Sangre II

Lee la primera parte aquí

No comprendía las palabras que salían de la boca de mi mamá ¿mi hermano? ¿León? ¿qué le pasa? ¿Cómo dice algo así? pero entre más confusión entraba en mi mente, más despejado se veía… todo y comenzaba a tener sentido, el hecho de que mi mamá nunca hablará de mi papá, el hecho del porque nos trataban de una forma tan especial en esa casa, mi cabeza comenzó a girar y lo único que atine fue a salir corriendo de la habitación, confundido, nervioso, sudando, ella intentó detenerme pero no escuché, debí haber escuchado…



Llegué a la sala de esperas y ahí estaba León, se acercó para conversar, me tomó por los hombros al verme nervioso, pero solo atiné a empujarlo y corrí hasta la salida. No podía verlo. Me siguió hasta la calle y esta vez no me soltaba de las manos, pasaron varios minutos antes de que pudiera salirme la voz.

-¿Qué pasó? - me preguntaba repetitivamente y alterado 

-¿Tú sabías? - le pregunté muy bajito

-¿Qué cosa? - estaba bien nervioso León,

-No me digas que no sabías…

-¿Saber qué?

-Mi vieja me contó que mi papá… es tu papá también.

-¿Qué?

-Eso po… - le dije entre llanto y sollozo.

-No, quizás se confundió, tu mamá acaba de tener un infarto. 

-No, ella no es mentirosa…

-O quizás lo inventó para…

-¡Que no es mentirosa! - le grité.

Durante la discusión, salió una de las enfermeras, me estaba buscando y en su rostro ya veía todo lo que necesitaba saber, me desplomé ahí mismo, no aguanté.

Desperté en una camilla, ya sin León en la habitación, solo estaba la señora Juanita, la nana mayor del señor Adbul, me hacia cariño en la frente con los ojos llorosos, tratando de calmarme y sin decir nada, entendí todo, la abracé y lloré, lloré como un niño que recién había quedado huérfano. 

Toda clase de escenarios pasaba por mi mente, que me tendría que ir de la casa, que me quedaría en la calle, solo, que ya no estaba mi mamá para defenderme, que me iría con mi tía odiosa al norte. Pero todo eso se disipó cuando entró el señor Abdel, tenía una cara de dolor profundo, similar al mío. Se acercó a mí, me tomó la cara y me dijo: “no te preocupes por nada chiquillo, te vienes con nosotros, no te dejaremos solo”.

Mi corazón que aunque quebrado estaba, recibió muy bien la noticia, pero algo todavía me costaba entender ¿sabía Abdel que yo era su hijo? Obviamente no quise preguntar, no quise arriesgar mi futuro, además, todavía estaba la duda ¿era realmente su hijo? Ahora que ya tenía esa idea en la cabeza, los parecidos comenzaron a aparecer a ser notorios, al menos por mi. Los funerales fueron dos días después, la familia Awada se encargó de todo. 

León no fue al funeral.

Abdel me contó que León tenía un viaje de negocios urgente y que estaba en espíritu en el funeral. No me la creí por ningún minuto, el cobarde no quiso estar porque no quería lidiar con la noticia, ni conmigo. Después del funeral, no supe más de León por años. Supe que había vendido la casa y se había ido a vivir a Argentina, pero nada más…

Al volver a la casa, Abdel me mostró mi habitación. Estaba al fondo de la cocina, un poco separada de las piezas de las nanas, era una antigua habitación que no había sido ocupada, me dejaron allí, porque tenía un baño privado. Era bastante espaciosa, tenía dos camas de una plaza, “La señora”, como le decían todos los trabajadores, la segunda esposa de Abdel me contó que sacarían una para hacer más espacios, aunque se tardaron bastante en hacerlo, obviamente no tenía nada que reclamar. 

La señora era amable, cariñosa y muy estilosa, usaba siempre vestidos largos, floreados y era  algo joven para Adbel, pero bueno, así son estos tipos pensé.

Las siguientes semanas fueron del terror, no quería salir de mi habitación, baje mucho de peso, no quería comer, ni hacer nada. Perdí el año escolar, era el último, pero no pude terminar, así que repetí, lo que me dejó con más pena aún. Me llevaron al psicólogo, al que le oculté toda esta parte de mi sangre y de a poco las cosas comenzaron a mejorar, en especial cuando comenzó el 4º medio nuevamente, aunque ya con 19 años, era el mayor de todos, no me importó mucho.

