Sangre III

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Tomé el vaso medio nervioso, le agradecí con una voz temblorosa, y ¿cómo no? Su voz era grave, ronca, tosca… era la de un hombre de nombre Roberto, en frente de un pendejo en permanente estado de calentura.

- ¿No eres muy joven para estar en el curso de la Ana?

- Ehh, tengo 19, repetí el año pasado por lo qué pasó…

- Ahh cierto, lamento mucho lo de tu mamá, Ana me contó, debió haber sido difícil.

- Sí, la verdad es que sí…

-Quizás no es lo mismo, pero nosotros pasamos por algo parecido, Ana, Anita… 

-Sí, me contó…

-Fue muy difícil para ella perder a su madre de ese modo, así que bueno… cualquier cosa que necesites, nuestra casa es tu casa ¿bueno? y no lo digo solo por decir, lo digo en serio- Lo dijo mientras tocaba me el hombro, con una sonrisa de papá que te curaba hasta el alma

Gracias - repliqué, sin poder pensar en otra frase o algo, me sentí tonto todo el día, pero el caballero tenía ese poder, de hacerme sentir pequeño, menso con cada palabra que decía o que omitía.



Pasaba mucho en la casa de la Ana, y ni era por trabajos. Nos volvimos muy amigos, era habitual verme ahí después del colegio hasta bien tarde. Su papá siempre nos invitaba a almorzar o a tomar once, creo que notaba en mi 0 amenaza para su hija, quizás intuía que no estaba interesado en ella de ese modo que pone incomodo a los papás.

Los momentos más incomodos se daban esos días en que se me hacia tarde, en los que perdíamos un poco la noción del tiempo, así que Don Roberto me llevaba hasta mi casa, no era muy lejos, pero aún así se daba esa molestia. Claro, me sentía todo avergonzado, sentándome en el asiento de copiloto, cruzando mis piernas, mirando el piso, mientras Roberto me hablaba sobre cualquier cosa, yo asentía a todo, lo veía tan inteligente, tan culto y tan lindo.

Durante uno de esos días nos quedamos conversando un rato afuera de la casa, me contaba lo feliz que se sentía por la Anita, que por fin había encontrado un hermano en mi, que por mucho tiempo estuvo muy deprimida, yo solo asentía y le encontraba la razón. Antes de bajar de la camioneta, me tomo la cara con una mano, era gruesa y media áspera, no dijo nada, solo me sonrió. No era nada sexual, era tierno, sonreí de vuelta y creo que me puse rojo, muy rojo. Baje y casi me caí, no sentía las piernas. 

Entré corriendo a la casa, la señora Juanita notó mi entusiasmo y me hizo un gesto de burla, todos pensaban que tenía un pololeo con la Ana María, uff qué equivocados estaban. Toda esa dinámica me ayudo harto a olvidar a León, cada vez lo recordaba menos, cada vez sentía menos culpa.

A veces me encontraba con el Jaime en la casa, me saludaba muy afectuosamente pero más allá de eso, no pasaba nada. Trataba de no verlo como algo personal, pero igual me pasaban cosas cada vez que se aparecía, total era el último hombre que me había penetrado, era muy difícil que no se me parara cada vez que era hora del jardinero. 

Claro que a veces me pajeaba recordando esa anoche en mi pieza, su pico en mi hoyo, en mi boca, donde sea… el problema es que cada vez que le ponía cara a mi fantasía se colaba el rostro de Don Roberto y me mataba la fantasía, no porque no encontraba rico a señor, sino porque no lo veía en esa faceta, me costaba, aunque me gustaba mucho, vaya ironía. 

Durante la semana de la alianzas del colegio, me quede en la casa de la Ana María todos los días, la rutina era la siguiente, llegábamos del colegio, almorzábamos, estudiábamos un rato y luego pasábamos la tarde huevando, revisando el computador, escuchando música, cosas así, Roberto llegaba regularmente como a las 6, pasaba a saludar y tomábamos once juntos antes de volver. 

