Papito

Entre a trabajar por primera vez a los 23, todavía recuerdo lo nervioso que estaba, pero feliz porque iba a ganar mi plata y todo, ya tenía todo pensado, dentro del año me iría a vivir solo, conseguiría pololo, me gustaba planificar, controlar, pero… con el tiempo caché que era completamente inútil.

Mientra esperaba en la entrada de la oficina, una secretaria me metía conversa y me daba la bienvenida. Luego de unos minutos (porque llegue super temprano), apareció él, Claudio. Era quién me había entrevistado, el jefe. Era bastante joven para la posición que tenía en la empresa, unos 35 años aproximados. Era un tipo bastante imponente eso sí, medía unos 1.80, gustaba de usar ropa ajustada, lo que me dejaba apreciar un poto maravilloso, pelo castaño, ojos claros, barbón, labios delgados y nariz pequeñita. Su voz era súper envolvente, ronca, grave, pero inspiradora. 

Pasamos a su oficina y me dio las directrices, le reportaría a él durante los primeros meses. Me habló sobre los beneficios, etc. Me percaté de las fotos de su familia, tenía una linda esposa y dos hijos de no más de 5 años. Linda familia pensé. Me dio un apretón de manos súper firme de bienvenida, me sonrió y me llevó a mi escritorio. 

Pasaron unos 5 meses trabajando en la empresa. Me destaqué rápidamente por presentar ideas innovadoras, había logrado retener algunos clientes importantes, así el Claudio se veía impresionado, aunque era difícil leerlo, compartía con nosotros, pero lo justo y necesario, era bien hermético y casi siempre pasaba en reuniones afuera. Me llevaba bien con el resto, no habían mayores roces, la vida iba… bien, aburrida, pero bien. De vez en cuando le miraba el poto e imaginaba cosas, cosas cochinas que le haría, fantasías de cabro chico, pensé. 

Llegó el fin de año y en la empresa organizaron los eventos típicos, armaron un carrete en una casona enorme lejos de Santiago, una cena y después bailoteo. Nos pidieron que fuéramos solo las personas de la empresa, sin parejas, ni nada, mejor porque ya cumpleía casi un año completamente solo. Nos subimos a la van y partimos.

Claudio se veía complicado, no se sentía cómodo, imagino que prefería estar con su familia, que con nosotros. Pero en la cena se liberó, tiró la talla, tomó harto vino, se veía mucho más relajado. Es más, luego cuando ya pusieron la música, las corbatas volaron y puro desorden, veía a los jefes de otros departamentos completamente borrachos, bailando con las secretarías, algo me decía que esto terminaría mal, pero estaría en primera fila para ser el testigo. 

Yo era más bien tímido, quitado de bulla, así que me puse en la barra a tomar, mientras los otros bailaban, los miraba desde lejos, era un gran espectáculo. Se hizo más de noche y me atreví a salir a fumar un cigarro, en eso se me acerca el Claudio de la nada, me llegó a asustar el hueón.

-¿Me das uno? – me preguntó, lo vi todo destartalado, camisa afuera, abierta hasta dos botones, se le veían todos los pelitos del pecho, era peludo el hueón.

-Claro… – mientras le pasaba el fuego también.

-Está todo distorsionado allá ¿eh?

-Sí, así parece jaja – le respondí, y aunque llevábamos varios meses trabajando, todavía me costaba sentirme cómodo alrededor de él, es el jefe, no podía hablar tonterías delante de él.

-¿Y por qué no estás allá? – me preguntó mientras empuñaba el pucho.

-Eh… no sé, no me gusta mucho eso de bailar, pero aquí estoy bien.

-Hueón, lo has hecho súper bien en estos meses, te mereces estar allá…

-Jaja, pucha, estoy más cómodo aquí

Y adelante silencio incomodo, miraba el fondo, donde habían unos árboles a lo lejos, apenas se veían por lo oscuro. El viento cálido los hacía moverse tan lentamente.