Lo bueno es que al menos conseguí otro tipo de distracciones, conocí a una chica del curso, Ana María, nos hicimos re amigos rápidamente, ella venía de otro colegio, así que tampoco conocía a nadie, conectamos de inmediato, siempre andábamos juntos, incluso se rumoreaba en el colegio que eramos pareja, pero no, nada más alejado de la realidad. Tener una amiga así me ayudó a salir de la depresión,ya no pensaba tanto en lo que había perdido.

En la casa recibía harto cariño igual, veía muy poco a Adbel y la señora, pero al menos la señora Juanita y las otras nanas eran como mi mamá y tías amorosas. En mis tiempos libres, cuando no estaba con Ana María, les ayudaba en todo lo que necesitaban, quería sentirme útil en las cosas de la casa.

Jardines en necesidad.

Las señora y Juanita y las chicas se encargaban de todo, excepto del jardín, para ello, una vez a la semana venía el jardinero, Jaime. Era harta pega para que solo una persona se encargará de todos eso jardines, pero Jaime lo hacía con gusto y muy bien, era muy detallista, se tomaba su tiempo, como era joven y tenía la energía necesaria, no faltaba más, además creo que le pagaban súper bien al cabro.

Jaime era un cabro no tan alto, de unos 24 años, de carita linda, con una barba cuidada, ojos café y en forma, imagino que el trabajo lo obligaba a mantenerse así. Aquí algunas de las nanas a veces las pillaban sacando la vuelta, todo para observar trabajar en el patio, en especial los días cálidos de verano y el sudor remarcaba todo ese cuerpo de hombre que se gastaba.

No solo era buen trabajador, también era pícaro con las nanas, siempre andaba molestando a las chiquillas, por aquí para allá. Ellas lo consentían en todo cuando se tomaba sus descansos en la cocina. Conmigo hablaba poco, total no pasaba mucho en la casa, solo lo veía de pasada, cuando llegaba o se iba, intercambiamos un saludo y sería, pero obvio que me llamaba la atención. 

Habían hasta cahuines de que la señora tuvo un romance con él, pero ya me parecía re-loco.

Uno de esos días de invierno, se le hizo bien tarde, el camino se había empapado completamente, era muy difícil sacar la camioneta de entre tanto barro, la lluvia no cesaba su fuerza. Así que la señora le ofreció que se quedara en la noche, no era para nada seguro salir, mientras yo me preguntaba ¿dónde se quedaría Jaime? claro, en mi habitación, no me hice de rogar para nada.

Además la señora me pidió que le prestará una muda de ropa, estaba empapado y reconozco que se veía muy rico así. Lo hice pasar a mi pieza y comencé a buscar ropa, encontré un buzo gris y un polerón burdeo.

-Buena perro, gracias… ¿tendrás una bolsa para guardar la ropa mojada? La señora Juanita me dijo que me la podía meter a la secadora.

-Claro, déjame ir a buscar una - y partí a la cocina, quería darle privacidad mientras se cambiaba.

Para mi sorpresa, al volver a la habitación, solo se había quitado la polera y pude ver que es lo que había debajo, y déjame detallar: tenía un abdomen marcado, unos pectorales lampiños, un camino a la felicidad pronunciado y unos pocos pelos antes de llegar a su… bueno, su parte más noble. Atine a buscar una toalla para que se sacará. Una vez que terminó de secar su pelo, se sacó el pantalón mojado y yo ahí como, “ok, me viro”, pero no pude, me seguía metiendo conversa.

-Hueón, menos mal que la señora me dejó quedar, estaba viendo la huea del camino y no, quedó pa’ la cagá… - me hablaba, pero yo no podía concentrarme en nada, estaba muy incomodo siento algo que no sentía hace mucho rato: calentura.

Mientras seguía con sus balbuceos, se terminó de sacar el pantalón, noté que usaba un slip blanco y mojado. Se movía mucho, pero se veía como se le marcaba pedazo de pico, la cabeza era muy pronunciada y traspasaba su ropa interior. Mi corazón que ya latía fuerte, casi se detiene, pero esto continuaba: de inmediato se sacó el slip mojado, se le enrollo completamente y le costó sacarlo, tanto que se cayó en una de las camas, y hasta el hoyo le vi, el hueón reía algo nervioso y yo así con póker face. Solté una carcajada mientras se levantaba junto al buzo que le presté y en eso… uff se asomo su pico en toda su gloria, largo, muy moreno como el usuario, grueso y bien peludo, bolas gordas, aunque encogidas por el frio.