Uno de esos días, creo que fue el jueves, se nos acabó el papel para imprimir unas hojas para una de la actividades, me dijo que bajará y que en closet de su papá encontraría resmas, ¿por qué ahí? No sé, le pregunté si mejor el preguntaba a la señora María, me dijo que ella no sabría, que fuera no más, le consulté donde estaba y me indicó que en el primer piso, al fondo.

Bajé con nervios, la situación se me hacía conocida, como un deja vu, pero esta vez no iba a encontrar al señor semidesnudo en la habitación. Entre en la habitación y estaba reluciente, una cama gigante con muchos cojines, un escritorio y muchas imágenes de la Anita en todos lados, pero no de la esposa, raro pensé.



Entre en ese tremendo closet, aunque entrar es minimizar el tamaño de ese espacio, diría que me sumergí en ese closet. ¿Dónde partir? comencé a buscar las resmas en una de las tarminas, y claro, ahí estaban, con otros suministros de oficina.

Pero seguía curioso, mi corazón latía con fuerza, pille el cajón de la ropa interior, y era hermosa, delicada, como de seda, se veía que era cara, y antes de volver, encontré un tacho de ropa sucia y no pude evitar notar que una de las primeras prendas era un slip azul oscuro, lo tome con mucho miedo, lo inspeccioné y noté unas manchitas blancas, como de semen, y lo primero que se me vino a la cabeza fue al Roberto, masturbandose, pajeandose, dándose placer, tenía sentido, ya que según me contó la Ana, Roberto estaba solo…

-¿Tu papá nunca volvió a salir con nadie después de tu mamá?

- No, yo soy su prioridad, y así se deberá mantener al menos por 4 años más, luego de eso tiene permiso para salir con maracas

- Jajaja ¿en serio? 

-Sí po, qué crees que iba a aguantar a una madrastra, no, no, no…

Así que en mi imaginación solo podía visualizarlo solo, pajeandose, en la ducha, en vuelto de agua, uff. Me calenté tan rápido que no dude en tomar ese slip sucio y lo puse en mi cara, el olor me mando directo al cielo, nunca he consumido cocaína, pero imagino que así debe sentirse, un extasis incontrolable que me provocó una erección difícil de controlar, no atreví a masturbarme, pero si me frotaba fuerte por encima de mi pantalón de colegio, estuve cerca de irme cortado.

Me lo imaginaba culiando con mujeres, sometiendo, pero con ternura, imaginaba que yo era una de ellas. Hasta en el sueño me cambiaba el genero para darle sentido a la fantasia, qué raro...

No sé cuanto tiempo estuve así, pero me detuve cuando escuché que la Ana me llamaba desde lejos. Devolví el slip rápidamente y tomé la resma,

-Aquí estoy, me costó encontrarlas… - le mentí, nos devolvimos a su pieza para terminar el trabajo.

Ese día Roberto no llegó temprano y justo me fui antes a mi casa, algo avergonzado de lo que había pasado, pero al menos y por fin, me pude pajear pensando en él, acabe como 3 veces esa tarde-noche.

El día siguiente fue la misma rutina, trataba de encontrar alguna excusa para poder ir a su cuarto, pero no pude dar con ninguna realista, así que me quede con las ganas, ese día nos quedamos hasta tarde haciendo unos disfraces para el colegio, así que como era habitual, Ana María le pidió a su papá que me fuera a dejar ya que afuera llovía a lo loco.  Fue extraño, más que otras veces, lo sentía serio, tosco, medio pesado incluso. 

Llegamos a mi casa, pero esta vez se estacionó en otro lugar, un poco más alejado, en un callejón oscuro, pero antes de dejarme ir, me paro en seco.

-Antes que te bajes quiero hablar algo contigo… - te imaginas como me sentí cuando pronuncio esas palabras “quiero hablar algo contigo”, me pase todos los rollos del mundo.

-Dígame… -le respondí sin hacer contacto visual, él lo notó.

-Pero mírame… - accedí pero nervioso - tu sabes que te he abierto las puertas de mi casa, mi familia ¿no?

- Sí..