-¿No te dan ganas de meterte en ese bosque y desaparecer? – su pregunta me dejó algo desconcertado, no sabía cómo responder – No así para siempre, pero… por algún rato ¿no? – continuó 

-Sí, puede ser…

Me dio una risa, de esas tiernas que tenía y desapareció de vuelta al carrete.

Ya era momento de volver, la gente se subió a las van, yo no me sentía tan desesperado por volver, así que espere las últimas, partí al baño para mear antes del viaje, que era medio largo. El baño se encontraba al final de todo, así que me demoré en llegar, entre y no había nadie, me puse en un urinal e hice lo mío, cuando de pronto escuché entrar a alguien, no caché quién era hasta que se puso al lado mío, onda, habían 10 urinales, pero se tenía que poner al lado y adivinen, era el Claudio. 

Se veía ebrio, ebrio, ebrio, apenas podía unir palabras. Yo en cambio me sentía estaba entonado, feliz, mareado, pero nunca tanto como él. Me habló de la pega mientras meabamos, me repitió lo mismo que hace unos minutos, que lo hacía bien, y me miraba a los ojos mientras lo decía, onda, con su pichula al aire, me elogiaba, yo trataba de concentrarme de no bajar la vista y que se diera cuenta, me moría por verla, hasta que se distrajo, y conchetumadre, tenía un pico hermoso. Me descubrió viendoselo, y aunque no me dijo nada, sonrió. Escuchamos que alguien nos llamaba, así que se guardó el pico y cuando se iba, me apretó un cachete y me dijo “buen trabajo”, onda, no una palmada, no, un apretón. Me dejó mega caliente la situación.

Llegue hasta donde estaban las van y puta, quedaba solo una, se habían ido todos. Excepto el Claudio, que me esperaba ahí. Me gritó un “súbete” y nos fuimos sentados al medio de la van. Muy pegados. Sentía una tensión, que no sentía hace mucho tiempo, algo iba a pasar, pero no sabía qué. Rozamos nuestras manos en los asientos, y cada vez nos acercábamos más, hasta que sin quererlo (mentira), le puse la mano en su rodilla y comencé a subir, sentí su pico erecto por debajo y me calentó caleta. 

El chofer iba delante concentrado en manejar, pero sentía el miedo y la ansiedad por si nos pillaba. Creo que el copete ayudó a que nos deshinibimos, el también hizo lo suyo, y me sobajeo el pico por encima, me sonreía, como si estuviéramos haciendo algo malo y luego de pensarlo mejor, ¡Claro que hacíamos algo malo! me desabroche el pantalón sin que me importara y él con un talento que jamás había visto, me sacó el pico pa’ afuera, no era fácil, porque tengo la media pichula. Me comenzó a pajear ahí, mientras me conversaba de cualquier hueá para pasar piola, yo trataba de no gemir y no venirme. Estuvimos un rato así, hasta que llegamos a su destino. Me guarde la huea súper rápido. El se bajó como si nada, se despidió y se entró pa’ su casa. 

Llegué a la mía, mi vieja me retó porque no le había avisado que llegaría tarde, no pensé que duraría tanto la cuestión, me encerré en mi pieza a pensar en lo que había pasado, me masturbé 5 veces esa noche. Todavía podía sentir su mano gruesa en mi pico, su olor a perfume de papito, con pucho y algo de copete, muy rancio todo. Imaginaba que lo ponía en cuatro, que le comía esos cachetes delicioso y le acababa dentro del poto, me pedía más y más, fantaseaba que su mujer nunca ni le había jugado con su humanidad más profunda y ahí estaría yo, dispuesto a hacerlo sentir como quisiera. Me dormí con la pichula afuera.

La caña del otro día y la culpa, estuvieron brígidas. Luego pasamos al miedo, ¿cómo chucha lo veo el lunes? momento, el me masturbó en el bus, el debería tener miedo, no yo.

Llegue ese lunes como una bola de nervios y rabia, en mi menté el hueón me iba a echar, así que me preparé para todo. Pase por su oficina y lo primero que hizo fue saludar efusivamente, más que antes, antes era solo un saludo correcto, ahora era distinto. Así que me calmé y volví a trabajar. 