Quizás lo recuerdo de una forma idealista, pero para que se hagan una idea, no veía un pico desde, bueno, el de León, así que esa sensación hizo que terminara de sufrir una erección completa.

Volvimos a la cocina cuando la señora Juanita nos llamó a tomar once, nos sentamos en la mesa y la verdad es que hace varios meses que no me reía tanto, el tipo era muy chistoso. Luego de un par de horas, ya era hora de dormir, Juanita se despidió y nos fuimos para la pieza. Entre el baño primero, me puse el pijama, que era tan solo una polera y un boxer, apenas salí me lo pillé en la cama de al lado, revisando su teléfono, muy concentrado.

-¿Apago la luz? - le pregunté.

-¿ah?

-Que si apago la luz... jaja

-Ah sí, dale, sorry es que me distraje...

-Ahh ¿con qué? - le pregunté mientras apagaba el interruptor y me dirigía a mi cama.

-Es que hueón, me iba a juntar con una mina hoy día po y la hueona se enojó porque le dije que no podía ir

-Chuu, pero le explicaste que estaba muy mal la cosa aquí.

-Sí, pero no entiende... y quedó picá po, ahora me está mandando fotos de lo que perdí.

-¿Cómo? - pregunté ingenuamente.

-Así po... - y levantó su teléfono y lo primero que veo era su "amiga", en cuatro, mostrando toda la zorra. 

-Ufff, ehm... qué mal - fue lo que atine a decir

-Sí, esta hueona es brava, pero con esto la dejó tranquila.

-¿con qué? - pregunté doblemente ingenuo.

-Con esta po - y nuevamente me mostró su teléfono, pero ahora era una foto del hueón en pelota, arriba de una cama, mostrando la tula pará, desde abajo, onda, desde las bolas, hasta su cabeza brillante, y nuevamente se me fue hasta el aire de los pulmones.

Me puse tan nervioso que ni recuerdo bien qué respondí, cómo que balbuceé nerviosamente, él se reía no más, creía que me daría asco, no sabía nada que por dentro estaba enviando sangre como loco al pico. 

-Con esta la dejo loco... - dijo en voz alta, se sentía orgulloso de su obra, me volqué a mi teléfono para tratar de distraerme.

-Ahhh, ctm... cacha esta hueona - y de nuevo me muestra una huea que no quería ver, era de nuevo su amiga, masturbandose, se veía bien mojada, pero no tanto como yo tenía el pico ahora. El asunto es que mi falta de interés ante su depravez parace que le hicieron dudar, al minuto me soltó un:

-Voh eri fleto ¿no? - y ahí me quedé… en shock.

-No... - respondía entre cortante y dubitativo.

-Sí hueón, eris fletoooo jajaja - Y yo impactado, onda el hueón riendo, apuntándome y cagado de la risa.

-¿qué tiene de gracioso eso? - le pregunté ya molesto

-Nada, nada... solo estaba pensando en que te mostré el pico jaja, sorry.... - con esa sonrisa de chico malo que hizo algo malo pero no estaba realmente arrepentido.

-No te preocupis, si igual la tenis bonita.

-Jaja yaa ¿la dura?

-Sí po - respondí firmemente, entiendo ya que quizás podía dar vuelta esta situación - si querís te ayudo po.

-Jaja ¿Cómo?

-No sé po, se me puede ocurrir algo.

-No compadre, no le hago a eso, jaja

-Jaja bueno… - el hueón como que se quedó pensando en silencio hasta que volvió al tema.

-A menos… que te quedis bien piola - ahhh esta es la mía, pensé.

-Claro po ¿a quién le voy a decir?

Jaime prendió la lámpara del velador del lado de su cama, no era una luz muy fuerte, pero era precisa para eliminar ciertas cosas, me levanté y me moví hacia la suya, el se acomodo, levantando su cuerpo hacia el respaldo, riendo.

-Nunca había hecho esto… jaja - dijo-

-Relájate… - le dije mientras con una mano rozaba su paquete, uff lo roce harto antes de bajarle el short con lentitud, ahí salió su pico de una, algo lacio todavía pero no hay problema, lo aloje en mi boca con rapidez para alcanzar tu tamaño perfecto, lo saboreaba con delicadeza, me tomaba todo el tiempo del mundo para apreciar cada sabor, cada centímetro de su tremendo pico, cada aroma que brotaba de este hueón. Era mi reencuentro con el pico y era inevitable hacer comparaciones.