- ¿Tienes algo que decirme?

-No sé...

-Hey, necesito que seas sincero conmigo - no respondí, estaba que me ponía a llorar- no sé si sabes, pero la casa esta llena de cámaras y una de ellas me mando una alerta cuando entraste en el closet y... vi la grabación.

-Perdón... no sé qué me paso...

-¿Eres gay?

-No sé.

-Dime...

-Sí... - y no pude controlarme, me corrían las lagrimas de la cara, pero mantuve la compostura, no quería quebrarme más de lo que ya estaba. El silencio que vino después quizás habrá durado unos 30 segundos, pero se sentían como una eternidad, hasta que volvió a hablarme.

-Mira, entiendo que a tu edad estas cosas pasan, solo que creo que a mi hija le gustas y no quiero que le rompan el corazón, tampoco voy a pedirte que salgas del closet con ella, pero... cuidala, no le rompas el corazón - me tranquilizó, aunque luego pensé "¿le gustó a la Ana?"

- Perdón, no lo sabía... le juro.

- Está bien... no tienes la culpa, eres un chico bien guapo y muy gracioso, así que era inevitable - Te juro que me morí al escuchar eso, no pude responder nada - volvió a sentirse un silencio que solo era interrumpido por algún trueno y la lluvia chocando contra el auto.

-Bueno, entonces... este será nuestro secreto ¿te parece?

-Sí, no se preocupe - y volví a derramar un par de lagrimas.

-No llores... - tomó de nuevo mi cara con su mano gruesa y seco las lagrimas que me quedaban, me derretí y como un imán me acerqué a su boca con los ojos cerrados, alcance a besarle los labios, el no se resistió por los primeros 10 segundos, luego me apartó con delicadeza.

-Me siento honrado, pero... eres muy joven y el amigo de mi hija, así que no... no. Tienes que buscar a un cabro de tu edad, no viejos como yo- solo nos reímos despacito y nos despedimos.

 Me bajé del auto tratando de ordenar todas las piezas que tenía en la cabeza ¿me había confesado que era gay o bi?¿solo acepto mi beso para no hacerme tanto daño?¿qué chucha había acabo de pasar? estaba más confundido y caliente que la chucha. Sentí los labios calientes los días siguientes.

Nos olvidamos de lo que había pasado y seguimos nuestra rutina, pero algo cambió, definitivamente. Saber los sentimientos de Ana, cambió la forma que la veía, empecé a notar cosas que antes pasaban desapercibidas, pero traté de seguir, no tanto por ella, sino por su papá, ya tenía un nuevo objetivo, sabía que tenía una ruta hacia él, y no iba a descansar hasta lograrlo. 

Claramente la calentura era más fuerte que el trauma que podía provocar en esa familia, no me importó.

Así que pensé en un plan. Descubrí que Ana iría donde sus abuelos al sur por el fin de semana, así que el jueves deje a propósito un cuaderno donde tenía mis apuntes en su casa, así tendría que el sábado a buscarlo para poder "estudiar", obvio. Mi plan funcionó a la perfección, el problema era que Roberto trabajaba los sábados también, y ni siquiera estaba la nana, pero Ana me comentó que había una llave debajo de una roca falsa a la entrada que podía usar, genial.

Mientras buscaba que ponerme en el closet, encontré el jock que me había regalado León, lo tomé por unos minutos y lo recordé con cariño y calentura, pero filo, me lo puse. Había que darle un nuevo significado, uno mejor, me puse un short corto encima y una polera y salí.


Llegué a la casa y claro, encontré la llave y entré. Imaginé que Roberto no sabía que iría o quizás sí. Solo sabía que me vería entrar por las cámaras. Me dirigí derecho hasta su pieza y bien careraja entré a su closet y me fui a la ropa sucia, saqué uno de sus slip y me lo lleve a la cama, me desnudé y quede solo con el jock. Me acosté oliendo slip, y corriéndome la paja por fuera del jock, estaba seguro que me estaba viendo y eso me calentó caleta, luego me puse en cuatro, dejándole ver todo lo que se perdía por ser tan correcto, un culo joven, poco uso, aguantador y hambriento de pico maduro. Me desplomé y con mis dos manos me separé los cachetes, dejándole nada a la imaginación, no sé que tanto veía.