Los siguientes meses fueron muy distintos, el Claudio se involucró más con el equipo, se veía más como líder y las cosas mejoraron para todos. Me metía en muchos proyectos, me daba más confianza, fue un muy buen periodo, Eso sí, nunca hablamos sobre lo qué pasó esa noche, nunca. Ni de broma, ni de nada, para él, quizás ni pasó la hueá. Filo, pensé que mucho mejor, aunque parte de mi quería más, más y más.

Todo iba bien, comencé a salir con un chico del equipo de marketing, el Alonso. Nos llevábamos bien, culeaba rico, así que bien, me sirvió para sacarme al Claudio de la mente. 

En mi mente retorcida, el Claudio se dió cuenta de mi relación con el Alonso, así que para “separarme de él”, me invitó a un viaje de negocios a Valdivia, debíamos cerrar con un cliente grande y asistir a un seminario cualquiera. Obvio que era por pega no más, pero me pasaba los medios rollos, ¿solos? ¿En el sur? conchetumadre. El Alonso, que no sabía nada de Claudio porque obvio que no le dije nada, me dijo en tono de broma “Uuy, trata de comerte al Claudio po”, y yo así con una cara de “eh… ok jaja”.

Llegamos super temprano a Valdivia, primero al hotel. Ahí la señora del mesón nos comentó que había un error, al parecer la secretaría no había reservado dos habitaciones simples, sino una doble. Mi corazón saltó de inmediato, el Claudio tuvo que aceptar no más, todo se encontraba reservado. 

Subimos las cosas y salimos corriendo a trabajar, logramos todo, nos costó, pero lo hicimos a tiempo, así que nos fuimos al hotel a celebrar después, estuvimos en el restaurante, comimos caleta, tomamos mucho vino, tiramos la talla y pude observar su lado más humano, me contó de su familia, que era muy importante para él, y aunque trataba de sacarle la verdad, era imposible, me aguante tanto no recordarle lo que pasó en la van, onda me moría de ganas.

Se nos hizo muy tarde, teníamos una cita al otro día súper temprano, así que subimos a nuestra habitación, tomamos el ascensor, nos miramos caleta sin decir nada, sentí la misma tensión que tuvimos esa vez. Salimos al pasillo, medios mareados, llegamos a la habitación y me atreví a hacer lo que me estaba guardando hace rato, apenas cerramos la pieza, lo besé, tuve que prácticamente agarrarle la cabeza por lo alto que era. 

Nos pegamos en la pared, calientes, ebrios, nos tratamos de sacar las camisas, pero fracasamos, nos desabrochamos los pantalones, le saqué el pico, que lo tenía flácido y se lo comence a chupar ahí de pie, con los pantalones abajo, y la camisa todavía puesta. Me lo devoré de una, jugaba con sus bolas gruesas y blancas, le chupaba el tronco del pico, todo, el hueón se agarraba la cabeza como que no lo creía, gemía rico, pero no lograba hacer que se parará, pensé que por el alcohol, así que nos tiramos en la cama, todavía con ropa.

Besándonos tan apasionadamente que chocabamos las caras, le agarré el poto, ese poto que me ponía a soñar y gemía más fuerte, se lo quería comer.  El mientras me agarra el pico, tal como la última vez, con fuerza, bajo medio timido, a devorar su porción, se la tragó de una, dejó atrás la timidez. Se notaba que no sabía mucho, pero se esforzaba, pero lamentablemente la situación se volvió algo patética: nos quedamos dormidos.

Ni sentimos el despertador, fui el primero en levantarme, con un dolor de cabeza, vi la situación y era muy ridículo todo, el hueón estaba tirado en la cama, con el pantalón hasta los zapatos, el pico afuera y la boca abierta, caché la hora y conchetumadre, faltaban 30 minutos para la reunión, nos quedamos raja, le grité: “huéon, es súper tardeeee”. Ahí reaccionó, se paró de una y me dijó que me duchara rápido, entre al baño, me saqué todo, prendí la ducha con agua caliente para despertar. El hueón entró  y se metió a la tina también, conchetumadre, ahí le pude apreciar toda la humanidad, ese pecho peludo, ese culo grandote peludo también, esos brazos. Entre que nos reíamos, me pasaba el jabón por las alas y el poto, como que a pesar de que estábamos para el pico de atrasados, hueviabamos igual. 

