Ayudante espiritual II



Entre más me ignoraba Juan Pedro esa semana, más me atraía, más me calentaba, más me masturbaba todas las noches y las mañanas pensando en lo que había pasado. En las reuniones me saludaba seriamente y luego hacía el gil, pero sabía que no podría ignorarme durante mucho tiempo. Se acercaba el próximo estudio bíblico, y mi vieja no estaría, así que aproveche.





Ya sabía que el deseo existía, ya sabía de su inclinación, solo bastaba crear el contexto. Se acercaba rápido el jueves. No estaba muy seguro de que pasaría, pero sí creía que algo pasaría sí o sí.

Me arregle, me puse bonito, me bañé mucho, onda MUCHO. Me puse hasta mi colonia, preparé la biblia y fui a comprar las cosas para la once, obvio que mi mamá me obligaba a ofrecerle algo, no sabía nada lo que yo quería ofrecerle. Pero no llegó.

Me quedé esperando, mirando la ventana, y no, no llegó Juan Pedro. Al otro día caché que había llamado a mi mamá diciendo que estaba enfermo. “Mentiroso” pensé.

Pasaron algunos días y tocaba reunión de nuevo, fui sin esperanzas de encontrarlo, pero allí estaba y de nuevo me ignoro de lo rico. Me sentía mal, pésimo. A la mitad de la reunión caché que se levantó para ir al baño, me levanté igual y partí a encontrarlo, lo pillé meando en el urinal, no cachaba que era yo, porque cuando terminó y me vio le cambio la cara.

-¿Qué pasa? ¿Por qué me ignoras?

-No, no pasa nada - se movió para lavarse las manos, yo me quede helado y hasta me cayeron un par de lágrimas, el solo me quedo mirando con cara pena.

-Sorry, no es nada… es que, olvídalo - le dije.

- No, no… no está bien lo que pasó el otro día y no quiero que se repita, solo es eso, ¿estamos claros? nadie puede enterarse, o nos van a expulsar... voy a pedir que otro hermano pueda seguir haciéndote las clases ¿ya? vamos a estar bien, fue solo un episodio.

-Sí, claro… - asistí poco convencido, “solo un episodio”, seguro…

Juan Pedro volvió a su puesto y yo me quedé ahí un rato, tratando de entender lo que había pasado. Me dolía el pecho. Los días siguientes fueron malos, lo recordaba, sufría caleta, ahora me parece ridículo, pero mirando para atrás, claro, había sido mi primera experiencia, era obvio que me iba a enganchar de una. Así que seguí sufriendo no más. Pasándome mil rollos en la cabeza.

El día en que venía a hacerme estudio estuvo lloviendo todo el día, mi vieja se alistaba para irse a la pega, me preguntó si él Juan Pedro iba a venir, le dije que no y me fui a mi cuarto, no tenía ganas de contarle que ya no me iba a hacer estudio y que tendrían que poner a otro viejo rancio aburrido. Tomó un paraguas, se despidió y se fue.

Pasaron unos 30 minutos cuando siento que alguien grita en la puerta un fuerte: “Alooo”, reconocí esa voz al tiro, era él ¿qué hacía aquí? partí a abrir la puerta y me lo topé ahí, bajo la lluvia, menos mal que venía con paraguas y vestido de un terno que le quedaba mas grande. Lo hice pasar de inmediato.


-¿Qué haces aquí? - le pregunté

- Hoy te toca estudio bíblico po.

- Pero… me dijiste el otro día…

-Sí, sé que lo dije, te quería pedir disculpas por eso, no sé en qué pensaba. últimamente tengo la mente en mi partes.

-Ok … entonces

-Comencemos, ve por tus libros

Mi mente no podía entender nada de lo que pasaba, se sacó el saco y quedó con su camisa. Se sentó en el sofá y partimos. Yo no me podía concentrar, lo miraba, le miraba la entrepierna, me lo imaginaba como la otra vez, pero ahora quería más de él. Era como lo prohibido, y me gustaba más, mucho más.


- Me he portado muy mal.

- ¿Ah sí? porque lo dices - me preguntó

- No he dejado de pensar en ti

- No vayamos ahí por fa.

-¿Cómo no quieres que vayamos ahí? si es por algo que estoy pasando, ¿no deberías guiarme? para que se me pase

-Sí, pero…

-¿Pero qué? - insistí - me vas a tener que ayudar, necesito que estas ganas de chuparte el pico se me pasen, necesito dejar de pensar que me metes el pico en mi pieza, necesito dejar de pensar en cómo saben tus labios ahora.

-Para… por favor, para.

-¿Qué pare qué? que te diga lo mucho que tenía ganas de que me penetras? ¿Te molesta que sea tan sincero?

-No me molesta, me calienta...

