una cama chica (quizás en su cama de la cárcel, pensé) con otro hueón al lado, pajeandose, y aunque no se tocaban entre ellos, la huea me dejo califa, al parecer le hablaban a una mina, le decían que la iban a hacer mierda cuando “salieran”, y blah blah, ese tonito medio flaite me dejaba enfermo.
¿Te gusta lo que veí zorrita rica? Te vamos a dar duro maraca culia, espérate no más…
Al escuchar esas hueas, acabé, no aguante, casi se me cae el teléfono, el semen me llegó hasta la cara, escuché hasta un “estai bien hueón?”, y ni respondí de la plancha. Salí al rato, me compuse y seguí en clases, necesitaba distraerme de ese pico.
Pasaron más días, pero no contestaba, tampoco es que iba a decirle: “hola, ¿por qué estuviste preso?”, onda nada que ver lo desubicado po. Así que tuve paciencia. Un día saliendo de la U, me lo pille afuera, me estaba esperando, raro, porque según yo, el no cachaba mis horarios.
-Wena primo, cómo tamos?
-Bien, qué hacis acá hueón?
-Nah, te vine a buscar
-Ah… ¿a qué?
-Ahhh tengo algo que contarte po, pero paciencia.
Fui pesado a propósito, pero con sus risitas, su blah blah, me dio vuelta al tiro, quería que lo acompañará a donde se estaba quedando, no me parecía buena idea, pero fui igual, cualquier situación en la que estuviéramos solo podría terminar en sexo, así que aproveche po.
Pasamos a una botillería, compramos un pack y subimos a un departamento por Estación Central, piola. Abrimos la puerta, para mi sorpresa tenía bien ordenado, me esperaba un chiquero la verdad, prejuicios culiaos. Nos sentamos en un sofá medio viejo, caché que alguien estaba en la ducha, no pregunté, me pasó una chela y seguimos hablando, me preguntó si me habían gustado las fotos y yo algo vergonzoso le decía que sí, y que tenía una idea pa’ ganar plata. Me sentí curioso.
La conversa la interrumpió el hueón que estaba en la ducha, salió con la toalla a la cadera. Tenía un cuerpo que te moris, llenó de tatuajes, con los oblicuos bien marcados, moreno y con las cejas cortadas, medio pelado, bien rico el culiao y más encima mojado, mi primo me lo presentó, me dio un apretón de mano terrible fuerte, tenía una voz bien profunda.
-Mi primito, el Camilo po’, te conté de él
-Ahhhh él po, sí po – Respondió el culiao rico
Nos acompañó en el living, seguía con la toalla, se sentó con las patas bien abiertas, aún así no alcanzaba a ver nada.
-Primito, es el el Pancho, es un amigo, un buen amigo que conocí en Canadá
-Mish, ¿Cuándo fuiste a Canadá?
Ambos se miraron y se rieron, después caché la hueá tonta que pregunté. El hueón era terrible tela, se tomó una chela ahí con nosotros, yo tenía el pico más parado, no podía dejar de mirarle la entrepierna, a ver si veía algo bueno, me sentía como un degenerado. Así que intenté cambiar el tema para distraerme.
-¿Cuál era la idea que tenís po Richard?
-Todo a su tiempo po, mira Pancho, muéstrale la merca.
El hueón se abrió la toalla y me mostró todo el paquete, un pico depilado, con unos cocos más gruesos que la chucha y un pico flácido que era más grande que mi pico en toda su erección. Heavy. Se volvió a tapar, se cagaron de la risa.
-Oye panchuto, va a llegar el hueón ya – le dijo el Richard y se mandó a cambiar a otra pieza.
Nosotros nos fuimos al fondo, a su pieza, solo había un colchón en el suelo, un ventilador algo oxidado y un envase de papas fritas tirado. Nos echamos un rato y me siguió contando, que tenía mucho material que había sacado de la cana y quería venderlo, pero no sabía cómo, y ahí entraba yo: el intermediario. Me preguntó sobre ideas de cómo distribuirlo y se me vino a la cabeza un onlyfans o un whatsapp privado donde podríamos ir enviando contenido diario.
De puro caliente le pregunté dónde tenía todo ese material, me miró con cara de enfermo caliente divertido, se rió y me pasó un celu que tenía guardado debajo del colchón. Mientras empecé a revisar la galería, me encontré con pajas en las duchas, hueones culiando, muchas fotos de pico, era muy rancio y lo adoraba. Hasta podía imaginarme el sabor, el olor a ese encierro con esos hombres.
Revisaba ese interminable lista de contenido, el Richard enrollaba uno al borde de la cama y se lo fumaba, mientra tanto escuchaba un ruido en la otra pieza, me entró la curiosidad, se sentía como si estuvieran peleando, me puse nervioso, hasta que escuché un “más fuerte, más fuerte, así, así”. Conchetumadre, el Panchito estaba culiando con un hueón al lado. Puse más atención y se escuchaba como destruía un culito desconocido, como chala mojada, solo podía imaginar ese tremendo pico siendo disfrutado por cualquier hueón. Su torso marcado sudando, la huea envidia.
El Richard se reía no más, yo estaba pegado con una oreja tratando de cachar más.
-¿Con quién está el hueón? – escuchaba unos gemidos tan locos, tan apasionados, tan de placer, tan rico.
-Está atendiendo a un cliente no más…
-¿cliente?-si po
-¿es scort?
-¿Qué es una hueá?
-¿Es puto?
-Ah sí po… ¿querís saber cuánto cobra? jaja
-Jaja nah… – Nos tiramos un rato en el colchón
-¿te calentaste no?
-un poco
-¿queris chuparla un rato?