Salimos, nos vestimos y partimos. La hicimos en tiempo record, llegamos solo 15 minutos tarde, pero el cliente llegó 30 minutos tarde, así que fue la raja. Terminamos y teníamos toda la tarde para nosotros, nuestro vuelo de regreso recién sería al otro día y muy temprano. Así que almorzamos con tranquilidad, caminamos por la ciudad, era una cita hueón, así lo sentí, maravilloso, hermoso, sentía pura música indie sonar de fondo. Hasta que el Claudio me pregunta “¿y… si volvemos al hotel?” y puta, sabía qué significaba eso.

Llegamos con tranquilidad, nada nos apuraba ya. Subimos, sin decirnos nada en el ascensor, llegamos hasta nuestra habitación, entramos. Me senté en mi cama, como sin saber cómo comenzar, cosa que el ya tenía resulta.

-¿Qué querís hacer? – le pregunté 

No me respondió, se puso delante mío, se abrió la camisa y se sacó el pico del boxer, ahora erecta y tensa hasta. Se la chupé y qué premio más delicioso, tenía en la punta del pico líquido preseminal, caliente estaba el caballero. Me la comí con ganas, el me agarraba la cabeza y hacía que le entrara hasta el fondo, yo me esforzaba para estar a la altura, quería ser todo lo que no era su esposa. Quería que conmigo hiciera todo lo que con ella no podía.  Me atragantaba con ese tremendo pico, pero no importaba, me la sacaba para hacerle un cariñito por el lado, y le encantaba, gemía mientras me decía hueas como “mojala bien”. Yo obediente accedía a todo. 

Se acostó con la camisa abierta, me arrodille al lado de la cama para seguir mamando, quería sacarle esa leche, en un momento le pregunté, ¿Qué quieres hacer? y me tomó del brazo, nos desnudamos completamente y partimos a la ducha, era grandote la huea, pusimos el agua caliente y esta vez sí era en serio. Nos frotabamos los picos, nos tocabamos los potos, nos besabamos los cuellos, el agua caliente nos purificaba, nos hacía sentir que no la estábamos cagando, a nadie, ni él a su familia, ni yo a al Alonso. “Chupame el poto por fa”, me pidió, ni lo dude, bajé y era la tremenda raja, sentí que me perdía ahí y no saldría nunca más. Le separé los cachetes y veía como ese hilito de agua le caía, era poesía en estado erotico. Le comí todo el poto, le agarraba los testículos por abajo y hasta lo nalguee.

No te voy a mentir, la sensación de estar comiéndole el culo al jefe es rara, es como ¿quién tiene el poder ahora?. Páramos el agua y se fue directo a la cama. Ahí sin siquiera decírselo, se puso en cuatro al borde de ella, le seguí chupando porque sentía que tenía que aprovechando. Cada vez se veía más enorme y peludo. Delicioso. Luego me paré y con la punta del pico le empecé a acariciar el asterisco, pegó el medio saltó, pero lo quería, lo tuve harto rato así, preparandolo. saqué lubricante que tenía en el bolso en caso de emergencia, me lo esparcí por mi pico, le aplique en su potito y comencé a presionar, se comenzó a retorcer, no lo culpo, estaba a punto de recibir tremendo pico en su culo que creía que era virgen. Pero fui paciente, no lo apuré, quería que lo disfrutará, así que cuando ya se sintió en confianza, adelanté, y se la metí hasta el fondo, para que se acostumbrara, le encantó, pegó el medio grito, pero no para que se la sacará. Siguió pidiendo más.

“Más fuerte por fa, hasta el fondo”.

