Paraíso Bisexual II

Después de culiar en la playa nos regresamos caminando a la casa. Me seguía doliendo el culo y la conciencia. Él en cambio no daba señales, iba como si nada, risueño, hablando sobre cualquier cosa. Aquí nada había pasado y me lo dejó clarísimo. Igual mejor, no quería que esto se transformará en un drama, no quería darle más importancia de lo que fue.
Una vez en la casa, el Flecha se metió a la ducha, las chicas seguían durmiendo. Me fui a acostar al lado de la Javi, sin despertarla me quedé observándola un buen rato, casi me pongo a llorar ahí. Por suerte no despertó. No quería hacerle daño.

No.

Cuando salió de la ducha este otro, partí ansioso, quería descubrir si el agua caliente podría calmarme, pero no, la cara de la Javi aun me seguía dando vueltas, la culpa me comía por dentro con tanta rabia. ¿Cómo pude hacerle esto? Todo el arrepentimiento me llegó de golpe, la sensación de que la había traicionado de ese modo me caló profundo y para colmo, todavía nos quedaba una noche. Trataba de conseguir limpiar mi mente en la ducha, pero no, me puse a llorar, ya no sabía si era por la Javi o porque todos esos fantasmas regresaron de golpe ¿qué era? y lo peor, todavía quedaba una noche más.

Ese día lo pasamos en la playa, las chicas se fueron a bañar, jugaban como niñas, sin preocupaciones a la orilla de la playa, mientras nosotros hablamos de lo que pasó, tratando de encontrarle un sentido.

-¿Qué vamos a hacer?
-Nada po, ¿la gozaste? ya po, quédate con eso no más – me respondió algo molesto.

Lo entendí. Me puse como loco. Pero tenía razón, debía quedarme con eso y dar vuelta a la página. Filo lo que pasó.

Antes de regresar, la Javi me pidió dar una vuelta por las rocas, lejos del mundo y me entró un miedo terrible ¿quería hablar de algo? ¿sabía lo que había pasado? me pase mil rollos, cuando ya nos alejamos del resto, me comentó que quería hacerme una pregunta, pero le daba miedo y vergüenza la respuesta que podría darle. Me asusté demasiado, ya no aguantaba más, quería decirle todo, además que le costaba un montón hablarme.

-Lo que pasa es que…
-¿Qué Javi? pucha, dime po… ¿Qué pasa?
-Quiero terminar.
-¿Terminar qué?
-Esto, nosotros… lo he estado pensando harto en el último tiempo y cuando lleguemos a Santiago, me iré del depto, no es justo para ti.

No supe qué decir, me puse a llorar ahí mismo, la abrace tan fuerte, pero no dije nada, sabía que esto venía mal de hace tiempo y aunque me esforcé en detenerlo, no pude. no pude, me sentía culpable de todo, de todo. Solo, no entendía porque tenía que romperme el corazón ahí, ¿por qué no esperar la vuelta?
Esa noche, la última, no carreteamos, fue muy desagradable. Dormí en el living para no incomodarla. El Flecha y la Cami ya sabían y me dieron su “pésame”, “estas cosas pasan” me dijeron, que ganas de desaparecer.

Salí a dar una vuelta, no quería estar más en la casa. Llegue hasta la playa y me quedé un rato ahí, contemplando mi vida, viendo en detalle todo por lo que había pasado, sabía que un quiebre así no sería fácil de superar, pero lo haría, mis conflictos estaban en cómo seguiría de aquí en adelante. Las olas sonaban tan fuertes, el viento era helado y en verdad no tenía ganas de moverme, prefería congelarme y que me encontrarán al día siguiente, filo todo. Filo la hueona, filo el flecha.

No sé cuánto rato habré estado ahí. Regresé como perro arrepentido. Abrí la puerta y un ruido me llamó la atención, era ella, gimiendo en su pieza, me dio miedo, así que fui corriendo para ver sisi todo andaba bien, y estaba súper bien la verdad. Tiraba con su amiga Cami, en pelota sobre la cama, al parecer, super borrachas, porque ni se dieron cuenta de mi presencia, caché que habían botellas de mistral ice por todos lados, ella tenía su boca sumergida en sus partes. Me fui, deje esa escena atrás y me senté en el living.

No sabía cómo sentirme, aunque alivio era un gran sentimiento, como también ira y rabia. Pero ¿contra quién? al menos ella tuvo la decencia de terminar conmigo antes de tirarse a su amiga. Igual hartas cosas me hicieron sentido, las veces que se quedaba con la Cami en su depa, su conexión, el hecho de que estaban todo el día conversando en el whatsapp. Heavy como te das cuenta de todo, después. Ahora todo cobraba sentido.

Salí de nuevo de la cabaña, y noté al Flecha, sentado en un sofá en la terraza, medio ensimismado.

-¿ya cachaste entonces?
-¿qué huea hueón? – me sentí tan impotente que termine llorando de forma muy poco agraciada.

Él me contuvo, me dio un abrazo y lo sentí tan cálido, tan contenedor.

