Relato Corto: Calcetines Blancos



La verdad nunca había hecho algo así. Sí, soy morboso, pero me limito a dejar algunas cosas a la imaginación, así que cuando un lector me invitó a ir a su depa, la pensé mucho y la verdad no tuve mucho poder de decisión, sus fotos me controlaron por completo, su enorme culo y su espalda firme. 

Nos pusimos de acuerdo pa' la tarde, aquel día hacía un calor de mierda, me duche y partí nervioso, llegué al depa y subí ya con un erección imposible de controlar. Lamentablemente él no tenía mucho tiempo ya que llegaría su roomate muy luego, me di cuenta de aquello cuando abrió la puerta,  me recibió solo con un slip ajustado y unos calcetines blancos hasta arriba, por eso no perdimos ningún minuto.

Nos atacamos las bocas de inmediato, no hubo que decir ni hola, todo lo que necesitábamos saber estaba en nuestros labios, aunque no hablaban, sí hacían poesía. Besaba tan rico, tan mojado, tan necesitado, sus brazos cruzaban mis hombros, mientras se refregaba sobre mi. Apretaba su cuello, tocaba su torso y al final me atreví a apretar su culo con fuerza, lo que le sacó un pequeño gemido, gemido que se transformó en autorización para seguir más profundo.

 Me comencé a quitar la polera y el aprovecho de quitarme el cinturón, estábamos en una sincronización perfecta. Mientras me manoseaba por arriba del boxer, yo hacia lo mismo mientras lamía su cuello a lo maldito. La calentura nos pegó fuerte, nos lanzamos a su pieza, el se acostó de guata sobre la cama y cuando quiso darse vuelta lo detuve, me acomodé y me puse por detrás, recorrí su espalda con mis labios hasta llegar abajo de su cadera, ahí me tuve que detener un poco para apreciar su tremenda raja. 



Solo la telita tensa de su slip me separaba del paraíso, comencé a bajárselo lentamente, los aromas que brotaban eran increíbles, muy limpiecito, quería disfrutar cada segundo mientras iba revelando su poto, el que emergía como una montaña en el atardecer. Estuve anonado, le apreté con fuerza los cachetes desnudos y los separé un poco, ahí apareció un hermoso chico que me saludaba, me invitaba, ni terminé de bajarle el slip por completo y me lance como un zombie a su hoyo. Mi lengua ha probado grandes exquisiteces en la vida, pero nunca algo tan rico como su poto. 

Mi lengua se hacia paso, quería penetrarlo, un escupito y seguía haciéndome paso, separando y conquistando. El solo se retorcía de placer, gemía cada vez que volvía sobre la marcha, no lo dejaba tranquilo, quizás mi barba le hacia cosquillas, quizás mi lengua lo dejaba loco, sea lo que fuese, no paraba  de pedir más y ahí estaba yo, para darle más.

Luego de un rato jugando con su culo, lo di vuelta y termine de quitarle el slip, pude apreciar su pico, era precioso, un poco peludo y 100% erecto, se la chupe sin pensarlo dos veces. Ahora de frente tomé sus piernitas y las tiré hacia atrás, quería ver su hoyo de otra forma, y comencé a chuparselo de nuevo, no sin antes pasar por sus bolas y por su glande, era le pack completo. 

Luego de dejarlo todo mojado, se volvió contra mi, bajó hasta mi pico y antes de cualquier cosa, comenzó a saborearlo por afuera, oliendo mi pico como perro, era bien rica la escena. Me termino de quitar el boxer y me empezó a chupar el pico, se manejaba el cabro, con una mano pajaeba, con la boca lo hacia desparecer, pero yo quería todo, así que con fuerza lo di vuelta y subí arriba mío, hicimos el 69 un rato, luego nos dimos vueltas y mientras seguía atorandose con mi pico, yo volví a su raja. 

Luego de un tiempo, ya sudados y hediondos, hicimos una pausa, el chico se acomodó al borde de la cama y sacó un condón y lubricante del velador. Caché que se estaba quitando los calcetines, pero lo detuve.

-Déjatelos... - a lo que asintió solo con una sonrisa picara.

Me puse el condón en tiempo record, y con un dedo comencé a aplicarle el lubricante, el no apartaba la vista de mis ojos, yo no podía creer lo que estábamos viviendo. Me eché un poco en el pico, puse sus piernas gruesas sobre mis hombres y... bueno, comencé a penetrarlo lentamente. 



Encontré súper tierno como se sujetaba las piernas mientras esperaba mi pico, con su carita caliente, anticipando lo que se venía.

Vi como la sufría los primeros minutos, pero no quería que se la saqué, se pajeba con fuerza mientras cada cm de pico se iba tragando en el orto, estaba suave y apretado, rico. No faltó mucho para que ya diéramos con el ritmo adecuado, entre mete y saca me abalance para besarlo, sus piernas subieron más arriba de él, lo que hizo que le llegará más profundo. Siento que le llegué hasta el alma, lo pude ver en sus ojos que quería más, le di un beso y seguí dandole duro, pero sin dejar de besarlo. Estuvimos a lo misionero un buen rato, mi cabeza al lado de su cabeza, me gemía al oído y eso me calentaba más.

Solo paramos para cambiar de posición. Se puse en cuatro y pude apreciar los estragos que había causado, se veía abierto, hermoso, entraba de una ya y así le di, el trataba de mirar hacia atrás y se veía tan tierno con su carita enrojecida, recibiendo pico, le di duro, y cada vez más duro, solo porque así me lo pedía, no tuvimos compasión para tratarnos, y así estaba bien, porque teníamos poco tiempo. 

Solo me pidió que quería irse cabalgando y cumplí con su solicitud. Me acosté y el se sentó en mi pico, en 2 minutos el hueón acabó en mi guata, dejándola como una pintura abstracta, ¡qué manera de acabar! cuanta leche, la escena me calentó tanto que terminé acabando al mismo tiempo, ya que nunca dejo de moverse rico, el cachó y aceleró el movimiento de caderas, de lado a lado, y de arriba hacia abajo. Le deje el condón bien llenito. Me lo saqué le hice un amarré y lo tiré, el se me quedó tirado un rato, intentando retomar el aliento.



Terminamos de culiar y a mi amigo le cambio la cara, me quería fuera de su depto súper rápido y yo en verdad lo entendía, así que me vestí rápido y me fui, no sin antes darle un beso en la puerta, el seguía solo con sus calcetines blancos preciosos, nos despedimos y me fui. 

Pero antes de volver, quería comer, tenía hambre post-cacha y justo había una cafetería en el primer piso del edificio donde vivía él. Me pedí un pancito y un café, y justo cuando terminaba, lo veo salir del edificio con el que se suponía era su roomate, resultó ser su pareja. Solo me reí, no dije nada y pensé "vaya, esto funcionaría bien para un relato"

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