Quedamos en un silencio incomodo, solo se escuchaba el sexo sucio en la otra pieza. Me senté a su lado y ataque sin decir más. Se la saqué de una del buzo, como estaba a guata pelá, le pasé la lenguita por todo el torso, hasta comermela toda, le chupaba la cabecita pensando en su amigo de la otra pieza. Estaba sucia, igual que el otro día, no me importo, la calentura me hacía disfrutar más, él se echaba pa’ atrás, se fumaba uno y veía porno hetero en su teléfono. Estaba tan concentrado en dejarlo seco. Con sus manos me hacía bajar cada vez más, hasta tragarmela completamente, me atoraba, pero no le importaba, seguí empujando, me ahogaba, pero no importaba, la babá me salía por todos lados, tenía ese pico más mojado. Lo pajeaba y sentía sus gemidos, sus sorbeteos.
Me desabroche el short para pajearme, igual me dio miedo, porque dentro de este trato medio enfermizo, cachaba que solo le gustaba a él, pero pico, quería pajearme, así que me lo saqué, me puso en cuatro y se la seguí chupando, para mi sorpresa, el hueón me comenzó a sobar el poto, conchetumadre, sigue no más, le pedí.
Me pegaba cachetadas duras y secas, jugaba con mi hoyo, lo manoseaba, se escupía la mano y me lo refregaba. Tenía miedo de lo que iba a pasar, mucho miedo.
“Siéntate”
Con esas palabras dimos comienzo al acto número dos. Me deje la polera, me levanté, me puse encima de él y fui bajando, agarre su pico con una mano dirigiéndolo a las puertas de mi cuerpo, de a poco fui bajando, sentí cada centímetro entrarme, sentía que me rompía, pero no importaba, tenía el control, subía y bajaba, acomodándome, el era solo una herramienta que gozaba y a me agarraba de los cachetes.
Me incomodaba calea que no me dejará de mirar, cada acción sentía que me vigilaba, pero no en mala, sino como expectante.
Llegue hasta el fondo y una gota de liquido preseminal me borboteo con rabia. Sentía todo mi cuerpo en estado de trance, su pico me llenaba completamente y con cada rebote me acercaba cada vez más al cielo. Apoye mis manos en sus piernas para que me entrara hasta más el fondo, directo al corazón. El sudor me obligo a quitarme la polera, y a disfrutarlo completamente.
El solo disfrutaba con las manos rodeadas en su cabeza. No necesitaba más, ni pajearme. Era otra dimensión, no sé cómo explicarlo. Montar, montar, montar, de tanto montar se me cansaron las piernas, pero ni eso me detuvo, deje caer todo mi piso en el poto, le hacía presión y el hueón gozaba, gozaba, gozaba.
Me levanté para ceder el control, me acomodé en cuatro en ese colchón inmundo, arrastre mi cara hasta el fondo, ese olor entre humedad y a pichi era asqueroso. Le deje el culo listo, abierto, sentí que me tomaba fotos, no me importó, con mis manos abrí mis puertas.
Agarró papa de una, se puso detrás y sin compasión me la metió de una, pero no le gustaba que estuviera tan sumiso, me agarró del pelo y me jaló hacia arriba mientras con su movimiento de cadera me dejaba bien adentro su pico. Le gustaba así, me tomaba de la espalda, y me seguía dando.
Recordaba la historia del asesinato y por un momento pensé ¿no sería rico morir así? había algo extraño ahí, la idea de que con sus manos me estaba acariciando y con esas mismas manos había matado a alguien.
Nos acompañaba el sonido del cliente en la otra pieza y nos calentaba más. Me dio vuelta, nos quedamos mirando, me jalo las patas para atrás y me volvió a penetrar, estaba tan dilatado que no costó nada, puso su cabeza al lado de la mía y se volvió un salvaje, jadeaba tan fuerte, gemía como un animal, se notaba que estaba por acabar, yo en cambio, lo abrazaba y trataba de recordar cada momento, cada olor, cada sensación. Su aroma de macho con notas de sobaco y un caño. El hueón de golpe se levantó, me la sacó y me tiro todo el moco encima con un grito tan bruto, me llegó hasta el pecho. Le seguí yo, explote con él, la mente en blanco por 3 segundos, el corazón lleno y las bolas vacías de leche.
Mi estómago era una piscina de leche. Se comenzó a reír, se limpió el sudor de la cara y me pasó mi polera para que me limpiará. Se fue al baño pilucho, alcancé a verle el poto, tenía un tatuaje arriba de una nalga, se veía deforme, no era bonito. Me limpie y luego caché que no tenía polera ahora, estaba toda sucia. Así que me quede sin polera, Me puse el short solamente en frente del ventilador defectuoso en la pieza para calmar algo el calor.
El Richard llegó a los minutos, me vio, se me acercó y me quito de nuevo el short y los boxer, como enfurecido, pero jugando.
“aquí te quiero en pelota, siempre”.
Nos quedamos desnudos en su pieza, hablando de cualquiera huea, cualquier recuerdo de chicos. Hasta que me atreví a preguntarle qué onda con esa historia, los dos piluchos, no creí otra oportunidad mejor para hablar sobre esto. Me contó que había sido un accidente, era una pelea callejera, y el hueón se cayó en la acera y se golpeó la cabeza con fuerza. No quería matarlo, pero ya no había vuelta atrás. Como que se perdió mientras me contaba la historia, se quedó mirando la pequeña ventana, como recordando todo, me dio paja tener que hacerlo pasar por eso, pero le tome el hombro con una mano y me la tomó de vuelta, se dio vuelta hacia mi y dijo:
-¿querís otra cachita?
-Ya po- le dije sin pensarlo dos veces
-¿Queris que llame al Camilo?
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