-Quiero irme, quiero irme… sácame de aquí – le dije

Nos fuimos a caminar a la playa nuevamente.No hablabamos mucho, nos sentamos en la playa. Todavía no me podía tranquilizar.

-Esto es para mejor, créeme, supongo que no te gustaría vivir una mentira?

-No, para nada.

-Quizás ahora puedas resolver todos esos otras cosas que tienes pendiente

-No tengo nada pendiente hueón – le dije molesto
-¿No? y ¿qué fue lo del otro día?
-Nada, no fue nada
-¿Eso crees que fue? ¿nada?

No le seguí respondiendo, en el fondo sabía que no fue nada, fue algo brutalmente heavy, pero no lo había procesado todavía muy bien después de todo esto.

-No te voy a obligar a que lo pienses ahora, tienes mucho que digerir todavía – me sugirió el cabro. Se estaba parando para irse a la casa, lo detuve.

-Por fa. quédate un rato, quédate – le supliqué.

Me hizo caso, se sentó al lado mío, nos quedamos mirando en la oscuridad, la luna nos daba la luz suficiente como para que nos pudiéramos ver los ojos. No sé por cuánto tiempo, pero nos terminamos acercando, y ahí, nos besamos, fue tan distinto al primer beso, fue tan tierno, tan cálido, con tanta liberación. Le tomé su cara y el me tomó la mía, ambos lloramos, nos secamos las lágrimas y nos acostamos en la arena, continuamos así, nos queríamos hacer cariño, nos queríamos ayudar y a besos lo íbamos a solucionar.

Se paró, se desvistió completamente y se fue al agua.

-Vamos, te vamos a bautizar – me invitó.

Lo seguí, nos desvestimos y fuimos al agua. Hacía un frío de mierda, pero a los minutos ya no sentía nada, solo como nos adentrabamos al mar, nos tomamos y nos abrazamos en el agua, nos limpiamos mutuamente, nos tocamos todo y salimos al minuto, ya distintos, ya listos para enfrentar todo.

Nos tiramos en la arena, pero no nos despegamos. Queríamos estar juntos y quería hacer con él cosas que solo había podido imaginar. Esta vez, yo sería quien llevaría las riendas. Se quedó acostado en la playa de guata y con prisa me dirigí a su culo, le separé las nalgas y le comí el hoyo, no se lo esperaba, pero le encantó, estaba salado, no me importó, jugué harto rato, tal como el lo había hecho el día anterior. No sabía que hacía, pero lo hacía con cariño y creo que lo sintió así, le gustaba, trataba de estirar la mano hacia mi cabeza para que le metiera la lengua más adentro, lo hice. Amaba su culo y me sentía tan a gusto en él. Era ridículamente abundante.

De la pena, la frustración, el final, pasamos al origen, la novedad y el comienzo de algo mejor.

Se puso en cuatro e ingenuamente intenté penetrarlo así no más, se quejó un poquito, me dijo “con calma”, se tiró un escupo y se lo paso por el poto, ahí intente nuevamente, despacio hasta que entró, él la sufría, pero se aguantó, le pregunté si quería parar “por ningún motivo” me respondió.

Era raro, se sentía raro penetrar a un hombre, pero era lo correcto, como si esto es lo que tenía que hacer toda mia vida. Tan bien, tan apretado también.

Flecha culiao rico, mi pico era una pobre criatura sucumbiendo a su tremendo poto, esas nalgas las hacía rebotar de forma tan linda encima. Lo levantaba y hacía cariño en su pancita marcada, buscandole el beso, ese beso mojado, agarrando las bolas, esas bolas apretadas y ese pico, parado y jugoso. Quería todo de él y ahora sin culpas, quería su semen en mi boca, quería un beso al mismo tiempo, quería su leche en mi poto y quería acabarle en el suyo, quería hacer todo lo que no había hecho en años. Mientras reflexionaba sobre esto, caché que estaba por acabar, le dije: “me voy conchetu….”

-Acaba adentro mío, acaba rico.

Y le tiré todo el moco adentro, me dio vergüenza acabar tan rápidamente, pero no me importó. El tampoco le importó,, se la saqué y lo primero que atine fue a tocarle el poto, para sentir mi semen dentro suyo, “déjala ahí” para acabar, le dije que acabará en mi boca y lo hizo, me trague todo su semen, y nos besamos tan rico, tan mugrosos. Nos reímos y todo el pasado había desaparecido.



Nos quedamos en silencio para la salida del sol, recién ahí cachamos que seguíamos piluchos. Nos vestimos y partimos a la cabaña.

Cuando caminábamos de vuelta nos entró una duda ¿qué haríamos? ¿qué chucha haremos?¿como se conversa esto? decidimos que no lo haríamos, nada de eso. Llegamos, agarramos nuestras cosas en silencio y nos vinimos a Santiago, no se dieron cuenta, seguían durmiendo. No sentimos para nada cargo de conciencia abandonarlas de esa forma.

Nos fuimos escuchando música bien fuerte, no había ningún auto en la carretera, nadie que nos detuviera ahora. Conversábamos sobre el tiempo perdido, sobre esto y no lo creíamos. ¿De verdad las dejamos tiradas? sonaba el teléfono, eran ellas, no pescamos. Los apagamos y seguimos cagados de la risa.