Y ahí me quedé en shock. Me quedo mirando, se echó un poco para atrás del sofa, abriéndose algo de piernas, como dejándome visiblemente su entrepierna. Fue una invitación y la acepté de una. Me paré y me fui a donde estaba el, me arrodille ante él como si fuese mi dios.


- No quiero mirar - me dijo - echando su cabeza para atrás

-No tienes porqué - le respondí

Me acerque hasta su bulto, lo masajeé un buen rato antes de abrir el cierre, de a poco, saboreando cada momento, cada botón afuera, es un paso más cerca de su pico santo. El no me miraba, tenía la vista fija al techo, como cordero al matadero. Pero su cuerpo no me mentía, su pico estaba duro y mojado, cuando le quite el boxer, levantó levemente su poto para que su ropa interior pasará por sus piernas hasta sus pies, ahí me quedo su humanidad erecta.




No quise esperar más y lo alojé en mi boca, con suaves movimientos de principiante trate de llevarlo completamente, mientras a mi amigo se le escapaban unos gemidos leves, seguía sin mirarme. No me importaba, lo tenía ahí, mojado, expuesto, con la camisa abierta. Le acariciaba el estómago mientras seguía devorando su pico. Sabía que no me bastaría con esto, así que me levanté, ahí recién se atrevió a mirarme.

Me comencé a quitar la ropa mientras él observaba en completo silencio, me quite la camisa, los short, los boxer, el silencio y cada segundo se sentía eterno, hasta que por fin atino y se abalanzó sobre mí, primero de pie, atacando mi cuello, besándolo como si allí encontrará algún elixir que le diera vida, luego mis labios, ardía por dentro.






Me apretaba los cachetes con rabia, mientras se sobajeaba frente a mí, empecé a caminar hacia atrás, para dirigirnos a la pieza de mi vieja, tenía una cama más grande. Nos tiramos y seguimos buscando más de nosotros. Sin darme cuenta, me dio vuelta y quede expuesto, sabía lo que vendría, pero no sabía como se sentiría, era virgen, casi todo esto era nuevo para mi, por lo que vino después me hizo saltar, el Juan Pedro se me tiro al poto, sin avisarme, me comenzó a comer el ano con tanta pasión, me sentí avergonzado, pero las sensaciones eran más ricas que la vergüenza.




Su lengua me preparaba para lo que vendría, se hacía paso frente a mis cavidades. Su lengua era tan vital, me separaba las nalgas y volvía al ataque, me escupía y me pasaba los dedos, fue maravilloso. Me veía completamente acostado en la cama, con una almohada sobre mi estómago, para que mi culo estuviera más paradito. No hablamos, nuestros gemidos decían todo lo que necesitábamos decir.

Luego de un rato devorando el culo, sentí que se levantó sobre la cama, y empezó a forzar su pene en mi hoyo, sin darme mucha advertencia, pero como estaba ya muy caliente y dilatado, entró rápidamente, con un poco de dolor, pero me guanté, me la dejo un rato adentro y lo único que podía pensar era: ya no soy virgen.

De a poco fue sacando, solo para volver a introducirla en mi culo. Sentía todo el peso de su cuerpo encima, me costaba respirar, pero era lo que buscaba. Hasta que se levantó y me obligó a ponerme en cuanto, me pidió que me abriera los cachetes, me dio algo de vergüenza, pero lo hice, sentí la recompensa cuando volvió a penetrarme, ahora con más fuerza. El sonido de sus caderas chocando contra mi poto, dios… A veces me sigue en las noches. Me tiraba hacia atrás desde los hombros para que pico encajaría mejor, y así era.





Sentía todo ese placer que solo había visto en las porno, escondido del resto del mundo. Las frases “no hay maricon arrepentido” me hicieron sentido.

Estuvimos un buen rato, así, yo pajeandome, el disfrutando. Luego cambiamos de posición, me puse boca arriba, me pidió que levantara las piernas con mis manos, lo hice sin pensar, dejando mi culo abierto dispuesto y hambriento, luego me la metió a lo misionero, se sentía increíble, en especial porque me pajeaba al mismo tiempo, sudaba mucho, verle las gotas de sudor viajar su pecho eran una garantía de lo bien que lo pasaba, su rostro, era confuso eso si, pareciera que sufría, pero no podía parar.

De un momento a otro ya estaba listo, le avise, le dije que me iba, y siguió dándome más duro, acabe tanto que me llegó hasta la cara, y el término 10 segundos después, me dejó toda su leche adentro, cada gemido final que representaba cada embestida de su semen se sentía como una delicia, su cara concentrada, su cuerpo mojado encima, todo. Apenas terminó se derrumbó encima mío, tratando de recuperar el aire.




Nos vestimos en silencio, todo muy incomodo, yo partí al baño, pues a limpiarme y todo. a la vuelta me encontré vestido, sentado en el sofá recibiendo su teléfono. Me miro y me dijo


-Tengo algo de hambre ¿tienes algo de comer? - como si nada hubiera pasado.


Continuará.

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