Me sentía fuera de practica, pero todo desapareció apenas lo penetre, le di duro en cuatro. Lo tomaba de las caderas para que mi pico le llegará hasta el fondo, hasta el botón del placer que no lo haría volver atrás. Me tire encima de su cuerpo, a veces me sentía pequeño, pero le daba y le daba. Completamente empoderado, lo di vuelta, lo empuje al borde de la cama y se la puse ahí, me miraba como afligido, como que le dolía, la saqué para ver si estaba bien, me ordenó a que se la metiera no más. Accedí, lo masturbé mientras con mucha fuerza, aunque casi lo veo llorando, pero qué manera de gemir. En un momento me pidió una pausa. Se la di.

Le dije que se subiera, mala, idea, el hueón era enorme, pero igual lo hicimos, sentía que me aplastaba el pico, pero lo gozaba tanto. Es más, él acabó así, me tiró todo su semen al pecho. Sus gritos de placer eran imborrables. Todavía los tengo en mi memoria.

Me confesó que quería que le acabará en el poto, adentro, así que lo puse en cuatro de nuevo y le seguí bombeando, le tiré del pelo para que me echará la cola más atrás. Sucumbí a su poto, me fui y sentí que la vida se me vino encima cuando le deposite toda mi leche dentro, fue caleta, le salía por el hoyo de forma hermosa, el se agarraba ahí  y la sentía, le gustaba. Nos quedamos acostados en la cama, mirando la tele. Me rodeo con su brazo y me pegó a su pecho peludo, me hundí ahí, me sentía protegido, lo abrace y me quede raja.

Cenamos esa noche en el hotel y volvimos rápidamente para seguir desgastándonos, el era mi pasivo de 1.80 y me encantaba. Lo hicimos a lo misionero esta vez, costó, por lo gigante, pero fue la que más le gusto, nos pegamos tan cerquita, nos sentíamos tan rico, nos sentíamos el aliento y queríamos seguir y seguir.

Cuando estábamos en el aeropuerto, me pidió que fuera discreto, que tenía una familia y que no quería perderla y que a pesar de que estuvo entretenido y todo, no quería arriesgarlo. Me dio la cortada justo antes de partir. Lo entendí complemente, onda, ni reclame, le dije que lo entendía, pero que si algún día quería hueviar, no sé, aquí estaba, me sonrió y a pesar de qué pensé que sería incomodo, no lo fue.

El problema fue de vuelta en la pega, no podía dejar de recordarlo en cuatro. No podía dejar de recordar esos momentos juntos, esos besos, esos jadeos, esas chupas de poto. Cada vez que hablábamos sobre pega, o me retaba por algún error que había cometido, en mi mente estaba “sigue hueando…”. Era obvio que no lo iba a delatar ni nada, pero no podía sacármelo de la cabeza.

Me había enganchado, me había ¿enamorado? lo negue tanto al principio, pero era imposible, era tan dulce, tan lindo, tan potoncito, pero no se podía. Llegue a terminar con el Alonso porque no era justo para él.

Esos meses siguientes no me pescó nada pa’ lo otro, aunque le lanzaba indirectas, nada. Imaginé que volvió a estar todo bien con su señora y eso me partía el corazón de una forma, lo imaginaba tomando once con sus hijos y lo idiota que me sentía al pensar que él dejaría todo eso por mí, no, para nada.

No aguantaba más, busqué pega en otros lados, completamente dispuesto a renunciar si encontraba algo mejor. Pero no fue necesario. Llegó un lunes y caché que él no estaba, ni nada en su oficina. Pregunté a un amigo y me dijó que había renunciado el viernes y con escándalo, pero no sabía qué había pasado.

Me sentí aliviado, aunque con pena. Pasó el tiempo y la secretaría me vino con el cahuín, el Claudio se fue a Brasil, con su pololo brasileño, dejó a su esposa, sus hijos y la pega. Así que… imaginate mi sorpresa y como mi amor propio se fue a las pailas. Pero eso no fue lo último que supe de él, no, al año siguiente me escribió por LinkedIn, quería volver a Chile a montar una empresa y me quería en ella…

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