Cuando lo miraba sentía su incomodidad, lo pillaba haciendo contacto visual y apartaba la mirada de inmediato, mientras gemía despacito, igual por su precum, se notaba que la gozaba. Entre que se reía y decía despacito “qué rico”, “nunca me la habían chupado así”, yo tomaba con orgullo.

Con una mano lo pajeaba y con mis labios le rodeaba la cabeza, entraba y salía de mi boca y entre cada jadeo, sentía su cuerpo estremecerse, en especial cuando me lo tragaba hasta el fondo, con complicaciones, pero efectivo, hasta me dejo apretarle los pezones con fuerza mientras se la chupaba, ahí caché que le gustaba.

Hasta teníamos pausas chistosas, me castigaba tomando su pico y dándome “latigazos” en la cara y de nuevo colocándola en su lugar, mi boca. No le gustaba que juraba muchos con sus cocos, le daba “cosquillas”, según él.

Obviamente buscaba más, quería más, quería sentirme un hombre completo nuevamente, quería sentir su pico en mi hoyo, así que pausaba esa mamada a conveniencia, la sacaba justo cuando lo tenía listo, el hueón sufría, pero le encantaba, hasta que no me dejo seguir haciéndolo, agarró mi cabeza con fuerza y me empujo para engullir su pico por última vez mientras un chorro de semen directo golpeaba mi paladar hasta mis amigdalas, me la saqué apenas pude, tratando de recuperar el aire, el hueón estaba cagado de la risa, mientras yo me saboreaba las gotas de su leche en los bordes de mis labios.

-Conchetumadre, casi se me va el alma….

-Jaja sorry… tu amiguita no te la chupa así?

-No… es que ni de cerca.

-Pucha, bueno aquí estamos cuando lo necesites- le dije ya bien coqueto y empoderado.

El hueón se quedó en la cama con el short buzo tapandose el pico, tratando de respirar tranquilamente, con sus manos en la cabeza, quizás pensando “oh ¿qué hice?” o “la huea rica”, era difícil saber. Aunque ya no me preocupaba, ya había conseguido lo mío.

Nos quedamos conversando un rato. Se vistió de nuevo. incluso después como que se comenzó a abrir, que no le gustaba su pega, que tenía un atado con sus viejos y puras hueas que no me interesaban en verdad, y es que claro, después de chuparle hasta la vida, se sentía más en confianza.

La calefacción estaba puesta al máximo, así que hacía algo de calor en la pieza. Fui al baño y me saqué el boxer y la polera

Al volver el hueón me dijo -¿Vai a dormir así? 

-Sí po, está caluroso - y me acosté de guata, mostrando la raja, ya sin temor alguno.

-Waaa, por eso eris gay po, con esa mansa raja, demás que sípo.

-¿Te gusta?

-O sea, está redondito

-Jaja, gracias, se ve más lindo en 4 ehhhh - le dije en broma, pero no rio, solo dijo “A ver” y muy serio, así que le hice caso, me levanté un poquito y me puse en 4 tal como me enseñó el León, el hueón quedó para la caga, tanto así que se levantó, y se puso detrás, ni me preguntó nada, pero me comenzó a tocar la raja, y yo así como “qué fresco”, pero no me importó, quería todo.


-Ya que estamos con tus primeras veces, ¿no te tinca?- le sugerí y ni respondió, se sacó de nuevo el short y la polera y se puso detrás mío, primero viéndome bien el poto, con un mano me separaba una nalga, quería verme bien el hoyo, no sé porqué, pero estuvo harto rato así, pajeandose, e inspeccionado, aprentandome fuerte hasta que se llenó de valor, se levantó, agarró su pico hasta mi hoyo y comenzó a empujar, sin lubricante, ni nada.

 Lo paré en seco, porque me dolía, le dije que probara con saliva, y como que me lanzó un escupo justo en medio del hoyo, uff se sintió cálido, y luego la puntita, fue piola los primeros centímetros, pero luego de un rato ya estaba en su salsa, entraba y salía con facilidad y yo completamente rendido, mordiendo la almohada nuevamente.



Las comparaciones volvían a mi mente, no se parecía nada el León, no era para nada cariñoso y solo era un hoyo para Jaime… me quité esa idea rápidamente de la cabeza o no la iba a gozar, no tenía porqué ser más para él, él será lo que yo quiero que sea, y así comencé a disfrutar más la torpeza del jardinero y es que era torpe, pero en eso también había algo bien rico, era rudo, no tenía miedo a hacerme trizas el hoyo, y así actuaba.