No sé cuando tiempo estuve ahí, corriéndome la paja, pero fue harto rato, tanto que sentí el auto del Roberto llegar, se sintió la media frenada, parece que venía apurado. Yo me puse en posición para recibirlo, me puse en cuatro y esperé a que llegará, no tardó nada, sentí su presencia, su perfume fuerte, mire hacia atrás y ahí estaba, de pantalón de vestir, camisa ajustada y dentro del pantalón, con dos botones desabrochados, jadeaba, como si se hubiera venido corriendo de la oficina. No dijo nada, se acercó y caché que se quito el cinturón "esto se va a poner bueno" y la verdad al principió me asusté.



Me tomó con fuerza, onda literal era una pluma para el, me puso en su regazo y con el cinturón me dio unas buenos golpes en los cachetes, pegaba con firmeza, pero se sentía rico, sentía el poto rojo, ardiendo, pero rico. 

-¡¿Qué te creís pendejo de mierda?! qué podis venir aquí a calentarme la sopa.

-Perdón, ¿me porté mal? - le dije en tono calentón.

-Pésimo, te voy a castigar con dureza, pa' que aprendas.

Dejó de usar el cinturón para usar sus manos y se sentía tan grandes, que me sentía diminuto, me abría las nalgas y golpe y golpe. Luego de dejarme rojito rojito, se paró y se puso en frente mío.

-¿No vai a aprender cierto? - me dijo mientras se desabrochaba el pantalón.

-No- le dije- mientras abría la boca esperando por mi regalo y vaya qué regalo.

Se sacó el pico del slip, estaba semi duro, lo sentí en mi boca, era grueso, circuncidado, completamente lampiño y algo venoso, era como de esas revistas porno gay de los 2000. Tomó mi cabeza con delicadeza esta vez y deje que entrará hasta mi garganta, era difícil aguantar un pico así, tan grueso, pero tenía un sabor delicioso que se camuflaba con ese perfume de señor. Creo que le llamó la atención mi talento, me soltó la cabeza y seguí solo, atragantándome, escupiendo el pico y volviendo a atacar, le besaba y lamía las bolas, ahí fue cuando lo escuché por primera vez gimiendo ronco, se escuchaba como lo disfrutaba, como que lo necesitaba. 

Estuve un buen rato chupándole el pico, mirando hacia arriba, tratando de acariciar su abdomen debajo de la camisa. Se la desabrochó y me dejo ver su torso trabajado, grandote, algo blancuzco, pero hermoso. Se quito toda la ropa que le quedaba, menos los calcetines negros que llevaba. Me tiró a la cama y me siguió, nos acostamos desnudos, nos besamos bien rico, no tan ansiosos ya, mas tranquilos, mas sensual, más lento, me gustaba sentir sus manos en mi cuerpo, siento que me dejaban huellas por lo grueso y fuerte que apretaba, me tomaba por la espalda, me agarraba los cachetes y presionaba mis pezones con fuerza, mientras mordia mi cuello. 

Con la misma fuerza me tomó de la cintura, me quede mirándolo acostado con una cara de "dame más pico". Se me acercó, tomos mis piernas y las jaló hacia atrás, me levantó el poto con una almohada por debajo de mi espalda y se agacho, me comió el culo de una forma, me retorcía en la cama, trataba de no gemir tan fuerte, pero era imposible, su lengua en mi hoyo me recordó al León, pero con mayor maestría, al parecer había estado solo con un estudiante y Roberto era el profesor. Me dio una lección de como te debían comer el culo. Sabía que era bueno con las palabras, pero ¿usar esa lengua de esa forma? dios mio.

Había pasado mucho tiempo y esto era justo lo que necesitaba, el mientras jugaba con mi incipiente pico, lo acariciaba y me masturbaba, siempre preocupado. 