-¿Te dejo en tu casa?- me preguntó el Flecha
-Primero culeame en la tuya y luego vemos – me atreví a decirle.Le encantó la idea.

Llegamos a su depa y a penas cruzamos su umbral nos agarramos a besos. Esta vez era distinta, esta vez no había culpa, no había miedo a ser encontrados, no había temor. Solo pasión. Encontramos su pieza y no nos podíamos despegar. Nos tiramos en su cama. Cada vez con menos ropa. Ya nos habíamos visto todo, ya nos habíamos desnudado, penetrado, acabado, pero ahora era distinto. Era como la primera vez.

Nos metimos a la ducha un rato, para limpiarnos la arena de la playa, nos limpiabamos con ternura, pasamos el jabón por nuestros cuerpos, mientras los frotabamos para sacar más espuma. Choque de espadas y hueas. Me paso toda su mano por la raja, buscando la entrada, con sus dedos sobaba fuerte, me encantaba tanto como agarrarle las bolas enjabonadas y su tronco bien erecto. Antes de seguir haciendo cualquier cosa, nos enjuagamos y salimos de la ducha, ni nos secamos, nos tiramos de nuevo en su cama.

Sus besos me provocaban la misma sensación que deje de sentir hace rato por la Vale. Pero sus toques, eran completamente nuevo, él sabía estimular partes de mi que no sabía que podían ser excitadas. Mi prostata había sido introducida a una nueva clase de placeres y quería más.

Esta vez con más calma, con más posibilidades. Sacó del closet un calzoncillo que en ese tiempo pensé “a esto le falta la parte de atrás”, era un jockstrap y me pidió que me lo pusiera, accedí y se me veía increíble, de ese mismo closet, sacó un dildo y lubricante.

“Te vamos a preparar bien esta vez”

0 ansiedad esta vez, estaba en las manos de un experto. Me puse de guata, completamente estirado en la cama y con el poto paradito, me dio dos besitos, uno en cada nalga y me susurró algo cochino al oído. Sentí como me separaba las nalgas y pasaba ese líquido entre medio, luego con ese consolador pequeño, empezó a penetrarme lentamente, jugando, lo entraba y lo sacaba, mis piernas se tensaban por la incomodidad, pero seguía y seguía hasta que ya lo pedía. Cuando se dio cuenta que podía llegar más adelante, lo hizo. Me lo metió cada vez más profundo y más rápido. Sus nalgadas no faltaban, hasta dejarme rojito.

Estábamos listos. Mi hoyo dilatado. Su pico a full lubricado. Me iba a poner en cuatro como la otra vez, pero antes de poder hacerlo, sentí su cabeza entrando por mi humanidad, se tumbó encima mío por completo y me entró de una, pegue el medio gemido, más de miedo que por placer. El hueón era grande, sentirlo fue una gran presión, en especial su pico, con sus brazos me rodeaban completamente y siguió moviendo las caderas, nunca dejó de penetrarme, solo lo movía adentro mío, yo casi me desmayaba, sentía su respiración en la nuca, era tan rico todo. No podía pajearme, por la posición inmóvil en que quedaba, pero no importaba. Cada vez que me la metía profundamente, era como que me pajeaba por dentro.

La única rabia que tenía era por el tiempo perdido y que envidia por la Cami, que se comía este toro culiao y lo cambio.

Estuvimos un buen rato así, escuchábamos el teléfono del depa, pero no pescabamos, teníamos algo más importante que hacer. Se levantó y me paró la raja, deje la cara tumbada en la cama, me decía que tenía “el culo rico”, y me daba entre vergüenza y calentura. Me siguió dando a lo perrito, completamente rendido me tenía, me hice a un lado el jock y me comencé a pajear para complementar el placer, qué hueá más rica. Me daba golpecitos cortitos contra mi poto, no la dejaba mucho tiempo afuera, tenía una técnica increíble.

Yo no daba más, traté de alejar para apoyarme en el respaldo de la cama, me siguió, me acomodo y me siguió dando, gemía tan fuerte, no me importa, teníamos todo lo que queríamos. Desde mi posición, trataba de verlo, se veía tan rico, marcado, completamente sudado como aceitado, con sus tatuajes, gozando con mi poto.

Me dio dos rematadas que me hicieron pensar que era el fin y la sacó, pero no, solo paramos para cambiar de posición. Se sentó y me pidió que me sentara arriba de su pico. Accedí incrédulo, no sabía que se podía hacer eso. Me quite el jock. Nos quedamos cara a cara, nos besamos tan rico, mientras movía las caderas, me abrazaba con fuerza, gemía y gemíamos. Así acabamos los dos, el adentro mío, pasando sus uñas por mi espalda, y yo con el roce, fue impactante.

Terminamos uno al lado del otro, derrotados. Nos quedamos raja, no cachamos que estábamos muertos de cansados. Las horas sin dormir, las revelaciones, el culiar dos veces.

No sé cuánto habremos dormido, solo que nos despertó un grito de la Cami, como tenía llaves, entraron sin problemas y nos pillaron piluchos sobre su cama.

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