Ares, pajas y porno II
Los siguientes días fueron de oro, aunque me hueviaba harto con los brasileños, me decía que me iba a conseguir un negro para que me dejara en silla de ruedas. Así de amoroso el cabro.
Todo parecía normal, íbamos al colegio, compartimos y aunque seguía pensando en ese apretón de huevos, que me gustó caleta, claramente no tenía más intenciones que hueviar, eso era el Victor, un constante hueveo.
La misma rutina de ese día se repitió más adelante, pero un día viernes. Nos fuimos a su casa luego del colegio, pero esta vez no estudiamos, jugamos todo el día play, comimos chatarra, vimos unas películas y se nos pasó el tiempo súper rápido, ya eran como las 10 de la noche.
Me preguntó si quería quedarme, podíamos robarnos unos vinos de su mamá y todo. Llamé a mi casa para avisar que me quedaría, no hubo problemas. El hueón sacó finalmente un ron que tenía escondido y empezamos tomando puritanos, jugando a las confesiones. Me preguntó si era virgen, le dije que no y me hizo contarle mi primera vez.
Le confesé que había sido con un amigo de un primo de Rancagua, en un carrete y que después de eso no lo había vuelto a hacer. No se quedaba contento con eso, quería más detalles, si la había puesto yo, o me la habían puestos. Me daba un poco de vergüenza tener que responder eso, pero gracias al ron ya me encontraba más suelto, así que le conté que me tincaba más “recibir” que dar.
El confesó que su primera vez había sido con una persona mayor, mucho más mayor y que no le gustó, fue algo forzosa, una amiga de su mamá. Esa fue la primera vez que lo vi tan honesto, tan real, tan lejos de ese hueveo que usaba para alejar al resto de su verdadero yo. Me encantó que se abriera así, pude entender mucho de él y creo que nos unimos bastante gracias a eso.
Nos bajo el sueño, era bien tarde. Ni me preguntó si quería un saco de dormir, dio por sentado que iba a dormir allí con él, igual su cama era gigante, de dos plazas creo.
– Ya po hueón, ponte serio – le comenté porque se estaba sacando toda la ropa de nuevo.
– ¿Qué? si yo duermo así po hueón, además podís toquetearme cuando me quede dormido po hueón, aprovecha jaja – me respondió
Nos metimos debajo de las sábanas y lejos de quedarnos dormidos, seguimos hablando, hasta que llegamos de nuevo al mismo tema: sexo.
– Oh hueón, me acordé de las brasileñas culias, la del video, loh manso cachetes hermano – me djió susurrando
– Jaja, ohh de esos picos gigantes también – le respondí
Y claro, se empezó a pajear por debajo de las sábanas. “¿Qué hueá hueón cochino por la chucha?” le dije riendo, solo me comentó “Ya, si igual te gusta”.
Se metió completamente debajo del cubrecamas y siguió pajeándose, sentí que me intentaba tocarme la guata, molestando, como apurandome. Baje también y le seguí el juego, me saque el boxer y nos quedamos los dos piluchos, pajeandonos debajo de las sábanas. Nuestro aliento calentó ese espacio y se volvía más difícil respirar, pero no importaba. No veía nada, solo sentía su jadeo, su respiración y ese sonido que hace el pico cuando está bien lubricado y sus prepucio choca con el límite.
Estuvimos un rato así, cada uno en lo suyo. Algo me decía que este quería algo más, pero no me atrevía a averiguarlo todavía. Sentí que su mano me buscaba, me tomó la mano y la acercó a su pico, quería que lo masturbará, así que lo hice, fue una acción reciproca. Sacamos nuestra cabeza del cubre cama, dejando nuestros cuerpos adentro y nos corrimos la paja mutuamente. no nos mirabamos, teníamos la vista fija al frente, quejándonos de placer. Su pico se sentía enorme en la mano, le apretaba las bolas y me amaba como reaccionaba. Nos metimos de nuevo abajo, como jugando a las luchas, presionando nuestros cuerpos desnudos, nos damos agarrones y todo, me pasaba la mano por la raja y yo le echaba el pico para atrás y luego lo soltaba como catapulta, era un chiste. El hueón me eyaculo encima mientras forcejeabamos e hice lo mismo, le llegó una gota de semen en el cuello.
Apagamos la luz y seguimos conversando de otras cosas como si nada, como si lo que acababa de pasar no pasó o era lo más normal del mundo. Nos dormimos a los 5 minutos, piluchos, uno al lado del otro, pero con 0 contacto durante lo que quedaba de la noche.