Me dio duro, se rehusaba a probar una posición, pero filo, quería que me llenarán y eso estaba haciendo, me estaba sacando toda la pena que seguía acumulada, pero no sabía. Cada pichulazo, cada centímetro que me entraba era la mejor medicina.



De repente miraba hacia atrás y lo veía tan concentrado, como en una carrera o jugando fútbol ¿estaba pensando en su mina? no sé, cualquier cosa que le serviría para mantener ese pico duro y firme.

Creo que hicimos harto ruido, pero como estábamos lejos, no nos importó. Sus manos se hundieron muchísimo en mis caderas mientras Jaime gemía más fuerte y cortito, había acabado en mi culo, me sentí preñado, vivo Aproveche de acabar también, en las sabanas de mi cama, deje todo sucio, y ahí se desparramo encima mio completamente, quede de guata, con su pico llegandome hasta los riñones. Qué profundo se sentía.

Lo apure para que saliera de mi, me dijo que no quería, le tuve que pegar en broma, se reía no más el  travieso, fui al baño y me limpié, cuando regresé me lo pille todavía acostado, con el pico duro y rojo, sudado completamente, no cachó, pero le tomé una foto, se veía tan rico así.



-Estai en mi cama - le dije así pesado

-Ayy ahora po- me respondió

Le solté una risa y él se fue a su lado de la pieza, no se vistió esa noche, yo tampoco. Seguimos conversando, no teníamos sueño.

-Hueón, estabai mas apretado

-Jaja, ops…

-Es que te juro, nunca una mina me ha prestado el hoyo y la cagó… se siente más.

-Ohh que fome las hueonas, si es tan rico.

-¿Así? ¿pa ti también?

-Obvio. si no porque lo haría?

-Ahh claro… y que se siente?

-¿Querís probar?

-No no no, ahí sí no

-Jaja se siente rico po, como que te pajean por dentro, no sé…

-Ahhhh jajaj qué loco- y eso fue todo, nos quedamos raja y estoy seguro que la pieza olía eso también.

Al día siguiente el hueón se despertó temprano, se fue al baño y alcancé a verle le poto, era un lindo poto, escuché la ducha y seguí durmiendo, cuando desperté el hueón ya se había ido, ni se despidió el culiao, pero bueno, filo. 

Después de ese culión entendí porque las flores florecían, porque el agua sabía tan rica y porque un pico en el hoyo es capaz de arreglarte la vida. Así que decidí que filo, iba a tratar de disfrutar más la vida, con un hetero, con cualquier que me quisiera, filo León.

En esos años no existía Grindr, así que buscar hueones era un poco más complicado y todavía no me arriesgaba tanto, pero la calentura me estaba ganando, necesitaba algo rápido y aunque el Jaime iba de vez en cuando, ya no encontraba una oportunidad o un espacio para repetir lo que había pasado, no estaba seguro que quisiera tampoco, pero seguimos tan buena onda como siempre.

En fin, me estaba comenzando a deprimir de nuevo cuando Ana María me invitó a su casa, debíamos terminar un trabajo para el colegio, así que partí sin mucho entusiasmo. Su casa era gigante, pero no más grande que la de Adbel, aún así: wow. Ana María no tenía madre, había fallecido hace un par de años en un accidente, quizás por eso congeniamos tan bien, sabíamos lo que era perder el ser querido más importante de tu vida. Ahora vivía con su padre, el que todavía no conocía, solo sabía que trabajaba mucho. 

Comenzamos a trabajar en su pieza,  pero me sentí incómodo allí, ¿sabía su papá que había un hombre en su pieza? No sé, me pasé el rollo.  Le pregunté si tenía bebida o agua, me respondió que sí, que llamará a su nana, y yo como no me sentía cómodo molestando a nadie, le dije que iría directo a la cocina.

Ya en la cocina, comencé a intrusear los muebles, intentando encontrar los vasos, hasta que escuché una voz grave que me dijo: “Están justo al frente tuyo, arriba” era el papá de la Ana María.

Esa primera sonrisa, esa primera mirada, esa voz rasposa. Era un caballero de 45 años aproximadamente, pero no se lo notaba. Estaba de paso a la casa, venía de la oficina y de traje, algo ajustado, pero lucía increíble. Era alto, maceteado, de una barba pronunciada, medio rubio y de gafas gruesas. Me quedé medio tartamudo frente a él, como tonto, sin reaccionar bien, se me acercó.

- ¿Buscando un vaso, no?

Continuará en la semana…


Comentarios

Hen ha dicho que…
Siendo la última semana de octubre todavía espero la siguiente parte jajaja, saludos

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