-¿Lo querís adentro? - me preguntó- solo atiné a decir "por fa", no espero más, sacó un lubricante de su velador y me echó mientras masajeaba mi ano con dos dedos, sus dedos me entraban fácil, pero ¿ese pico? ufff estaba preparado para sentir dolor, pero... no fue así.

Puse su cabecita despacio entre mi hoyo, y comenzó a empujar, claro, al principio sentí que no me la podía, pero no quería decepcionarlo, ni menos quería echarme atrás. Así que aguanté, además con el no había que decirle, lo hicimos despacio al principio, fue super tierno y rico. Además que en esa posición estaba completamente privilegiado, acostado en su cama, viendo su torso, viendo su cara gozando, viendo una gota de sudor como bajaba de sus pectorales, viendo como este hombre de 45 años me penetraba mientras me besaba las piernas que le decoraban los hombros.

Agarró vuelo y me sentía en el cielo, me daba justo en la prostata. Sentía un placer que no lo había sentido ni con mi hermanastro, ni con el jardinero, era otro nivel. En un momento se emocionó mucho y me empezó a dar muy fuerte, le dije que parará un poco y no titubeó, se me lanzó y me dio un beso en la frente y me pidio disculpas, para luego tomarme de la cintura, subiéndome un poco y me encajó el pico tan profundo, me sentía como flotando en su manos mientras me daba y me daba, despacito pero constante. 


Estaba tan caliente, tan emocionado, tan bien culiado que cuando en un momento de debilidad, me rozó el pico con su mano, me fui cortado, acabé con el pico ensartado y me saltó caleta de moco, incluso me cayó algo cerca de los labios, el me miraba feliz, se estaba riendo, yo atiné a decirle algo como "no te rias y acabame adentro", le cambio la cara y en 30 segundos me lleno de leche el culo, todo su cuerpo se estremeció cuando eyaculo, como si hace tiempo que no se venía, onda pego hasta un grito como si fuera jugador de rugby, amé que fuera tan animal.

Me la sacó con calma y delicadeza y solo podía imaginar el chorro de semen que me salía del hoyo, qué rico se sentía todo, esa claridad mental después de un buen culión, nos quedamos ahí, algo sudados.

-¿Te faltaba un jovencito? ¿viste? - Le dije - Sonrió con una mueca risueña y me dio un último beso en los labios, tomó un poco de mi semen son sus labios y volvió a besarme, fue muy caliente, tanto que se me paró de nuevo.

Me preguntó si quería que nos ducharamos, obvio que accedí. Entramos y era lo suficientemente grande para que alcanzaremos los dos, nos enjabonamos y uff noté que se le paró el pico también, nos estuvimos frotando un buen rato, corriéndonos la paja bajo el agua, uffff sensación exquisita oye. Me pegué a su cuerpo, pero dejando espacio para masturbarlo, así que le bese el cuello, le apretaba los cocos con fuerza, le chupe los pezones mientras le jalaba duro, justo cuando sentí que se venía de nuevo, me agaché y comencé a chuparsela, lo deje secó, ahora tenía lechita en el culo y en la boca, premio doble. 



Y como Roberto era un caballero, me hizo acabar de nuevo, me empezó a meter los dedos en el culo, mientras yo me pajeaba y le acabé el vidrió de la ducha. Plan ejecutado a la perfección.

Luego nos vestimos y accedimos a que si queríamos que se repitiera, deberíamos dejarlo en secreto, y yo "obvio, tai loco que voy a perder algo así". Además no podíamos dejar que Ana supiera nunca. Nunca. Pero spoiler: Se enteró igual y... eso no fue lo peor. 



Claro, Roberto era un tierno, atento, cariñoso y culiaba demasiado bien, pero las dudas se multiplicaban, ¿Era bi?¿qué le pasó a la esposa?Si tenía lubricante en el velador... ¿significa que culiaba con otros? las respuestas eran mas turbias de lo que pensaba...

Continuará...


Comentarios

Nico ha dicho que…
Oh shiet que buena historia lpm y más encima ahora continúa waaaa... que secretos ocultara roberto

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