Desperté al otro día bien temprano. Ni la nana, ni su mamá se encontraban en el hogar, salieron a comprar al supermercado y hacer algunos trámites. Yo a esa altura me había duchado, puesto el boxer y la polera. No quise despertar al Víctor, así que me acosté de guata y comencé a terminar de jugar el resident evil. Pasaron unos 10 minutos y este hueón se despertó, saludo y fue al baño, salió desnudo nuevamente y con el pico parado. No quise decirle nada.
Sentí que se puso al lado mío, no le presté mucha atención. Hasta que me comenzó a agarrar el poto, lo masajeaba, lo agitaba.
– Hueón, que tení rico el culo hueón, si fuera gay te haría mierda – practicamente me gritó
– Cállate ahueonao – le dije, como con dolor porque sabía que no pasaría y el 96% de mi quería que pasará.
Seguía tocándome, me lo agarraba fuerte, no lo pescaba, era un pendejo ridiculo no más. En una me preguntó “¿me prestaí el chico?”, solo reía porque pensaba que estaba hueviando, con una mano lo apartaba, pero era insistente “Ya po, presta la raja, estoy necesitado, no veí que la Natalia no me ha dado la pasa todavía”. El hinchapelotas pa’ grande, le dije que “ya, ya, hazme lo que queraí”, total solo jugaba, quería ver hasta donde llegaba si le decía que sí y fue bastante lejos. Me bajó el boxer y me pasó los dedos por el hoyo de una. Ahí fue dónde quede helado, pero no me corrí, ¿podría estar pasando? Luego sentí que escupió y un tibio líquido me llegó hasta el poto. Seguí jugando como si nada pasara cuando de pronto sentí que uno de sus dedos ya comenzaba a penetrarme. Deje el joystick y pegue un ahogado gemido, intente darme vuelta para verlo, ya tenía todo un dedo dentro de mí, me quedó mirando y me dijo: “¿te gusta así?”, asentí, me di vuelta y puse mis manos sobre mi cabeza mientras este hueón sacaba un dedo para meterme dos, estuvo un buen rato así hasta que sentí su peso sobre mi.
“Su cuerpo era gigante sobre mi”
Aunque no era tan grande, su pico no entraba fácilmente. Esto parece que lo excitaba más: “apretadito”, siguió insistiendo, su tula entró despacito y a penas por mis cavidades no tan exploradas. Sentí un calambre muy extraño en todo el cuerpo, no era para nada malo, era un golpecito como eléctrico, tan rico. Lo escuchaba gemir y me deleitaba. Cuando ya agarramos confianza, se abalanzó rápidamente, pero con cautela, ya tenía su pico completamente adentro. Me daba palmadas en la cintura, mientras me la tomaba y seguía metiendo.
Me moví para quedar en cuatro, manos abajo, culito paradito, él se acomodó y pegó el medio “CSM”. Sin desperdiciar tiempo volvió a meter el pico. Entregado completamente.
Escuchaba ese mete y saca divino. Lo aguantaba de forma magistral. Era un talento que acababa de descubrir. Fascinado quise llevarlo a otro nivel. Me salí y me acosté debajo de su cama, como en la noche. Me tiré las piernas para atrás para que lo hiciéramos a lo misionero, como que no me entendió a la primera, pero le explique cuando le levanté la raja y vio mi hoyo abierto y hambriento de mal. Seguimos. Sudados y ansiosos, queríamos más y más.
El hueón se paró y se fue a sentar a la silla del compu, puso la película porno del Ares y me pidió que me sentará en su tula. Así que lo hice, me moví lo más que pude mientras el hueón se inspiraba viendo a las brasileñas, lo que me desmotivo un poco, pero filo, era más de lo que podía pedir. Me cansé el rato, así que me volví a poner en cuatro al borde de la cama para que me siguiera dando. El hueón seguía duro como roca, oh conchetumadre, esos minutos finales fueron los mejores, me pajeaba mientras me la metía hasta que acabé, le ensucie todo el cobertor y de pronto, ¡puaf! Sentimos el auto de su mamá llegando del súper.
Esto como que lo calentó más, me dio más duro que la cresta hasta que terminó gritando el Victor descarado, se retorcía del placer. El hueón salió corriendo al baño, y yo así como: ” yo tengo el semen dentro, tengo que ir primero por la chucha”, la hueá es que me vestí rápidamente, este hueón salió como respirando rápidamente y antes de que pudiera entrar al baño, apareció la mamá. Uff, quería que la ayudáramos con las cosas, así que pico, bajamos, ayudamos e incluso tomamos desayuno con ella (no pude ir al baño). Su mamá, era muy simpática, me hablaba con mucha atención, me preguntaba cosas y yo solo pensaba “Tengo el semen de su hijo todavía en mi recto”.
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